Viernes, 30 de agosto de 2002 | Hoy
PERSONAJES
Hilary Swank, ganadora del Oscar por “Los muchachos no lloran”, vuelve la semana próxima a las pantallas con “Las noches blancas”. La joven y potente actriz norteamericana tiene un pasado duro, una infancia transcurrida durmiendo en autos, y un coraje a toda prueba para conseguir los papeles que le interesan.
Por Moira Soto
La chica de mandíbula
descollante y frente despejada se recogió el pelo castaño dentro
de un sombrero de cowboy que le había costado un dólar, se fajó
los pechos, se puso uno de los trajes de su marido acomodando una media gruesa
retorcida en la entrepierna y tocó el timbre en el sitio donde se hacían
las audiciones para un film de bajo presupuesto, Los muchachos no lloran. Buena
señal: el portero la confundió con un varón y la hizo subir.
Las pruebas para el papel de Teena Brandon, o Brandon Teena como eligió
llamarse este trágico personaje de la vida real las venía
haciendo desde hacía un par de años la joven guionista y directora
Kimberly Peirce, enamorada de esa chica que se convirtió en el chico
favorito de Falls City, amigote de los rudos varones y asimismo galán
encantador según las vecinas del lugar. Brandon Teena-Teena Brandon había
llegado como un forastero más a ese pueblo perdido de Nebraska en 1993,
muy dispuesto/a a afirmar la que consideraba su verdadera identidad. Es decir,
asumirse como varón, aunque su cuerpo era el de una mujer. De modo que
no sólo adoptó vestuario y modales de chico sino que también
dio vuelta su nombre. Durante un tiempo, a Brandon lo quiso todo el mundo: los
tipos porque era un perfecto camarada, las minas por sus adorables gentilezas.
Besaba como nadie, Un perfecto caballero, le comentaron
entre suspiros las chicas a Kimberly Peirce cuando investigó sobre esta
audaz persona que se reinventó a sí misma siguiendo su deseo,
se enamoró de la novia de uno de sus amigos, y terminó cruelmente
violada y asesinada.
Este era el personaje que se moría por hacer la chica de la mandíbula
cuadrada, sin antecedentes de peso como actriz, después de haber leído
el guión de Peirce. Hilary Swank apareció entonces ante la cineasta
que sólo tenía un cortometraje en su haber (The Last Good Breath),
a estas alturas ya desesperada por dar con su intérprete. Hilary sonrió
con todos sus dientes que son muchos y los ojos brillantes, dijo
que era de Nebraska había aprendido el acento practicando con un
casete, que tenía 21 años (eran 24). A Kimberly le encantó
el atrevimiento de esa chica, que además se parecía al original.
Le preguntó por qué había mentido. Brandon también
lo habría hecho, le soltó tan fresca Hilary, dándose
cuenta de que el papel ya era suyo ante la expresión de alivio de Peirce.
A la chica que venía de pasar privaciones desde chiquita, que siempre
había sido respaldada por su madre en su deseo de ser actriz pero que,
hasta ese momento, no había conseguido descollar ni un poquito, sólo
le hizo falta trabajar la voz para volverla más grave, cortarse el pelo
bien cortito, practicar un poco durante un mes vestida de varón (incluso
hizo intentos de ligar con algunas chicas)...
¿Hace falta decir que cuando llegó el momento del rodaje Hilary
Swank ya era Brandon Teena? A 75 dólares por día, en un poco más
de tres semanas rindió una actuación tan intensa y matizada, de
una ambigüedad tan sutil yconmovedora, que la crítica se prosternó
y empezaron a llover los premios, hasta arrebatar el mismísimo Oscar.
Entregada por completo a su personaje, la actriz, que nunca había tenido
dudas sobre su orientación sexual, dice que llegó un momento
en el que sentí que estaba perdiendo hasta la última gota de Hilary,
que ya no iba a volver a ser yo misma, pero ahí fue cuando irrumpió
mi marido a visitarme y me rescató. Cuando terminó el rodaje,
lo primero que hice fue depilarme las axilas, las piernas, las cejas, todo.
Sin embargo, fue interesante dejar la duda sembrada: en esa época iba
con mi marido al restaurante y el mozo me llamaba señor. En vez de corregirlo,
me alegraba: ¡Vaya, se lo han creído realmente!. El
tema de la apariencia exterior me llevó a reflexionar, a replantearme
ideas recibidas: aprendí mucho sobre la condición humana y sobre
mí misma. A menudo emitimos juicios taxativos sobre otras personas a
la velocidad del rayo. Y no sólo sobre su sexualidad, también
sobre su clase social, su origen étnico... Creo que me he vuelto más
abierta y tolerante.
Subiendo la cuesta
¿Se acuerdan cuando el anteaño, en la transmisión de la
ceremonia de entrega de los Oscar, apareció Hilary Swank rutilante, con
un corte fashion y reflejos en el pelo, enfundando su cuerpo sinuoso en un Valentino
dorado, muy escotado? El suyo era un Oscar cantado y, aunque ya se estaba hablando
mucho del film Los muchachos no lloran y de la actuación de esta chica
atractiva, de una belleza moderna y deportiva, más de una se habrá
preguntado en dónde estaba escondido ese talento interpretativo, de qué
manera lo había desarrollado. Y la verdad es que, salvo una serie de
papelitos en producciones más o menos adocenadas, Hilary no tuvo preparación
formal como actriz. Peor aún, esa joven mujer glamorosa, con un toque
de distinción y transida de emoción, que recibía el Oscar
en el 2000, tuvo una infancia dura, pasó hambre, soportó las burlas
de sus compañeros de colegio ante su evidente pobreza. Probablemente,
H.S. comprendió tan profundamente a Brandon Teena porque ella misma se
sintió una marginada cuando de niña vivía con su madre
en un estacionamiento para casas rodantes, en Washington, y apenas les alcanzaba
el dinero para compartir un desayuno al día.
