Viernes, 13 de abril de 2007 | Hoy
SALUD
La Argentina ofrece un territorio de fuertes contrastes en relación con la salud sexual y reproductiva, más aún cuando se trata de anticoncepción de emergencia, un método que, como su nombre lo indica, ofrece una oportunidad cuando otros han fallado o no se han podido usar y que la Iglesia Católica sigue cuestionando con argumentos místicos. Ana Estebanez, con una larga experiencia en trabajo de campo, habla de la situación en España y del rol central de la AE en la disminución de los abortos.
Por Luciana Peker
Ana Estebanez tiene el pelo color zanahoria, los ojos celestes y una piel que habla de un camino que muestra repliegues y de un rostro que descascara luminosidad en una mirada con horizonte. Ella está en la Argentina de visita, pero no trajo sólo cámaras digitales sino también datos, experiencias, historias de sus cincuenta y cinco años de vida como feminista diplomada en trabajo social y experta en las consecuencias en la salud de la violencia contra las mujeres. Y especialmente de sus años de hablar y escuchar y dar y repensar a través del día a día en el Centro de Planificación Familiar La Cagiga en Santander, España. Ese país que ocupa, desde la llegada de José Luis Zapatero a la presidencia, las tapas de los diarios por poner como prioridad política la igualdad entre los varones y las mujeres. Y en ese país Ana no es de las que salen en los diarios sino de las que construyen, día a día, la verdadera igualdad. Ella habla, escucha, aconseja, contiene y soluciona viejos y nuevos problemas de las mujeres en el camino de ser nuevas mujeres.
En ese camino, Ana cree que el uso fluido de la anticoncepción de emergencia es el gran logro del Centro de Planificación Familiar para que los abortos lleguen a la tasa más baja que se puede esperar. Aunque todavía reclama que el aborto cuente con mayor respaldo legal para practicarse en los hospitales públicos –donde el supuesto derecho a la objeción de conciencia generó que los médicos se cruzaran de brazos y que las mujeres se cruzaran a las clínicas privadas para interrumpir sus embarazos– y señala nuevos desafíos: la violencia y los embarazos no deseados en las mujeres inmigrantes y los embarazos deseados pero que no llegan en las mujeres que inician la búsqueda de la maternidad a edades demasiado tardías. ¿Demasiado? “La maternidad demasiado tardía puede tener costos para las mujeres. Yo las veo sufrir.”
–¿Y eso es malo para una feminista?
–Hay muchas mujeres que nunca han pensado en la maternidad. Por eso en el Centro de Planificación Familiar les preguntamos si han pensado en la maternidad.
–El feminismo se basó en el derecho a ser o no ser madres. ¿No puede sentirse como una contradicción promover que las mujeres tengan hijos antes de lo que ahora se acostumbra?
–No. Es conveniente que si una mujer quiere tener un hijo se quede embarazada antes de los 40 años, y de ser posible antes de los 35, porque a esa edad aumentan los riesgos de abortos espontáneos y de problemas en su salud y en la del feto. La decisión de no tener hijos es un tema personal. Pero es distinto de la falsa idea de que la maternidad tardía no tiene riesgos.
–¿Es más feminista advertir sobre las consecuencias del reloj biológico que hacerse las desentendidas sobre la relación entre el deseo de ser madre y el paso del tiempo?
–En los centros de salud nosotros vemos los procesos, a veces muy dolorosos, de las mujeres que se someten a múltiples tratamientos de reproducción asistida con altos costos emocionales y físicos. ¿Y por qué? Porque de repente llegan a una edad en la que tienen prisa por ser madres y sienten que se les va su última oportunidad. Las integrantes del movimiento feminista defendimos que las mujeres puedan decidir sobre su maternidad y que las que no tienen pareja o son lesbianas puedan usar nuevas tecnologías de reproducción. Pero tampoco es ético que las mujeres maduras se sometan a más de tres intentos de fertilización –que es el tope que tienen los hospitales públicos, pero que puede superarse en las instituciones privadas– en su desesperación por quedar embarazadas.
–¿Qué se puede hacer desde el Estado para no dejar acorraladas a las mujeres entre tener hijos a una edad en la que tienen que apuntalar su carrera o tenerlos en la madurez, con más riesgos biológicos?
