Como una suerte de prueba para llevar adelante estudios sistemáticos, el Comfer elaboró un informe preliminar sobre el índice de violencia de la televisión argentina, una investigación que tomó en cuenta 37 programas de ficción y 79 noticieros emitidos por los canales de aire en horario central (de 20 a 24) durante febrero. Para elaborarlo, se tomaron cuatro definiciones de violencia: la “accidental”, la física (“expresión de fuerza física –con o sin armas–, producida de forma intencionada, más allá de que provoque lesiones o no”), la psicológica (aquella “cuyo objeto es provocar perjuicio emocional, daño moral o vulneración de la autoestima, la identidad o el desarrollo del individuo –denigración, humillación, inducción al miedo por medio de amenaza o intimidación–; incluyendo las manifestaciones de agresión verbal y gestual”) y una combinación de física y psicológica. Además de las estadísticas gancheras (el televidente promedio está expuesto a una situación de violencia aproximadamente cada 15 minutos), las conclusiones fueron notables, verdaderamente notables: casi la mitad de los contenidos violentos (el 49%) referían violencia física, pero el segundo lugar del ranking (el 33%) lo ocupó la violencia psicológica, que se caracterizó por plantear mayormente conflictos “interpersonales” y porque –aun cuando, como en los demás tipos de violencia, cuenta con una importante participación masculina– “en este particular se advierte un incremento relativo de la participación de mujeres”. Vale decir: la violencia psicológica y la discriminación de género. Ahora bien, la intriga es, ¿qué hará el Comfer con estos informes que la misma institución produjo?