MODA
Dragao Fashion Week reunió, durante una semana, a diseñadores brasileños y algunos invitados internacionales (el argentino Andrés Baño, entre ellos) para crear un universo paralelo. Seminarios sobre estética, prendas osadas en jean, ideas clásicas versionadas de manera transgresora y hasta un diseñador que se homenajeó a sí mismo son sólo algunas de sus instantáneas.
› Por Victoria Lescano
Las pasarelas se extendieron a cuatro salas del centro de convenciones de Fortaleza (bautizadas respectivamente “do Barro”, “do Fogo”, “do Aire” y “Salao dos Mares”), que iban del formato petit al XL y se sucedían en varias plantas. Allí, entre el 31 de marzo y el 5 de abril se celebró Dragao Fashion Week, un ciclo que agrupa a diseñadores brasileros, representantes de la moda de autor del estado de Ceará, los últimos nuevos nombres en diversas pasarelas de Brasil y que, en su novena edición, tuvo cruces con el arte (Dragao de Todas as Artes fue su consigna).
El cronograma incluyó también a nuevos talentos de cuatro universidades de la región, conferencias sobre moda y arte, y moda y cine, seminarios sobre estética –de Ronaldo Fraga (propulsor del diseño político y dueño de una preciosa nueva tienda en la Villa Madalena de San Pablo) a Karim Ainouz, director del film Madame Sata– y también otros que ahondaron en la estética del nordeste, puesto que el estado de Ceará es rico en artesanías, bordados de prendas, manteles y crochets.
La industria del jeanswear fue omnipresente en las colecciones vía pantalones de cintura alta, vestidos de silueta globo; los hilados con purpurina, simulacros de batik y las estampas art déco fueron la novedad. Pudieron verse tanto en Lindeberge Fernández y su colección con vestidos con tachas y piedras, que citaron la era del jazz con lenguaje futurista, como en vestidos con bordados artesanales de Gilvania Monique.
Vale mencionar que los mayores productores de denim en Brasil son las firmas Vicunha, Santista Textil y Santana Textil (esta última fue el principal sponsor del evento y, además de una fábrica en los alrededores de Fortaleza, es también dueña de una nueva planta de elaboración de denim, en el Chaco argentino).
La firma Rosa Chá, una de las mayores exportadores del bikini hecho en Brasil, llevó su homenaje a la familia real portuguesa traspolado a bikinis y bañadores de invierno, pantaloncitos y ponchos para llevar sobre el bañador, pero la sorpresa del estilo playa llegó del lado de la firma local Mar del Castro. Sus diseñadores, los hermanos André y Rafa Castro, citaron la cultura y el cultivo de la mandioca como argumento para sus hilados y su paleta cromática, en los sarongs maillots de escotes pronunciados y bikinis de cintura alta. Además, exaltaron tejidos regionales, de las tradicionales prendas de puntillas tejidas en el municipio de Oros. Los hermanos Castro integran, además, el ciclo Colectivo de Diseñadores, que en forma paralela a Dragao Fashion implementó una jornada de desfiles en el antiguo cine San Luis (con interiorismo art déco en tono rosa y verde lima), del que participaron también los diseñadores Cándida Lopez y Anastasio Jr., entre una decena de creadores. Todos tuvieron en común las citas a textos del dramaturgo y periodista Nelson Rodríguez, y la exhibición de cortos ideados para la ocasión. Los asistentes vieron las pasadas paquetes de pipoca –pochoclo– en mano.
El listado de nuevos nombres del diseño indie brasileiro presentes en Dragao admite a Tarcisio Almedia, diseñador con formación en la escuela de artes de Bahía. El creador, de 20 años –quien fue ganador del anterior concurso para nuevos talentos de la semana de moda– se inspiró para su colección “Rinoceronte” en Eugène Ionesco; las modelos llevaron pies descalzos con pintura simulando lodo; se vieron prendas en negro y rosa, con forma de visos funcionales, chemise con impronta tecnológica y juegos de volumen.
Weider Silverio, diseñador de Fortaleza radicado en San Pablo, hizo una bellísima colección con citas al Africa, tejidos de punto con siluetas que innovaron sobre drapeados y fabulosos accesorios: pulseras de madera que devinieron mangas, círculos con bordados que emergían del cuello de un top, collares de hilados. Las modelos llevaban botas en negro y beige muy elegantes y vestidos cortos y pantalones o bermudas en tonos de beige, bordó, verde colibrí, además de maquillaje que simulaba plumaje sutil saliendo de los ojos. Fue su quinta presentación en el ciclo (en la actualidad sus desfiles son muy celebrados también en el certamen paulista “Casa do Criadores”).
