Vie 30.11.2007
las12

MEDIOS

Qué mal se TV

El caso de la mujer que fue asesinada por su ex esposo, después de que un programa de televisión los reuniera violando la orden judicial que prohibía a éste acercarse a menos de 500 metros de ella, puso en debate, en España, la necesidad de controlar los contenidos de los medios masivos. ¿Y por casa cómo andamos?

› Por Luciana Peker

Ricard Navarro no podía acercarse a 500 metros de Svetlana ni comunicarse con ella por dos años, por una orden del 31 de octubre pasado, de la justicia española. Ella había viajado mucho más que eso para llegar al país de Ricard. Svetlana, mamá de un hijo de dos años, venía desde Rusia con la ilusión de una Europa mejor. En España conoció a Ricard. Y en España le hizo una denuncia, el 30 de marzo de 2007, por malos tratos. El juzgado lo condenó y ordenó que él no se pudiera acercar a ella ni a cinco cuadras de distancia. Sin embargo, él logró quedar tan cerca como el espacio que hay entre un sillón y otro. Y logró pedirle matrimonio en uno de esos programas –El diario de Patricia, de Antena 3– que en la Argentina preguntarían “¿yo me quiero casar y usted?”, mientras el amor parece un loto que está a la vuelta de la esquina o una apuesta en la que, alguna vez, el numerito de la suerte va a salir y sólo hay que estar dispuesta a esperar y dar el sí.

Ahora, el Juzgado de Violencia contra la Mujer de Alicante ordenó que Navarro –un carnicero de 30 años– permanezca en prisión por haber acullichado a Svetlana, en el cuello y en las muñecas. Ella murió el 19 de noviembre, apenas unos días después de haberse encontrado –sin ser informada por la producción del programa que él iba a estar en el programa– en la televisión con su ex pareja y de haberle dicho que no –frente a cámaras– a su oferta de matrimonio. Svetlana murió por el reality de la violencia apenas unos días antes del día de la no violencia hacia las mujeres, en un país en donde ya murieron 69 mujeres de violencia machista, según la propia definición del presidente José Luis Zapatero.

Una violencia que no da tregua y que ni siquiera puede alegarse que se ve más porque ahora se mira y antes no se contaba. La cantidad de mujeres muertas en el 2007, asesinadas por sus parejas o ex parejas, ya ha superado el número de víctimas del 2006 (68) y del 2005 (58). Pero 58, 68 o 69 no son numeritos del loto. Son vidas. Son muertes. Son mujeres sin vida. Por ser mujeres. En su mayoría, el 40 por ciento de los casos, inmigrantes, mujeres vulnerables, las más vulnerables, las más deseantes, las más desamparadas. Y las más expuestas. Ahora, también, por la televisión. Por eso, la vicepresidenta española María Teresa de la Vega sentenció: “No vamos a permitir que la violencia se convierta en un espectáculo”.

Zapping sexista

Pero el show de apología a la violencia de género no sólo se ve en España. Sin necesidad de un caso como el de Svetlana, el machismo de la televisión argentina no resiste diez minutos de zapping. Monique Altschul, directora Ejecutiva de la Fundación Mujeres en Igualdad, analiza: “En la Argentina no existe ningún control sobre los programas que muestran abiertamente, y a toda hora, violencia de género. Resulta altamente nocivo que los/as menores de edad estén expuestos en horarios sin restricciones a telenovelas o sus publicidades en los que se naturaliza la violencia; en donde las actitudes violentas aparecen como glamorosas. Por eso, regular la aparición de la violencia de género (física o verbal), aunque sólo sea antes de las 22, constituiría un paso importante”.

Por su parte, Monique está de acuerdo con la idea de que los medios públicos de comunicación –como referentes de políticas de estado comprometidas con la igualdad y como espejos frente a los otros medios– no estén librados al azar de la grilla, sino que deban cumplir con una parte de su programación dedicada a difundir distintas iniciativas para lograr la equidad de sexos. “Introducir un cupo para la perspectiva de género nos llevaría a desarrollar un programa de educación popular no sexista. El paso siguiente sería lograr la transversalidad del enfoque de género en todos los medios de comunicación.”

Desde Italia, María José Lubertino, presidenta del Instituto Nacional contra la Discriminación (Inadi), anuncia que ya se están dando los primeros esbozos para que la televisión se sienta observada, no sólo mirada. “El Inadi constituyó junto con el Comfer un Observatorio de Medios –de programas y publicidades– en donde, hasta ahora, el principal problema es el racismo. Ya conversamos con el productor Diego Gvirtz por los chistes de ‘El gato de Verdaguer’, del programa Duro de domar, de Roberto Pettinato y él tuvo muy buena recepción. También citamos a Lucho Avilés que mostró una actitud más reticente. Por otro lado, vamos a convocar a los responsables de las publicidades de Axe Shower Gel –en donde un varón que usa jabón de mujer tiene conductas supuestamente femeninas como querer casarse–, de Pepsi Max –en la que tres chicos apuestan a conquistar mujeres y gana el que hace poker de pochochas– y de Anaflex –en la que se muestra que las mujeres que están menstruando son violentas y alocadas–, porque creemos que convocarlos a dialogar siempre es un llamado de atención”, apunta Lubertino.

¿Pero el Estado sólo tiene y puede convocar a charlar o tendría y debería lograr más poder para sancionar publicidades o programas discriminatorios o con apelación a la violencia de género? “Habría que reformar la ley de radiodifusión –promueve Lubertino– y poner el derecho a la no discriminación con el mismo rango que la libertad de información y de expresión. Con los códigos de buenas prácticas de los propios medios no alcanza. Pero también hay que tener cuidado de no caer en prácticas autoritarias. En toda Europa se da el mismo debate sobre cuál es la mejor manera de frenar la violencia de género que se fomenta en los medios de comunicación.”

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