Viernes, 5 de julio de 2002 | Hoy
CINE
De padre ginecólogo y madre artista plástica, Natalie Portman nació hace veintiún años en Israel. Ascendente, discreta, para algunos actriz de culto, la reciente ex niña vuelve a brillar en el Episodio II de “La guerra de las galaxias”.
Por Moira Soto
Padmé Amidala,
senadora en peligro en el Episodio II de Star Wars que se estrenó esta
semana, será la madre de los mellizos Luke Skywalker y Leia Organa –viejos
conocidos de los fans de La guerra de las galaxias–, fecundada por su enamorado
Anakin Skywalker, aprendiz aventajado de Jedi, luego devenido siniestro Darth
Vader. Con George Lucas, creador de la exitosa saga estelar, las cosas no se
han dado en orden cronológico, según suele suceder en las narraciones
por entregas –folletines, historietas, telenovelas, etc.–: así
es que ahorita nomás estamos viendo el capítulo segundo, El ataque
de los clones, que llega después del primero, La amenaza fantasma (1999),
donde Anakin, de 9, ve por primera vez a la reinita teen Padmé Amidala,
y ya se enamora de ella. Si nos remontamos lo más lejos posible en el
tiempo, en la primera entrega, en realidad el Episodio IV, La guerra de las
galaxias (1977), Luke, Han, Chewbacca, Obi-Wan Kenobi y una parejita de androides
que se volvió célebre (C-3PO y R2D2) se unen para rescatar a la
princesa Leia, prisionera de Darth Vader; en 1980, en el V, El imperio contraataca,
después de arruinar el plan de sus enemigos, la pandilla sigue luchando
contra el Imperio; Luke aprende los secretos de la Fuerza del sabio maestro
Jedi Yoda; Han y Leia son traicionados por Lando, Luke descubre quién
es su padre y pierde su mano peleando con él; y finalmente llegamos al
Episodio VI, El regreso del Jedi (1983), con Han Solo rescatado de la garras
de Jabba the Hutt y Luke enterándose de que Leia es su hermana, mientras
que el Imperio construye otra nave Estrella de la Muerte; luego Luke lucha con
su padre Darth Vader, que se redime antes de extinguirse.
Todas estas aventuras que conviene refrescar para acercarse a El ataque de los
clones, especialmente las anteriores a La amenaza fantasma, eran una incógnita
absoluta para la adolescente actriz Natalie Portman cuando Lucas la convocó
para interpretar a Amidala en el Episodio I. De modo que la chica que había
debutado a los doce en El perfecto asesino (1994), antes de empezar cualquier
negociación, salió corriendo a alquilarse los capítulos
IV, V y VI: tenía que hacer a la futura madre de Luke y Leia, y no distinguía
entre Chewbacca y C-3PO. Pero Lucas la veía perfecta para el papel: joven,
fuerte, aristocrática, inocente. A Nat le gustó ese personaje
femenino resuelto, con autoridad moral, “alguien con quien valía
la pena que las chicas se identificaran”, pero le costó firmar el
contrato para los capítulos a filmarse con posterioridad (se anuncia
el III, a estrenar en el 2005). “¿Cómo te pueden pedir que
firmes para toda tu vida cuando todavía no llegaste a los 20?”,
exagera la intérprete que se tomó dos semanas antes de darle el
sí al visionario director.
La chica de
10 y 1/2
Si no fuese porque ella se empeña en hacer chistes sobre su perfección
cada vez que la entrevistan, Natalie Portman podría resultar fastidiosamente
intachable, tanto en la vida privada como en sus carreras (universitaria y artística).
Es que esta chica que nació en Israel en 1981, de padre ginecólogo
y madre artista plástica, y se fue a vivir a los Estados Unidos a los
3 añitos, todo lo hace maravillosamente bien, sindesentonar jamás
en ningún rubro. Notable actriz, brillante estudiante de psicología,
se lleva muy bien con sus progenitores que la orientan en la elección
de films y administran los dineros crecientes que gana, no anda de fiesta en
fiesta, no bebe, no fuma, ni mencionar las drogas. Para completarla, es estricta
vegetariana desde los 8, aunque –como además es la mar de tolerante–
no le molesta que sus amigos devoren Whoopers y/o Big Macs en la hamburguesería,
mientras ella desenfunda algún sanguchito de pan integral con manteca
de maní que le preparó mamita.
Tal vez para disimular un poco tanta corrección, Natalie Portman –que
usa el apellido de su abuela materna para despistar– dice que su aspecto
no tiene nada de especial, que es petisa (1,57), que su pelo castaño
oscuro y sus ojos ídem son comunes, que cuando va por la calle nadie
la mira dos veces. En fin, casi parece parte de su excelencia ser modesta. Porque
lo cierto es que desde que se la vio con ese corte Louise Brooks, preciosa e
increíblemente espontánea, junto a Jean Reno en El perfecto asesino,
Natalie –sin duda fotogénica a rabiar– jamás ha pasado
inadvertida en la pantalla. “Ella estaba lista para la cámara cuando
la presentó su agente”, dice Todd Thaler, director del casting de
aquel film de Luc Besson, un protagónico que Portman hizo a los 12, sin
experiencia previa, salvo alguna fiestita de la escuela pública a la
que concurría. En verdad, la única cosa que disgustó un
tanto a los padres fue que la niña se empecinara en actuar, pero igualmente
la respaldaron y le buscaron un representante.
