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Viernes, 20 de mayo de 2005

MúSICA

Andrea bendita

En su primer disco solista, grabado prácticamente en la intimidad, Andrea Echeverri –cantante de la banda colombiana Aterciopelados– celebra su maternidad, la vida en pareja después del nacimiento, y el erotismo de ese triángulo familiar, que apenas se podía adivinar cuando la chica cantaba, en 1996, “no dañaré mi silueta con un bebé”.

 Por Mariana Enriquez

Hay una canción que le recuerdan a Andrea Echeverri todo el tiempo. Se llama La culpable, está incluida en La pipa de la paz –tercer disco de Aterciopelados– y dice: “No dañaré mi silueta con un bebé”. Ella sonríe, y explica: “Una no puede pensar siempre lo mismo, es aburridísimo. Yo he dejado muchas cosas documentadas. También hay un tema que se llama No Futuro, y se trata de las relaciones románticas que yo creía imposibles. Nada es seguro, ni va a ser así eternamente. Uno escribe lo que en ese momento piensa que es la verdad y eso cambia, como todo. Es imposible no contradecirte, porque así es la vida”. Es que Andrea acaba de lanzar un disco solista, grabado casi de entrecasa en el estudio que tiene en Bogotá Héctor Buitrago, compañero de banda y su ex pareja, y todas las canciones retratan su experiencia como amante y madre, el idilio con su hija y la vida familiar, un microcosmos privado atravesado por el erotismo y cierto aislamiento. Lejos están los tiempos de la furia de Florecita rockera o el reproche airado de Bolero Falaz (“Estoy hasta la coronilla/ tu no eres mi media costilla/ni la octava maravilla”), quizá las canciones más famosas de la banda colombiana, del disco El dorado de 1996. “¡Es que de eso hace un siglo!”, dice Andrea. “Era otra persona. Y Aterciopelados viene cambiando hace mucho; desde hace varios discos, y especialmente en Gozo poderoso de 2001, ya no somos rockeros, estamos experimentando con texturas electrónicas, trip hop con aires latinos, otros climas. Sucede que la gente está colgada de aquella época, y nosotros seguimos adelante”.

Las canciones nuevas son apacibles, algunas con aires de bolero sutil, todas delicadas; y Andrea canta las celebratorias letras con verdadera convicción. En A Eme O le escribe a su hija: “Desde que naciste soy mejor amante/ Como si hubieras destapado mis conductos/ Me han crecido los senos, el vientre y las caderas/ Mi cuerpo expandido encontró su motivo”. Y en Lactochampeta le pide: “Chupate la tetica/ Tomátela todita/ Así así durito y con ritmo y con ritmo/ Sacia todos tus apetitos conmigo bebé”. También hay canciones para su pareja, con quien vive en un barrio a media hora de Bogotá, lejos del centro y ya retirada de “la vida social y cultural de Bogotá”. En Quédate escribe: “Sé mi novio eterno/ no olvidemos lo tierno/ Que le gane a la rutina tu sonrisa vespertina”.

–¿Considerás que este disco es el comienzo de una carrera solista?

–No, no tiene nada que ver con la carrera solista. Héctor lo produjo, en los conciertos que estuvimos dando son mitad de canciones nuevas y mitad de Aterciopelados. Pasa que son todas canciones mías y todas giran alrededor de haber sido mamá. No es Aterciopelados, donde había más experimentación y canciones de los dos. Es un disco conceptual, y es sólo mío. Se trataba de hablar de eso tan impresionante que es crear vida dentro de tu cuerpo. Pronto sale un disco de Héctor solo. Creo que es bonito también como banda experimentar cosas fuera del círculo, porque te da más margen para luego volver al balance y a la creatividad juntos.

–¿Te resulta complicado ser madre y salir de gira?

–No. Todas las mujeres contemporáneas tienen un problema ahí, compatiblizar ser madre con tu vida laboral. En mi caso yo tengo más flexibilidad. La mayoría de las mujeres tienen que irse temprano y vuelven tarde. Yo me voy por temporadas, pero por otras temporadas estoy super libre y no tengo horarios rígidos, no es un trabajo de nueve a seis. Mi hija Milagros tiene tres años, y no es la primera vez que se queda sola. Ella sabe cómo es la cosa, que me voy un ratito y vuelvo. No está mal, sobre todo si no está muy largo.

–¿Cuándo escribiste las canciones del disco?

–Durante el embarazo y después del nacimiento. Como compositora no era tan diferente, porque siempre escribí canciones sobre lo que siento, sobre lo que me pasa, sobre lo que opino. De hecho, cada disco si uno lo mira, es un disco de la época en que estaba. Lo curioso es que la mayoría de las canciones las compuse a capella. En general, escribo con una guitarrita acústica, porque mientras ella dormía no quería hacer bulla. Fue algo de entrecasa, entre las dos, entre los tres –con mi pareja–, muy tranquilo.

–En Imán, cantás con tu madre. ¿Cómo fue esa experiencia?

–Lo habíamos intentado antes en Caribe atómico, ahí la invitamos, pero no funcionó. Incluso, para mí cantar en ese disco fue muy difícil, porque estaba acostumbrada a cantar con guitarra y ciertas sonoridades, y cantar con base electrónica, al principio es muy raro. Pero ésta vez sí, y conceptualmente funciona más, porque termina cerrando como un disco de tres mujeres, abuela, madre e hijo. Ella canta boleros, y por estos días estamos trabajando en un disco de ella, de boleros colombianos. El canto de ella fue una influencia central para mí, una escuela inicial. Yo canto por ella, desde que recuerdo, mi madre canta y toca guitarra.

–Te referís al erotismo del cuerpo después del embarazo. Y suele pasar al revés, muchas sienten que el cuerpo se deforma después de tener un hijo.

–Quería revalorizar el cuerpo. Hay algo muy raro, todo se relaciona con la esbeltez. Si no eres esbelta no puedes enamorarte, ni tener sexo, todo está asociado a un cuerpo perfecto. Y es mentira. Y con la persona que amas, todavía más mentira, porque hay una comunicación profunda que se va dando con los años y trasciende el cuerpo. Que venga una personita nueva creada por los dos, potencia todo, es super fuerte. Y además, haber pasado por todo eso, cambia totalmente tu relación con tu cuerpo. No entiendo cómo después de un embarazo se puede seguir pensando en la cinturita, después de que tuviste dentro un ser vivo. Yo por muchos años traté de combatir la vanidad, y es difícil porque siempre te bombardean con la información contraria. Pero uno gana la pelea cuando queda embarazada. Una se siente completa y bendecida, milagrosa. Es una cosa muy grande y muy poderosa. Te sientes mejor amante, también, porque estás más cómoda con el cuerpo.

–Cuando eras más chica, al estar frente de una banda, ¿no sentías presión por estar perfecta?

–Por supuesto. Como todo el mundo. Es algo horrible. Uno tiene que ser consciente de que es mentira. Es una pelea constante, y yo no he sido inmune a eso.

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