Las citas a la extravagancia británica se vieron en la pasarela de Samuel Cirnansck, con homenaje a los vestidos de tartanes que popularizó Vivienne Westwood y también a sus siluetas encorsetadas en encajes y jean, a las que sumó construcciones bordadas en metal. En King 55, mientras tanto, la apuesta viró al jean en todos sus colores, combinado con tops de rayas, galeras, estampas rescatadas de asistentes a raves y también galas rockeras. Su creador, Amauri Caman, argumentó un homenaje a los presidiarios y a Chanel, con licencias del tropicalismo y el punk rock, implícito en los lenguajes y la cultura de diseño urbano del Brasil.
A propósito de uno de los invitados extranjeros, el argentino Andrés Baño –también fueron convidados los mexicanos de Trista–, el periódico oficial del evento, el prestigioso World Fashion Daily tituló “Evita visita a Madonna”. “Imaginé una antropofagia de imaginarios que fusionan a Marlene Dietrich, Madonna y Grace Jones con surfers dark”, argumentó el creador sobre su colección. Su desfile tuvo inéditos patchworks de jean, animal print, plumas en una línea de chaquetas para noche y también en las orejas de las y los modelos. No faltaron sus célebres cadenas gruesas y doradas para el cuello, que llevaron los varones, al igual que las fusiones con piezas de cotillón y armas de juguete, ni tampoco los pantalones muy ceñidos o los corsés superpuestos que son íconos de su estilo de diseño. Representante de la generación de moda surgida de la primera Bienal y conocedor de la cultura de discotecas, él se presentó ante la prensa brasileña –que celebró mucho su colección– como “un creador del under porteño que construyó un estilo en base a la escasez de textiles habitual en Buenos Aires.” Actualmente Baño tiene un taller de realización en Palermo y de allí abastece desde hace varios años a la tienda La mercería, con las cautivantes vidrieras de Manolo Gamarra. Fue de paso por allí que Claudio Silveira, el creador del ciclo Dragao Fashion Week, vislumbró los atuendos de Baño y lo invitó a sumarse al ciclo como invitado extranjero. Lo cierto es que muchas de sus compradoras provienen de Brasil y también de Los Angeles, y que el creador ya fue convidado a sumarse al ciclo de paulista Casa do Criadores.
Los mexicanos de Trista mostraron una colección de invierno similar a la que presentaron en la Semana Internacional de la Moda de Madrid, aunque con cambios en el estilismo: sumaron tacos altos imprescindibles en el imaginario local y también una línea de jean que desarrollaron como consecuencia de su nueva colaboración para la textilera Santana, próxima a abrir una sucursal en México.
Entre las propuestas de moda masculina cautivó “Noite”, la colección de Mario Queiroz, quien desfiló overalls en cuadros escoceses (la estampa escocesa en colores variados es uno de los ítem de rigor en las pasarelas para invierno y se vio muy bien desarrollada en la marca cearense Jo-io.lá, aplicada a shorts y camisas con jabot), trajes y atuendos con matices elegante sport en tonos de violeta y lila, vestidos y sweters de tricot con estampas de hojas blancas sobre negro y, como accesorio inquietante, máscaras de metal. Otra apuesta más vinculada con el uso casual y relajado fue la que Queiroz diseñó para la marca Branks. Y allí sí: bermudas, pantalones de uso diario, remeras con estampas de plantas tropicales y las infaltables sungas.
Joao Pimienta hizo una colección absolutamente masculina con citas a los indios navajos y a los maoríes. El comienzo en marrones y con rastas de lana fue algo confuso, pero la colección tuvo su momento más logrado y absolutamente risqué en las pasadas de impronta neo dandy, punk y gótico: allí se vieron fabulosos trajes símil damasco en azul, y pantalones negros con tachas que literalmente dejaban traseros al descubierto.
Otras relecturas del estilo del Brasil arribaron vía “Carnaval chick”, colección muy esperada del estilista pernambucano Walerio Araujo. En la pasada inicial, un bikini de cristales swaroski bordado sobre vestidos de seda transparente, plus tocados con plumas de colores rojos y turquesas; luego, bodies dignos de divas de film noir, vestidos strapless y pantalones de varón en cuero metalizado en fucsias y turquesa, remixes de faldas rectas emplumadas con tops, y para los garotos, zapatos de rufián en punta.
No faltó una chica con tocado y corset de reina de carnaval. Pero el gesto de alta moda lo dio el mismísimo Walerio, creador de figura pequeña, cuando, al cierre, salió a saludar sambando sobre un par de sandalias doradas con taco alto, una remera con su propio rostro estampado en glitter... y sí, un tatuaje también con su rostro pero sobre en el brazo. Cada jornada del ciclo de moda dio clases de cómo llevar carteras de lujo con accesorios lúdicos paseándose con paso de diva por el lobby de un hotel de playa en la ciudad de Fortaleza.
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