Vie 20.06.2008
las12

VISTO Y LEIDO

El hijo del mal

› Por Liliana Viola


Magnus
Sylvie Germain

Editorial Bruguera
216 páginas
$39,00

Magnus es el nombre del osito que el protagonista de las primeras páginas, un chico de cinco años aquejado de extraña amnesia, considera su amado compañero. No se equivoca, es lo único que tiene. Magnus es además el único personaje de este libro que no cambiará de nombre pase lo que pase. Magnus, por último, es el nombre que adoptará el protagonista que comenzó como niño sin memoria y pasó muy pronto a ser un rehén de las atrocidades que ocurrieron en la Alemania nazi y, sobre todo, rehén de una identidad macabra y huidiza.

Pronto se advierte que aquí nada es lo que parece y nadie mantiene por mucho tiempo la identidad que creía cierta, o porque no le pertenece o porque debe mutar para salvarse. A través de una sucesión de fragmentos — la forma elegida por la autora para el encubrir y develar— sabremos que los padres amantes del niño son en realidad un médico nazi y una mujer sin más interés que el de seguir al marido. O sabremos que tal vez no sea así: esos personajes macabros del nazismo no son los padres sino unos apropiadores que calmaron la esterilidad de la mujer con una trampa más. El relato está signado por la vida cotidiana de la posguerra, por los secretos familiares y por una mirada muy atenta hacia aquellos que primero disfrutaron con el holocausto y luego sintieron el peso de un mundo que se dispuso a juzgarlos. Buscar al padre, que para salvarse ha huido a Latinoamérica como tantos nazis de la época, obliga al adolescente a llegar hasta las puertas de Comala y seguir las huellas de Pedro Páramo, común a todo aquel que se ponga a buscar un muerto bajo el rayo del sol. La literatura y sus referencias a través de textos intercalados de Paul Celan, Juan Rulfo, Jules Supervielle, tiene tanto valor de pista falsa o cierta como el resto de los datos que van apareciendo. Con una maestría digna de un genero más taquillero, esta escritora francesa que ya tiene una vasta experiencia en contar historias atrapantes construye un itinerario sinuoso, entre policial y existencialista sin evitar un coqueteo con el realismo mágico a la francesa. Logra una historia de iniciación. Desde el atónito niño hasta el joven que descubre el amor en el desencuentro, el texto consigue mantener la atención, sobre todo porque se pueden vislumbrar aquí las variadas y deslumbrantes napas que tiene el horror.

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