Viernes, 26 de septiembre de 2008 | Hoy
DANZA
El Festival Rojas Danza –del Centro Cultural Ricardo Rojas (UBA)– es una oportunidad de descubrir las mejores producciones de todo el país, que aun cuando hablen el mismo lenguaje de la danza contemporánea se abren como un generoso abanico de diversidad al que es posible asomarse hasta fin de mes.
Por Verónica Engler
“Es el resultado del deseo y la pasión”, así, el coreógrafo Gustavo Cervera, coordinador del Area Danza del Centro Cultural Ricardo Rojas (CCRR) de la Universidad de Buenos Aires (UBA), daba inicio la semana pasada al Festival Rojas Danza 2008, que se extenderá durante todo septiembre. “La necesidad de ver todo junto, de darse un atracón y de cultivar la fraternidad”, fueron las motivaciones que hicieron realidad este gran encuentro que brinda la posibilidad de conocer la obra de 14 coreógrafos y coreógrafas de danza contemporánea que representan un amplio espectro de lo que se está haciendo actualmente en el país.
Si se observa el programa del festival, se podrá apreciar que la propuesta es bien diversa y abierta a los diferentes segmentos de la creación. Hay reposiciones como Rufianes, de Exequiel Barreras; La Croquignole, de Mariana Estévez (La Plata); Bajo la luna de Egipto, de Pablo Rotemberg, y Solos en el túnel del tiempo (que integra las obras Yo-yo y Todo a medias), de Roxana Grinstein. Abundan los estrenos: Area restringida, de Cristina Gómez Comini (Córdoba); En tiempo de fados, de Valentina Fusari (Mendoza); Danza secreta de Mariana Sirote (Neuquén), La concepción del tiempo imaginado, de Iván Haidar; Sintonías, de Milena Plebs; The Divine Comedy, de Luis Garay; Prefijo des, de Marina Brusco; Instrumento de cuerdas, de Yamila Uzorskis, y La noche transfigurada, de uno de los grandes maestros de la danza local, Oscar Araiz.
“Un concepto que siempre me ronda en la cabeza es el de la generosidad de la danza –cuenta Cervera–. Porque es un arte tan abierto que puede ser interferido o atravesado por otros mundos como el del cine, o el de la poesía, la escultura, y el sonido. Esa generosidad es lo que me encanta.”
Aquí presentamos algunas de las propuestas del festival. Pasen y lean.
Escultora de formación, la bailarina y acróbata Yamila Uzorskis creó una obra, Instrumento de cuerdas, en la que se integran los lenguajes de la danza y de la plástica. Su espectáculo indaga sobre las posibilidades que brinda en el espacio un tipo de material –el elástico– y sobre el abanico de movimientos que abre para el cuerpo. “La propuesta es escultórica en un espacio escénico”, afirma Uzorskis, coreógrafa e intérprete de la obra.
El concepto que acuñó para su trabajo es el de “instala-acción”, puesto en práctica también en su anterior trabajo, Materia viva, en el que la danza se realizaba a partir de la interacción entre el cuerpo de la bailarina y un extenso rollo de papel de dibujo –el mismo que Uzorskis utilizaba en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón para realizar sus bocetos–.
Sus investigaciones, reconoce, están inspiradas en el trabajo del escultor ruso Antoine Pevsner –que con sus construcciones plásticas intentaba anular el concepto de escultura como disciplina tradicionalmente definida por unos procedimientos, finalidades y materiales–, en las investigaciones de la Escuela de la Bauhaus a comienzos del siglo pasado –sobre todo lo realizado por el artista plástico Oskar Schlemmer con su Ballet Triádico– y en el movimiento dadaísta.
“Es un poco como cuando se sacan fotos en cámara lenta, que se toma el movimiento como dibujado en el espacio, es la idea de hacer un dibujo en el espacio con el movimiento... ¡Es el sueño del escultor!”, se ríe y agrega: “Hay que saber qué propuesta plástica ofrece cada material, porque cada uno tiene personalidad. Una escultura que es para hacer con arcilla o cerámica, no la voy a hacer con hierro”. En Instrumento de cuerdas, usó el elástico: “Empecé a probar atando los elásticos a un punto fijo en la pared y a mi cuerpo, que se mueve y se va proyectando en el espacio. No trabajo sobre una coreografía; mi cuerpo hace una coreografía pero yo estoy mirando el dibujo que se hace en el espacio”.