Cuando Hilary cumplió los 15, partió hacia Los Angeles con su
progenitora, que había ahorrado unos poquitos dólares. Obviamente,
el objetivo era que la adolescente buscase oportunidades como actriz. Pasaron
momentos difíciles, tuvieron que vivir un tiempo en un auto abandonado.
Pero mamá Swank no aflojó, consiguió trabajitos temporarios,
acompañó a su hija a muchos castings. Así fue que Hilary
consiguió pequeñas participaciones en series como Growing
Pains. Pasaron un par de años y el panorama pareció mejorar:
la adolescente consiguió un papel secundario en el film Buffy, la cazavampiros
(aquí sólo editado en video) y otro en la serie de moda Beverly
Hills 90210. Cuando Hilary ya se creía que se le estaban cumpliendo
los sueños, y además empezaban a tener ella y su madre una vida
más confortable, el productor Aaron Spelling decidió sacarla de
la serie, pretextando que lo suyo no funcionaba.
En los seis años siguientes las propuestas que recibió fueron
modestas en todo sentido (poca guita, personajitos olvidables, producciones
de cuarta). Afortunada en el amor, a los 18 conoció a Chad Lowe el
que fue con ella a la entrega de los premios de la Academia, y la sigue acompañando
en la vida, se enamoró, se fue a vivir con él y se casaron
en 1997. Dos años después, Hilary conseguía el rol principal
de Los muchachos no lloran.
La lección del maestro
Así como en un momento la carrera de Hilary Swank corrió el riesgo
de estancarse en una oscura medianía sin obtener nunca un rol principal,
después de ganarse el Oscar pareció que la alcanzaba esa especie
de maldición que cada tanto cae sobre algunas figuras premiadas Elizabeth
Shue, Mira Sorvino que después de la estatuita no logran del todo
levantar cabeza en su profesión. El nombre de Swank, en el momento de
mayor suceso, sonó para sustituir a Jodie Foster en Hannibal, para estar
en Gangs of New York... pero nada. Si bien es cierto que la oscarizada Hilary
se tomó un tiempito para salirse de Brandon Teena y rechazó algunas
propuestas que no la convencieron, desde Los muchachos no lloran apenas tuvo
una interesante participación en Premonición y un protagónico
relativamente logrado por el bajo vuelo del film en The Affair of
the Necklace, de Charles Shyer, en donde interpreta a la condesa Jeanne de la
Motte-Valois, en ardua lucha por recuperar su título a fines del siglo
XVIII.
Que la impresionante actuación de H.S. en Los muchachos... no fue una
mera cuestión de azares afortunados convergentes su pasión
por el personaje, conocer el guión a tiempo, la dirección de Peirce
lo demuestra su inteligente actuación en Noches blancas (Insomnio), estreno
de la semana próxima dirigido por el brillante Christopher Nolan, con
un reparto que encabeza el príncipe de actores Al Pacino. En este film,
Hilary encarna a una policía novata pero muy despierta, apasionada por
su trabajo y con claras ideas morales. Una vez más, Christopher Nolan
vuelve sobre el tema de la memoria, de la alteración que provoca su pérdida,
al tiempo que revisa a su manera los códigos del cine negro. Si en Memento,
Shelby es incapaz de retener lo que sucedió cinco minutos antes y por
eso necesita anotar todos sus actos y tatuarse recordatorios, en Noches blancas
el detective Dormer a causa del insomnio empieza a perder sentido
de realidad, a confundirse, a extraviarse. Will Dormer (un nombre que viene
con guiño) ha llegado a un pueblito de Alaska para investigar el crimen
de una adolescente, en compañía de Hap Finch. Un colega que además
trabaja para Asuntos Internos en una investigación sobre los procedimientos
heterodoxos pero bienintencionados de Dormer. Una muerte accidental,
el insomnio que no cede bajo el sol de medianoche, un psicópata que sabe
demasiado y se aprovecha de la fragilidad creciente de Dormer... Y en el medio
Ellie, una chica algo pajuerana que ha visto fascinada llegar a su ídolo,
bebiéndose sus palabras, observando sus gestos, tratando de adivinar
su pensamiento. Ellie intuitiva, lúcida caza al vuelo las
lecciones del maestro y avanza certeramente en una investigación, comprometiendo
a ese detective muerto de sueño que cierra su clase con una lección
de integridad moral.
En las entrevistas de promoción de Noches blancas, ya de regreso en los
Estados Unidos, con la beba del director Nolan en los brazos y vigilando a los
gemelos de año y pico nene y nena de Al Pacino, a Hilary
se la ve feliz de haberse topado con Ellie en ese trayecto iniciático,
de haber comprendido y transmitido la evolución de ese personaje que
primero idealiza a Dormer, luego descubre su doblez y finalmente lo estima en
su imperfección. Mi experiencia de trabajar con Al guarda algún
paralelo con la de Ellie. Por ejemplo, supe enseguida cómo se sentía
ella: tan emocionada como yo en presencia de un actor tan genial, el mejor de
todos, además una persona tierna y encantadora en el trato cotidiano,
dice la actriz que será una astronauta en su próximo film, The
Core. Entretanto, confiesa que le encantaría estar alguna vez en la serie
The West Wing, en la que actúa su cuñado Rob Lowe,
pero él no se da por aludido pese a mis reiteradas indirectas....
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