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Viernes, 22 de agosto de 2008

ENCUENTRO NACIONAL DE MUJERES

¡El 23!

“Entre la bizarría y la esperanza.” Así definieron su percepción del último ENM –realizado en Neuquén– estas activistas locales que acercan una crónica de los tres días que, como cada año desde hace 23, convocan a mujeres de todo el país para ponerles voz a los problemas y los debates comunes, además de insistir en el reclamo histórico por la despenalización del aborto.

 Por Fugitivas del Desierto*

Toda crónica es una narrativa interesada y situada en la corporalidad de quien la enuncia. Así, el 23º Encuentro Nacional de Mujeres desarrollado en Neuquén fue escenario de la compleja realidad política del movimiento de mujeres de nuestro país. El acto de apertura mismo fue truncado por las desavenencias en los posicionamientos políticos en torno de la actual coyuntura nacional, que tiene como eje el conflicto entre las patronales del campo y el gobierno K. Mientras algunos sectores de la izquierda intentaron forzar las discusiones en torno de estas temáticas en los talleres, parte de la comisión organizadora utilizó ese lugar como tribuna para su arenga en pos de la “rebelión del campo”. Entre la soja, la Sociedad Rural y un Gobierno que no plantea la redefinición del modelo productivo, las mujeres, lesbianas, travestis, trabajadoras, amas de casa, de pueblos originarios, feministas, piqueteras, discapacitadas, etc, transitamos la ciudad dejando las marcas de nuestra presencia activa y apasionada. “La heterosexualidad es un régimen político”, “No a la trata”, “potencia tortillera”, “milico=cura=patrón”, “todxs somos lesbianas”, “aborto legal, seguro y gratuito” son algunas de las huellas urbanas que reverberarán en la memoria social de una sociedad que se oscureció unos días antes con el fundamentalismo de los grupos provida (mal llamados así, dado que quienes luchamos por la despenalización del aborto también estamos a favor de la vida de las mujeres). Carteles con la leyenda “Por el derecho a nacer”, la inundación de locales comerciales e instituciones con afiches de las mujeres en defensa de la vida y la familia, una marcha en contra del aborto y de la homosexualidad, medios de comunicación atacando a activistas feministas y lesbianas por la próxima implementación de la educación sexual en las escuelas, fueron elevando la invernal temperatura previa al encuentro. Sin embargo, el sábado amaneció bajo la acción de varios grupos feministas y de mujeres que habíamos hecho lo nuestro: pintadas a favor del derecho al aborto, pegatina de afiches, carteles que ahora exigían el “derecho a decidir”.

Creemos que hay algunos hechos que merecen destacarse, en tanto que o no aparecen en ninguna de las noticias o precisan ser relatados por las propias protagonistas. Por ejemplo, la interrupción del acto por el fallecimiento del general San Martín el domingo al mediodía, a metros de la peatonal feminista y lesbiana. La irreverencia se filtró entre la rigidez de las formaciones militares, que finalmente huyeron con la misoginia entre las patas.

En la escuela donde se desarrollaba el taller de lesbianismo, una madre de la cooperadora escolar que aprovechaba a hacer sus dinerillos con la venta de tortas y pizzas se acercó especialmente a un grupo de lesbianas —entre las que había docentes— con el afán de afirmar su papel de “guardiana moral” de la sexualidad de sus hijas, bajo la expresión: “Si la maestra de mi hija es lesbiana yo la saco de la escuela”. La respuesta no se hizo esperar, las lesbianas participantes del taller improvisaron carteles que portaron durante la marcha: “Soy docente y lesbiana”.

En medio de la marcha de diez mil mujeres, una gran torta naranja aglutinaba a las “trabajadoras del pastel”. La “torta-marcha” se desplazaba al son de la ironía, la risa y la locura lésbica: “Libertad, libertad, a las tortas del placard”, “la cumbia de las lesbianas/la queremos bailar todas/ los fachos no la bailan/ porque tienen lesbofobia”. Frente a una catedral ocupada por Opus Dei importados y fachxs locales que rezaban como en estado de trance decenas de crispados aves maría, la gran torta ocupó las alturas para enfrentar la mirada y las voces del fundamentalismo religioso.

Durante la peña, la alegría de la noche se vio empañada por un incidente que debería hacernos pensar a todas. Un grupo de chicas —de clara extracción barrial— bailó temas musicales con sensuales movimientos corporales tipo hip hop. Los silbidos y gritos de desaprobación de algunos sectores del gimnasio no se hicieron esperar. De improviso las adolescentes huyeron —humilladas— del escenario, mientras las presentadoras de la peña se deshacían en disculpas, aduciendo que “no sabían lo que hacía ese grupo”. El baile fue sancionado sin miramientos, ¿acaso valía semejante reacción? ¡Si inmediatamente después nos movíamos al ritmo de una cumbia con letras sexistas! Música dispuesta por “un” dj, que prometía “sortear hombres” entre las presentes.

Los medios locales no lograron —o no quisieron— dar cuenta de la significación del Encuentro y lo que cada temática implica para las mujeres. La cobertura estuvo a cargo de compañeras de medios independientes como Indymedia y la Red Nosotras en el Mundo, que realizaron una ardua tarea en condiciones igualmente exigentes.

Cuestiones que no pueden quedar fuera del balance: la fragmentación del movimiento feminista, la mezquindad de algunos sectores políticos y feministas, la completa invisibilidad lésbica en el periodismo local, una campaña por el derecho al aborto que ha diluido su fuerza política callejera, entre otras cuestiones.

Tucumán, la próxima sede, supone un desafío crítico que se vuelve insustituible para seguir impulsando el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos.

* Lesbianas feministas.

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