Vie 22.04.2005
las12

POLíTICA

La otra transversalidad

Recién asumida como senadora nacional por el Frente Amplio, la uruguaya Margarita Percovich, participante del Foro de Género de las Américas, repasa las estrategias que se han dado las mujeres políticas de su país para poner en la agenda temas de género más allá de las diferencias ideológicas.

› Por Sandra Chaher

Margarita Percovich tiene 64 años y la edad, más la trayectoria recorrida, la transforman en un peso pesado de la política uruguaya. Acaba de asumir como senadora por el Frente Amplio, pero no es su primera experiencia legislativa: durante 10 años fue edil de Montevideo y, del 2000 al 2004, diputada nacional. Sin embargo, es la primera vez que su partido ocupa el gobierno nacional además de bancas parlamentarias. Lo cual les está permitiendo a las mujeres frenteamplistas poner en práctica las estrategias que desarrollan desde hace años en la Unidad de los Derechos de las Ciudadanas de la Comisión Programática del Frente para ocupar espacios de poder pero, sobre todo, para algo que le interesa mucho a Percovich: transversalizar la perspectiva de género en todas las instancias del gobierno.

Hasta el momento, las mujeres uruguayas concretaron la asunción al frente de tres ministerios –Defensa, Salud Pública y Desarrollo Social–, lo cual representa el 23% de los cargos más altos del Poder Ejecutivo; cuatro direcciones generales de secretaría (30% del total) y cuentan con un ministerio, el de Desarrollo Social y Participación Ciudadana, que fue creado específicamente por la administración de Tabaré Vázquez y que no sólo está ocupado mayoritariamente por mujeres sino que ellas participaron activamente en su diseño.

Percovich estuvo en Buenos Aires participando de un encuentro de legisladoras latinoamericanas y del Foro de Género de las Américas, un evento convocado por organizaciones de la sociedad civil con vistas a influir en el temario de la Cuarta Cumbre de las Américas que se hará en noviembre en Mar del Plata.

–¿Cuál es el rol de las mujeres dentro del Frente Amplio?

–Siempre tuvimos mucha fuerza en lo programático y con el tiempo fuimos ganando espacio. Para estas elecciones trabajamos diferente de otras veces, transversalizando la perspectiva de género en todas las áreas. Hicimos muchos desayunos de trabajo y seminarios con dirigentes varones, con mucha fundamentación política de nuestra parte. Eran charlas muy espesas e ideológicas, porque el Frente es así. Y logramos, por ejemplo, que desde lo programático los sujetos fueran considerados de acuerdo con sus diferencias –edad, sexo, etnia, etc.– y no como un colectivo abstracto para el cual no se diseñan políticas específicas.

–¿Hay unidad entre las mujeres del Frente?

–Las mujeres del Frente funcionamos juntas desde la salida de la dictadura. No todas somos feministas, pero trabajamos con organizaciones de mujeres de la sociedad civil. Otra estrategia interesante que pusimos en práctica para estas elecciones fue juntarnos con estas mujeres de organizaciones no gubernamentales y preguntarles quiénes querían ocupar cargos políticos si ganábamos. Algunas dijeron que sí. Entonces hicimos una lista y se la llevamos a Tabaré, con lo cual muchos espacios ahora están ocupados por mujeres con perspectiva de género.

–¿Qué apoyo tuvieron de los compañeros varones del partido?

–El apoyo dependió del grado de importancia que tenía cada una de nosotras dentro de su corriente. Pero después, a la hora concreta de elegir, cuando ya se habían ganado las elecciones, entró a funcionar la lógica masculina de considerar mejores a los varones. Y además, como muchas de las técnicas que nosotras queríamos poner no eran militantes, fue más difícil aún. Diciembre, enero y febrero fueron meses de una gran batalla por los cargos, pero hoy tenemos a mujeres en lugares que nos interesan.

–¿Las legisladoras de los diferentes partidos tienen una agenda común?