Solos en el túnel es una de las reposiciones que se presentará durante el festival. La creación, integrada por dos obras de Roxana Grinstein de diferentes décadas: Yo-yo (del ’80) y Todo a medias (del ’90). El hilo conductor de estas obras es que hay un intérprete único en el escenario. En el caso de Yo-yo, la danza es ejecutada sobre un video de la puesta original de la obra. “La reposición es un poco traer la imagen de esa época, pero bailado ahora y remontado con nuevos materiales corporales –explica Grinstein, que actualmente está al frente de la Compañía de Danza del IUNA–. Se me ocurrió a través del video recuperar las imágenes de la obra completa y sintetizar la esencia de la obra en un solo y realizar como una contraposición entre lo que pasa en el escenario y en el video.” La idea de realizar reposiciones –de obras propias y de otros autores– con la que viene trabajando Grinstein desde hace algunos años se basa en una iniciativa artístico-pedagógica que tiene como objetivo poder realizar recorridos históricos que permitan a las nuevas generaciones conocer las obras de creadores que los precedieron.
La coreógrafa y bailarina Milena Plebs, que integró durante varios años el Grupo de Danza Contemporánea del Teatro Municipal General San Martín, se dedica desde 1990 a crear espectáculos de tango con los que ha viajado por todo el mundo. Para el Festival de Danza del CCRR, la propuesta consistió en realizar una obra en la que se fusionaran la danza contemporánea y el tango. De ese mix surgió Sintonías, el espectáculo en el que Plebs dirige a dos bailarinas y dos bailarines que ponen en escena el peculiar magnetismo, la acción y la reacción, que el tango produce entre dos cuerpos. No se trata aquí de abordar el encuentro amoroso o sensual entre un hombre y una mujer, sino de darle vía libre a una dinámica en la que los cuerpos se influyen, se desean, se nutren mutuamente, pero también se repelen.
En algún momento del desarrollo de esta coreografía mixta irrumpirá una pareja de milongueros de pura cepa, ya mayores, “para bailar un tanguito tradicional, antiguo, que improvisan en el momento, y ver lo que eso genera en los bailarines, no sólo a nivel de movimiento sino también a nivel emocional”, anticipa Plebs. Ahí, en la pista, se podrán ver los contrastes y las respuestas que se generan entre bailarines de distintas generaciones.
La compañía Danza Viva, de Córdoba, que dirige Cristina Gómez Comini –bailarina, actriz, coreógrafa y directora–, está pronta a cumplir 15 años. Los escenarios –sobre todo cordobeses– y las situaciones por las que transitaron en este tiempo sus integrantes permitieron que el grupo arribara finalmente a Area restringida, una obra que indaga la memoria y el espacio a partir de las subjetividades femeninas que se ponen en escena.
Luego de una etapa de trabajo en grandes escenarios y para públicos amplios, y a partir del auge de las salas independientes de arte –en las que el espacio es más reducido que en teatros– en Córdoba, la compañía aceptó gustosa el desafío de lo pequeño. “La danza puede ser hecha en una baldosa”, asevera Gómez Comini. El hecho de restringir al máximo el espacio propició en el grupo un trabajo de introspección que condujo directamente hacia una zona femenina, en la que aparecen mandatos sociales que indican lo que se debe hacer como mujer. El objeto escénico en torno del cual gira la obra es una mesa en la que dos mujeres despliegan sus vivencias. “Se incluye el trabajo con pequeños objetos de la vida cotidiana que adquieren una dimensión inusitada en ese contexto, es como si estuviesen vistos con una lupa”, cuenta la coreógrafa.
Para elaborar la obra, hubo lecturas y recuerdos de vivencias. Esa indagación de la memoria personal hizo brotar en escena un par de zapatos, un huevo –que aparece totalmente exento del simbolismo que se le atribuye normalmente–, un sifón de soda, fósforos y repasadores.
Estos diferentes objetos titilan de manera singular en la danza de los cuerpos de una mujer que está sola y espera.
Además de las obras cuya programación se puede consultar en el Centro Cultural Ricardo Rojas (Corrientes 2038. 4954-5521/4954-5523; www.rojas.uba.ar), los sábados a la tarde (a partir de las 15) se proyectarán 15 films sobre la danza contemporánea en Francia, realizados por el Centro Nacional de la Cinematografía de ese país (la entrada es gratuita). Los sábados también, pero a las 20 (con entrada gratuita), el Coro y Orquesta de la UBA –bajo la dirección de Andrés Gerszenzon– realizará un chill out con música sacra de Monteverdi, sobre la que estudiantes del Taller del Teatro General San Martín, del CCRR y del Instituto Universitario Nacional del Arte (IUNA) improvisarán danzas variadas.
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