Sin dejar de sacarse sobresalientes en el colegio, NP aprovechó las vacaciones
para filmar –luego de recibir el OK de papi y mami–: en 1995 fue la
hija rebelde de Al Pacino en Fuego contra fuego; en 1996, una jovencita inteligente
y de incisivo humor que enamoraba a Timothy Hutton en Beautiful Girls (vista
por cable); luego aceptó secundarios que la divertían en Todos
dicen te quiero (1996) y Marcianos al ataque (también en 1996). Le dijo
redondamente que no al protagónico de Lolita de Adrian Lyne, y que sí
a Cambio de vida, como hija de Susan Sarandon, que la defendió cuando
no quiso desnudarse en una escena erótica. Y, por supuesto, ese mismo
año decidió encarnar a la reina Padmé Amidala en La amenaza
fantasma, maquilladísima y con extravagantes y muy elaborados quimonos,
recibiendo la total aprobación de los fans de la saga.
Bueno, aparte de brillar en Harvard como estudiante de Psicología Clínica,
Nat habla francés, japonés y hebreo. Y como no le bastaba con
ser una elogiada actriz cinematográfica, a los 16 quiso hacer teatro:
debutó –con gran suceso, por supuesto– en Broadway haciendo
El diario de Anna Frank (antes de los ensayos, viajó a Amsterdam y habló
con Miet Gipes, la mujer que escondió a la familia Frank y salvó
el diario). Actuar en esta pieza tuvo una importancia adicional para Portman,
ya que sus bisabuelos paternos murieron en un campo de exterminio nazi.
Vestida y peinadapara
sorprender
“Tendré un doctorado en Lucas cuando el último episodio termine
de filmarse”, se ríe ahora Natalie Portman, ya despojada del espléndido
ropaje, más leve y estilizado que el de La amenaza..., que lleva con
la elegancia que la caracteriza (muchos la comparan con Audrey Hepburn) en El
ataque... A la talentosa actriz no sólo le gustó el personaje
de la reina adolescente que le propuso George Lucas cuando la citó por
primera vez; también se emocionó con los story-boards ya listos
en los que Amidala tenía sus rasgos. El rodaje del Episodio I no fue
tan bueno como el del II. Natalie se sintió sola, debió cumplir
un horario interminable en Gran Bretaña, vestirla y maquillarla llevaba
mucho tiempo, de modo que la niña de 16 se iba a llorar a los rincones
entre toma y toma (“por eso tengo los ojos rojos en algunas escenas de
La amenaza...”).
En cambio, a la hora de rodar el Episodio II, la actriz decidió pasársela
muy bien. Para empezar, estaba encantada con la evolución delpersonaje,
una reina abdicada que no deja la política sino que asume como senadora,
preocupada por salvar a la República. Una senadora que mantiene su porte
majestuoso, que se enamora del hombre equivocado y lucha junto a él,
y que en una valijita apenas mediana porta un vestuario fabuloso mientras que
manos invisibles esculpen increíbles tocados (dice Lucas que cuando hizo
La guerra de las galaxias, quería para Leia Organa unos pelos nada fashion,
y entonces recordó las trenzas enroscadas sobre las orejas de las revolucionarias
de Pancho Villa: un look que, por lo que vemos, se origina en Padmé,
madre de Leia).
La diseñadora de vestuario Trisha Biggar (con el aporte de los artistas
conceptuales Ian McCaig y Dermot Power) se luce con los trajes de Anakin Skywalker
(Hayden Christensen), Obi-Wan Kenobi (Ewan McGregor), Conde Dooku (Christopher
Lee), Mace Windu (Samuel L. Jackson) y otros personajes. Pero su creatividad
y sutileza se multiplican al vestir a la ex reina de Naboo: “Hubo mucha
mano de obra en esos vestidos, muchos son bordados y aplicaciones, innumerables
combinaciones de texturas. George quería que Natalie tuviera una apariencia
más delicada y menos formal que en Episodio I”, dice Biggar. Como
muestra, en una de las primeras escenas, la senadora lleva un atuendo de varias
piezas: un vestido morado de distintos tejidos, encima un blusón de estilo
isabelino sobre el que cae un abrigo de terciopelo violeta, en tanto que una
gran joya antigua desde la espalda une las mangas colgantes. Para una escena
romántica, Padmé viste un traje multicolor en tonos pastel sostenido
por una gargantilla plateada de refinado diseño, que se continúa
en una falda flotante hecha de varias capas. Por suerte, cuando la sorprenden
las escenas de acción en Geonosis, la senadora porta un ensemble deportivo
blanco de algodón, con bolsillitos en el cinturón. Aunque no tiene
espada láser, como los personajes masculinos, lo cierto es que Padmé
Amidala se defiende como la más astuta y agresiva luchadora.
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