–Siempre trabajamos juntas con las mujeres de los partidos Blanco y Colorado. Las apoyamos con los temas de mujeres y en general hubo identidad de objetivos. A la salida de la dictadura armamos un diagnóstico de la situación de la mujer en Uruguay del que participaron bastante las académicas de izquierda. Y a partir de eso se armó una red de mujeres políticas para hacer capacitación en todos los partidos políticos. Nuestro acuerdo común es por el fortalecimiento de la democracia.

–Cuando el año pasado trataron la despenalización del aborto, ¿también estuvieron unidas?

–Sobre el aborto no acordamos. Ahí lo que pasa es que las mujeres del Partido Nacional (Blanco) tienen que cumplir con el mandato político del partido, que tiene una histórica relación con la Iglesia y los valores tradicionales. Sin embargo, la jefa de la bancada del Partido Nacional en Diputados, en el momento en que discutíamos si despenalizábamos el aborto hasta las 12 semanas, se fue del recinto y se llevó con ella a toda la bancada. Si no hacía esto no conseguíamos la media sanción. Lástima que no tuvimos un apoyo similar en el Senado.

–¿Qué va a hacer el Frente con respecto al aborto? Tabaré Vázquez dijo que no apoyaría la despenalización, pero sí un plebiscito.

–Nosotras siempre supimos que Tabaré no nos iba a apoyar con esto. Es un médico conservador, con una esposa católica practicante y un hijo sacerdote. Pero vamos a insistir. Tenemos que empezar todo de nuevo porque hubo una renovación del 80% en las cámaras. Nosotros perdimos en el Senado porque la izquierda, los ex líderes guerrilleros, no nos apoyaron. La izquierda no se replanteó el tema cultural después de la dictadura. Y además en el Senado son todos muy viejos, hay poca renovación de dirigentes. Las encuestas nos dicen que en este momento un proyecto similar al que se votó el año pasado tendría un apoyo de más del 70% de la población. Así que presentaremos de nuevo el mismo proyecto pero recién en el 2006, ése fue el compromiso con Vázquez. El primer año de gestión es muy difícil porque se hace la planificación quinquenal y el presupuesto, entonces acordamos dejarlo para el próximo año. Y lo que suponemos es que la ley saldrá y detrás el plebiscito. En Uruguay, para que se pueda hacer un plebiscito tiene que existir una ley.

–Con las Medidas Sanitarias que aprobó el año pasado el Ministerio de Salud, ¿los médicos pueden dar información sobre el uso de misoprostol?

–Las Medidas Sanitarias fueron un gran logro que ahora debemos extender al resto del país, porque sólo rigen para la Maternidad Pereyra Rosell de Montevideo. Gracias a las Medidas, en el 2004 no hubo allí ningún caso de muerte materna. En la maternidad los médicos pueden informar sobre el uso del misoprostol. La negociación que se hizo en su momento con los sectores conservadores y el Opus fue que el Ministerio de Salud aprobaba esto pero a cambio sacaba de circulación del mercado el formato más económico del medicamento. Otro logro, además de las Medidas, fue que frenamos el cierre de casas donde se hacen abortos.

–¿A qué se refiere?

–Uruguay siempre se reguló bien en relación al aborto. Las mujeres no sabían usar anticonceptivos, se hacían abortos con las parteras o en una clínica privada y no había problemas. Yo llevé a mis dos hijas a abortar a una clínica de la 18 de Julio (N. de la R.: 18 de Julio es la calle céntrica de Montevideo). Esto fue hasta los años ’90, cuando el Partido Nacional llegó al gobierno. Ahí se endureció la cosa. El Opus Dei tomó cuerpo, vino un arzobispo italiano, se metieron en el Ministerio de Salud e hicieron presión sobre el Ministerio del Interior. Entonces empezó la persecución a los lugares donde se hacen abortos. Eso también logramos frenarlo, junto con las muertes maternas.

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