FERTILIZACIóN ASISTIDA Y EMBARAZOS MúLTIPLES
En Latinoamérica, el porcentaje de embarazos múltiples a raíz de tratamientos de fertilización asistida es tres veces mayor al que está aceptado por la comunidad científica, tanto de acá como del resto del mundo. Un escenario donde juegan intereses de todo tipo y el único perdedor es la salud de madres y bebés.
› Por Valeria Burrieza
Después de generaciones de hermanos mellizos, trillizos, cuatrillizos y más, la ciencia se acordó de abrir la puerta de la cocina y mirar que detrás de esos úteros sobrecargados de óvulos inseminados hay bebés que nacen antes de que sus cuerpos estén desarrollados, vientres que se abren al filo del bisturí, panzas tamaño industrial que deben permanecer quietas en la cama varios meses, tetas que explotan como volcanes en erupción, mujeres que ponen en riesgo su salud y familias que se las tienen que ingeniar para cumplir con roles varias veces multiplicados.
Los embarazos múltiples, que fueron casi una marca de época al comienzo de la era de la reproducción vía laboratorio, fueron descendiendo a medida que transcurrieron los años. Sin embargo, en nuestro país las estadísticas reflejan los síntomas de un sistema donde se entrelaza la ciencia y la dinámica ultrasensible del mercado, que quiere asegurar a ultranza el éxito de sus intervenciones y, en muchos casos, se pasa de la raya.
En el campo de la fertilización asistida luchan intereses de distinto tipo. De un lado, están los centros de asistencia, ansiosos por lograr que las parejas se acerquen a ellos y de demostrar que sus tratamientos son exitosos, del otro están los casos de padres con dos, tres o más hijos nacidos al mismo tiempo, la prueba más irrefutable de que algo falla en la receta de la ciencia. En el medio hay parejas que quieren tener hijos y no pueden, que están dispuestas a pagar y hacer lo que sea necesario y a someterse a lo que la medicina prescriba para tratar de conseguirlo.
Está claro que el éxito de los centros de reproducción es lograr embarazos. ¿Pero conseguir un embarazo doble o triple es preferible a no conseguir ninguno? Para algunas parejas sí y para otras no, pero en los dos casos la mayoría no tiene plena conciencia de los riesgos que corren ellos y también sus futuros bebes, de los problemas de salud a que se están exponiendo de por vida. Y ahí es donde los límites entre la ciencia y la lógica de mercado se vuelven peligrosamente borrosos.
Recientemente, la Red Latinoamericana de Reproducción Asistida, una entidad científica que agrupa a 134 centros de reproducción asistida de esta parte del mundo (excepto de Costa Rica donde está prohibida la intervención de la ciencia para lograr embarazos) lanzó una recomendación a todos sus miembros: tratar de reducir el número de embarazos múltiples.
Los estudios publicados por especialistas en reproducción demuestran que los embarazos múltiples conllevan demasiados síntomas que ponen en peligro la salud de madres e hijos. Por empezar, si la madre tiene más de 40 años, que es bastante habitual en los tratamientos asistidos, la multigestación aumenta los riesgos de hipertensión y diabetes gestacional.
Además, en las gestaciones múltiples hay más probabilidades de que alguno de los fetos muera, que sufra un retardo en el crecimiento intrauterino, lo que a su vez puede estar asociado con malformaciones. Las amenazas más serias se vinculan con la prematurez y con todo lo que el desarrollo incompleto del feto conlleva: bajo peso, inmadurez y, por lo tanto, mayor riesgo de mortalidad perinatal.
Esos indicios llevan a las conclusiones que ya están estudiadas, calculadas y publicadas: para un bebé único, la tasa de mortalidad en el primer año de vida es del 2 por ciento, pero sube al 30 cuando son gemelos, se duplica al 62 por ciento en caso de trillizos y al 95 por ciento cuando son cuatro bebes.
En Latinoamérica, la mayoría de los centros de reproducción asistida cae en una peligrosa exageración: mientras en todo el mundo la tasa aceptable de embarazos múltiples logrados por medio de tratamientos es del 20 por ciento, las últimas estadísticas disponibles en el Registro Latinoamericano de Reproducción Asistida (son de los años 2003 y 2004) dicen que en nuestra región esa tasa supera el 50 por ciento.
Para ser más exactos, en el año 2003, por ejemplo, se reportó un 37,3 por ciento de embarazos gemelares, el 11,7 por ciento de los casos fueron embarazos triples y un porcentaje del 1,3 fue para los cuádruples. El total: 50,3 por ciento de embarazos de más de un embrión que fueron reportados y en los que el niño nació con vida. Los demás quedan fuera del registro.
Los números que quedan fuera de esas estadísticas son impactantes. Se calcula que en el caso de las gestaciones gemelares, el porcentaje de mortalidad durante el embarazo es del 3,4 por ciento, mientras que el porcentaje es más alto en el caso de embarazos triples o cuádruples, con el 7 y 21,9 por ciento de mortalidad durante la gestación respectivamente. Es decir que si se calculan los embarazos que no llegaron a término, la cantidad total de gestaciones múltiples daría un porcentaje del 80 por ciento del total de embarazos asistidos, no remotamente cercano al 20 por ciento que se acepta como margen de error.
La mayor probabilidad de que se produzca un embarazo múltiple reside en las técnicas de baja complejidad, en particular en la estimulación ovárica, que consiste en suministrar drogas para que la mujer pueda generar más de un óvulo. Aun así hay alternativas para acotar la amenaza de mellizos o trillizos: ecografías para saber cuántos folículos se formaron, pasar a una técnica de alta complejidad, o aspiración selectiva de algunos folículos.
“Los pacientes pagan y quieren embarazos. La única manera de asegurarlo que tienen los centros es por medio de la implantación de más óvulos. Pero es hora de darnos cuenta que si el resultado es un embarazo múltiple, el tratamiento no fue exitoso”, dice Jorge Blaquier, director regional de la Red Latinoamericana de Reproducción Asistida en Argentina, Uruguay y Paraguay.
En nuestro país no hay legislación que regule la cantidad de óvulos que los centros pueden inseminar durante los tratamientos. En países como España, por ejemplo, cada tratamiento otorga derecho a un solo embrión y habrá que realizar uno nuevo cada vez que se quiera intentar conseguir un embarazo, pero siempre los embriones se aplicarán de a uno por vez. “La diferencia –según Blaquier– es que allá paga el Estado, acá el paciente.”
Por el Congreso pasaron ocho proyectos de ley en los últimos 15 años para tratar de organizar los alcances de la fertilización, pero todavía no hay ninguna sanción y las discusiones se pierden en el tiempo. La mayoría de los proyectos, más allá de las diferencias y las direcciones ideológicas particulares de que cada, coincidían en la necesidad de informar con claridad a las parejas sobre los alcances y riesgos de los tratamientos.
No siempre los pacientes están al tanto de lo que les espera. “Muchas veces las parejas no reciben suficiente información sobre cuáles pueden ser los resultados de los tratamientos, ni tampoco se les informa qué pasa en caso de que esos bebés nazcan prematuros o no se les explica cuán riesgoso es un embarazo múltiple. También es cierto que algunas parejas luego de varios tratamientos frustrados, le insisten al médico para que implante más de dos óvulos y no tienen en cuenta que muchas veces los óvulos se dividen, entonces implantan dos y aparecen tres bebés o implantan tres y aparecen cuatro”, dice Laura Pérgola, titular de la ONG Multifamilias y madre de mellizos.
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