–Las mujeres todavía son las cuidadoras de los niños y las personas mayores aunque trabajen, sean autónomas e independientes. Por eso los políticos tienen que otorgar prestaciones para que los varones participen y se sientan responsables de la crianza de los hijos y las tareas domésticas, que es el caballito de batalla que tenemos en España.
–¿Cuáles son los mayores logros del trabajo en su centro de planificación familiar?
–El aborto está en índices muy aceptables –alrededor de 300 por año en una población de medio millón de mujeres– que ya no creo que se puedan seguir bajando. Este es un buen indicador de salud reproductiva. Creemos que una de las herramientas más eficaces es la anticoncepción de emergencia o “segunda oportunidad”, como la llamamos nosotros. El sistema funciona porque es muy difícil que una joven hoy no sepa que puede ir a buscar la anticoncepción de emergencia al centro de planificación, ya que hacemos difusión a través del sistema de salud y en el nivel educativo.
–¿Cómo prescriben ustedes este tipo de anticonceptivo?
–Siempre dimos las dos pastillas juntas porque aumentan la eficacia y no los efectos colaterales. Pero, desde hace algunos meses, los laboratorios empezaron a generar una monodosis que es aún mejor. Siempre lo más recomendable es que la ingesta sea antes de las 24 horas. Igual se puede tomar hasta las 72 horas. Y a partir de ahí, incluso se puede colocar un DIU como tratamiento post-coital.
–¿Por qué consideran tan central la anticoncepción de emergencia?
–Porque de cada cien preservativos, cinco se pueden romper. No tiene que ser utilizado como un método anticonceptivo, pero si cada uno reflexiona qué cantidad de coitos se pueden mantener en la etapa joven es evidente que resulta central que los centros de salud estén abiertos las 24 horas (y especialmente los fines de semana, cuando aumenta la demanda) para responder frente a un accidente donde no hubo método anticonceptivo, se produjo una relación inesperada, una chica se olvidó de tomar una pastilla o el preservativo se rompió o se deslizó. La anticoncepción de emergencia es central para evitar los abortos. Pero nuestro nuevo desafío está en las inmigrantes: sólo el diez por ciento de ellas conoce este método para evitar un embarazo no deseado.
¿Quiénes van a buscar la anticoncepción de emergencia?
43,9% adolescentes
38,8% jóvenes de entre 20 y 24 años
¿Cuándo van?
72% va al centro de salud a pedir la anticoncepción de emergencia entre las 36 horas después de la relación sexual sin protección
¿Por qué van?
72,6% de la demanda es por rotura
de preservativos
17,3% de los pedidos de la píldora es por deslizamiento de preservativo
9,2% del requerimiento posterior a la relación es por no uso de
método anticonceptivo
¿Cuándo falla la anticoncepción de emergencia?
En el 0,62% de los casos se producen embarazos
Fuente: Estudio sobre el período 1997-2000, con un total de 9746 tratamientos de anticoncepción de emergencia administrados en el Centro de Planificación Familiar La Cagiga, Santander, España.
¿Escuchó hablar de la
anticoncepción de
emergencia?
Sí: 71%
No: 27%
No contesta: 2%
Por sexo
NO conocen el método del
día después
32% de los varones
26% de las mujeres
Por edad
NO conocen el método
del día después
28% de 41 a 60 años
27% de 18 a 25 años
24% de 26 a 40 años
Por región
NO conocen el método
del día después
49% del Noreste (NEA)
34% del Noroeste (NOA)
26% de Ciudad de Buenos Aires y área metropolitana
24% de área Pampeana
20% de Cuyo
15% Patagonia
¿Está de acuerdo con que las mujeres puedan tomar la píldora del día después si falló el método anticonceptivo?
De acuerdo: 54%
En desacuerdo: 31%
Ni acuerdo ni en desacuerdo: 11%
No sabe - No contesta: 4%
Fuente: Estudio Nacional de Opinión Pública sobre Derechos Reproductivos, de la consultora Knack, representativo de la población argentina mayor de 18 años. La encuesta se realizó a través de 1500 entrevistas cara a cara, en 31 centros urbanos de todo el país, en octubre de 2006.
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