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Viernes, 18 de julio de 2008

IN CORPORE

Cortes de clase

 Por Soledad Vallejos

En la Argentina, cada año 1600 mujeres mueren por causas evitables y 3000 más son diagnosticadas como nuevos casos. ¿De qué? De cáncer en el cuello del útero. Existen, por supuesto, tratamientos (la vacuna contra el HPV, por caso) y métodos para detectarlo, pero no alcanza cuando el meollo no es tanto la imposibilidad científica de prevención (qué hacer, cuándo, cómo) como el escollo cultural. “No caben dudas de que el papanicolau es la herramienta más idónea con la que se cuenta para detectar de manera temprana las lesiones precursoras del cáncer de cuello uterino, pero la realidad es que sólo entre un 15 y un 25 por ciento de las mujeres, según dónde vivan, acceden a realizarse los estudios”, explica la ginecóloga Karina Iza en un comunicado mediante el cual el Celsam (Centro Latinoamericano Salud y Mujer) intenta estimular la concientización al respecto. “Las que suelen hacerse el PAP son las mujeres que tienen menos riesgos, mientras que aquellas más expuestas no tienen acceso al sistema de salud”. Eso explica, claramente, por qué “las estadísticas muestran que en los últimos 40 años la realización del PAP no ha modificado la tasa de muerte por este carcinoma”. Vale decir: acceden a realizarse el examen aquellas cuyos medios económicos les permiten, por ejemplo, llegar al centro de salud o al servicio médico, o aquellas con cierta conciencia de la necesidad del cuidado médico de tanto en tanto. Las demás no. Y las demás son mayoría.

Una lectura geográfica repite interpretaciones que pueden aplicarse a otros temas de salud: los índices de mujeres que padecen cáncer de útero no son parejos en el país, sino que aumentan en las regiones de más pobreza y dificultad para hacer valer los derechos de las mujeres. De allí que Misiones, Salta, Formosa, Chaco y Jujuy sean las provincias con números más elevados. Pueden parecer sólo palabras, pero la sensación cambia ante la contundencia fría de ciertos números: en la provincia de Buenos Aires, la mortalidad por cáncer de útero es de 2,7 mujeres por cada 100.000, mientras que en Formosa la mortalidad sube a 15.

La manera más eficaz de prevenir y detectar tempranamente el cáncer de útero, se sabe, es la realización periódica de tests de papanicolau, o la aplicación de la vacuna que evita la infección por el virus HOV. “Claro que el HPV se suma a otros factores para desarrollar un carcinoma de cuello como son el inicio de las relaciones sexuales, un alto número de embarazos, el consumo de tabaco, la coexistencia de otras Infecciones de Transmisión Sexual, entre otras”, explica Alicia Figueroa, ginecóloga también integrante del Celsam.

Por lo pronto, el Ministerio de Salud de la Nación ha prometido poner en marcha el Programa de Prevención del Cáncer Cérvicouterino, que tiene una meta no tan modesta: que, entre 2009 y 2011, el 80% de las mujeres de entre 35 y 64 años de las provincias más afectadas se hayan realizado al menos un pap.

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