EL MEGAFONO
› Por Mónica Xavier *
En estas regiones, en 1995, había 4.200.000 abortos provocados, mientras que la cifra de 2003 fue de 4.100.000. Este último estudio, que es muy reciente, reitera varios análisis que se han hecho a lo largo del tiempo y demuestra la necesidad de mejorar las prácticas legislativas para disminuir el número de abortos y las consecuencias negativas que ellos provocan. Además, confirma dos aspectos sustanciales que el proyecto rescata: un pilar educativo fuerte que debe surgir desde la niñez, debe continuar en la adolescencia y, si es posible, a lo largo de la vida, porque la sexualidad nos acompaña –no así la reproducción, por lo menos en el sexo femenino, ya que muchas veces en el masculino sí– debido a que somos seres sexuados. Lo que tratamos de decir es que una ley debe protegernos y ampararnos a todos en el respeto de nuestra sexualidad y de nuestros tiempos, pero además debe lograr algo que no se alcanza sólo con la información, es decir, que nuestros niños y niñas incorporen como valor la protección a sí mismos, la protección por el otro, el respeto por sí mismos y por el otro. Esto no se adquiere tardíamente con información, porque sabemos muy bien que existen etapas de nuestra vida en que creemos que nada nos puede ocurrir. Sin embargo, sí se ha logrado que los países que han incorporado la educación desde muy temprano obtengan buenos resultados. Ese pilar educativo tiene el componente del pilar sanitario, con información calificada, con accesibilidad, con un primer nivel de atención –tal como destaca el proyecto de ley–, con equipos integrales que logren asesorar en ambientes específicos a adolescentes y, obviamente, también a adultos.
(...) El país sigue teniendo un índice muy alto de embarazo adolescente y no podemos decir que en todos los casos sea un embarazo deseado; en muchos, sí lo será, pero en la mayoría difícilmente lo es. No olvidemos que el país sigue teniendo una cifra escandalosa en materia de sífilis connatal, enfermedad que se creía terminada en nuestro país y, sin embargo, hace dos años se registraron 52 casos. (...) la advertencia existió, pero no llegamos a tiempo de evitar la enfermedad, porque muchas veces los embarazos, sobre todo en madres jóvenes, llegan a un control tardío –prácticamente al parto–, lo que nos deja sin posibilidades para actuar y evitar estas situaciones. También estamos hablando de enfermedades de transmisión sexual y de la pandemia del sida que existe en el mundo, cuya incidencia se ha feminizado. Precisamente, el sector de entre 14 y 35 años es el de mayor incidencia y el que presenta más dificultades para disminuir la enfermedad en el Uruguay y en el mundo. Asimismo, este país tiene el triste privilegio de tener, en materia de enfermedades como, por ejemplo, el cáncer de mama, el primer lugar en Latinoamérica y el octavo en el mundo. Eso es producto de no tener una educación en nuestro autocuidado de manera permanente. Otro dato importante es que en nuestro país no nacieron más que 47.000 uruguayitos y uruguayitas, frente a estimaciones de que existieron 33.000 abortos en el mismo período. Esto significa unos 90 abortos por día, tal como lo mostraba, en el año 2004, el Centro Internacional de Investigación e Información para la Paz. Efectivamente, no podemos soslayar todas estas situaciones, a las que se suma el hecho de tener una pirámide de población sumamente envejecida, donde ni hombres ni mujeres somos preparados para el climaterio como una etapa sumamente disfrutable de la vida.
En la medida en que sea un acto médico sin valor comercial –sin duda esto desestimularía la existencia de clínicas clandestinas que obtienen excelentes ganancias–, difícilmente alguien vaya a pagar U$$ 800 por la realización de un aborto. Digo esto porque muchas veces se señala que la ley no va a impedir la existencia de clínicas clandestinas. Sin embargo, creo que con un marco legal adecuado que ampare a las mujeres se puede terminar con esa red clandestina. El hecho de no darle valor comercial, más que el que eventualmente pueda tener una tasa moderadora, desestimula el circuito clandestino, pues se trata de ganancias siderales que no se invierten en el nivel primario de atención, sino que explotan situaciones de desesperación.
(...) Me siento obligada a estar del lado de las mujeres que se han sentido impulsadas a abortar. Es una obligación que asumo como médica, como mujer y como senadora y un compromiso que reitero en este Senado de la República. Muchas gracias.
* Senadora uruguaya. El texto es sólo un fragmento de su brillante intervención durante la sesión en que se sancionó el proyecto de Ley de Defensa del Derecho a la Salud Sexual y Reproductiva.
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