Vie 23.09.2005
las12

RESISTENCIAS

miedo a la libertad

El programa UBA XXII no sólo lleva la universidad a las cárceles, sino que abre un espacio de libertad en medio
del encierro que nutre tanto a las personas detenidas como a las y los docentes. Sin embargo, los intentos por controlar esa actividad que margina al Servicio Penitenciario ahora apuntan directamente sobre el profesorado.

En julio, los docentes de la carrera de Sociología que dan clases en las cárceles (Programa UBA XXII) hicieron público su malestar por inusuales medidas de seguridad aplicadas por el Servicio Penitenciario Federal (SPF) tanto a docentes como a alumnos.

En octubre de 2004, ante el hallazgo de trotyl en Devoto, el juez Claudio Bonadío indicó que se implementaran medidas de seguridad más adecuadas en esa prisión. La reacción del SPF fue llevar al extremo las revisaciones a docentes y familiares, y limitar la circulación de los presos en el penal. “Que no podemos ingresar con maquillaje o celulares, lo sabemos y no nos molesta. Son las prácticas habituales del SPF. Nuestra preocupación fue cuando nos notificaron por escrito que iban a revisar nuestras cosas y que no permitirían el ingreso de carteras ni portafolios”, explica Alcira Daroqui, coordinadora de la carrera de sociología de UBA XXII. “Ese memorándum del SPF aún está pegado en los lockers y nosotros sostenemos que mientras no se lo quite estamos al arbitrio de decisiones azarosas. Porque en los diez meses que pasaron desde la indicación de Bonadío hubo arbitrariedades como que un día te revisaran y otro no, un día te hicieran dejar la cartera y otro no. En esas actitudes se ve que no se trata de un problema de seguridad sino que estamos frente a una forma discrecional de ejercicio del poder que te desarticula porque estás a merced de otro. UBA XXII tiene 20 años en las cárceles y nunca hubo un llamado de atención hacia los docentes y tampoco una notificación como ésta. A pesar de que yo suelo tener una mirada conspirativa, en este caso creo que no hubo de parte del SPF una actitud consciente de sabotaje hacia el programa. Lo que sí creo es que se aprovechó la indicación del juez para producir incomodidad entre los docentes.” Y se logró, porque cátedras completas abandonaron el programa, como Historia del Conocimiento Sociológico I, de Sociología.

Si bien los docentes de las ocho carreras dictadas en Devoto son víctimas de los mismos abusos, sólo Sociología y el CBC denunciaron la situación en los medios. Martha Laferriere, directora de UBA XXII desde hace 20 años, está en plenas negociaciones. Asumió el compromiso con los docentes de bregar por el envío de una nueva notificación y a la vez espera las decisiones que tomará el nuevo ministro de Justicia, Alberto Iribarne.

Ezeiza

En Ezeiza los docentes siguen ingresando sin problemas. Pero la única carrera que se dicta allí es Sociología. “El argumento de los docentes para no ir a Ezeiza es el tiempo, pero yo lo desmitifico –dice Daroqui–. No te lleva más que ir a Devoto. El tema es que no hay apoyo institucional ni de las carreras ni de la UBA para este programa. Si las autoridades de la Facultad de Derecho, Ciencias Económicas o Psicología les dijeran a sus docentes que tienen que dar clases en Ezeiza, lo harían. Pero UBA XXII no tiene presupuesto, ni siquiera caja chica. Los docentes nos pagamos la nafta para ir a Ezeiza. Son unidades completamente discriminadas por UBA XXII. Y esto no tiene que ver con una cuestión de género, porque desde el 2001 allí hay una cárcel que alberga a 1900 varones.”Actualmente hay seis mujeres cursando la carrera de Sociología entre las unidades 3 y 31 de Ezeiza. En los 14 años que lleva allí la carrera se recibieron tres alumnas, todas después de haber salido. “Esto se debe también al perfil de las internas: muchas extranjeras, muchas por problemas de drogas, que pasan poco tiempo en la cárcel y entonces empiezan pero no concluyen, o están haciéndolo afuera –explica Laferriere–. Hasta ahora nos fue imposible llevar otras carreras porque los docentes argumentan falta de tiempo. Pero tratamos de paliarlo con cursos de extensión universitaria, y ahora estamos viendo la posibilidad de llevar carreras cortas con salida laboral por el perfil de las presas: mujeres con hijos que tienen que procurarse el sustento cuando salen.” Los próximos cursos que llegarán a Ezeiza son gastronomía y gerontología. Sin desmerecer el esfuerzo, es inevitable señalar que en lugar de abrir nuevas opciones, estas propuestas aumentan el estigma de oficios propios de mujeres.

UBA XXII es un programa único en el mundo. Se intentaron experiencias similares en otros países pero no lograron afianzarse. “Con la presencia del docente, y la misma carga horaria que si cursaran fuera, no hay nada igual”, dice Daroqui con justificado orgullo.

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