Vie 12.12.2008
las12

MONDO FISHON

La base está

› Por Victoria Lescano

Mientras que las plataformas experimentaron un nuevo revival en las colecciones de París y de Milán –John Galliano hizo versiones que recordaron morfologías de autos deportivos y Miuccia Prada las rescató en rafia– y también en las vidrieras locales la diseñadora de zapatos de Belocca, Belén Menéndez, apuesta por las plataformas estampadas con vichy rojo y blanco, ornamentadas con broches que simulan vaquitas de San Antonio y otras a rayas azules y blancas, rematadas con moños dorados que ilustran su afinidad con los zapatos de los años treinta y cuarenta.

En su nuevo y primer local, situado en San Telmo, en la galería del Viejo Hotel –Balcarce 1053, rodeado de un jardín de malvones plantados en macetas vintage y contiguo a talleres de artistas plásticos, dibujantes, orfebres y joyeros–, Belocca las exhibe en la vidriera sobre un mantel junto a vasos para picnics, comida de utilería y una lámpara que simula una jaula para pájaros diseñada por el hermano de Belén, Marcos, un experto en reciclajes.

Puertas adentro, además de la puesta de hormas para adultos y niñas que ocupan toda una pared y admite fotografías de Tita Merello pero también de Rita Hayworth en el film Gilda, una estantería para zapatos contiene varios modelos que reflejan la impronta retro de sus diseños.

En los estantes hay tantos zapatos bajos acordonados, modelos para tango, pumps con pompones en la punta –un modelo que ella ideó con influencias de Louis Vuitton hace un par de temporadas y que recobra vigencia ya que en las propuestas de la firma Chanel para el invierno próximo los pompones aparecen adosados a los tacos– como zapatos Twiggy con punta cuadrada y un modelo de ballerinas llamado candy flats adornados con figuras de cuero brillante que simulan caramelos.

Dice Belén Menéndez sobre su método: “Primero surgen las ideas, de allí sale un marco para contextualizar la colección. Me fijo mucho en los dictados de la indumentaria porque ayudar a delimitar el diseño de los zapatos. La colección actual con anclaje en el ritual del picnic es mi novena colección, pero la tercera que titulo. Mis zapatos suelen llevar nombres de mujeres, el verano pasado hubo una colección inspirada en todas las mujeres de Aristóteles Onassis, el modelo Christina O, la sandalia Athena Onassis, el Jackie O, y también un modelo llamado María Callas, que surgieron de un homenaje a la estirpe naviera”.

Además de los desarrollos por encargo y los que comercializa en su tienda, con estudios formales de marketing que devino en trabajo en un banco durante varios años hasta que decidió abandonar el trabajo luego de un curso de diseño y moldería de calzado, Belén es la autora de siete colecciones de zapatos que acompañaron las colecciones en Baf Week de la diseñadora Cecilia Gadea –entre unos y otros hubo flores caladas y varios ardides surgidos de su moldería básica, recientemente presentó en la tienda Fiocca, una línea de zapatos con plisados en cuero al tono de los vestidos con recursos ídem de la diseñadora Florencia Fiocca.

Sobre el fetichismo privado, señala: “Soy usuaria de todos los zapatos, de cada modelo que diseño me hago uno para mí en talla 40 y con alguna variación, además estoy armando una colección de zapatos antiguos. Debo reconocer que por la calle siempre me miran los zapatos y mis clientas suelen decirme lo mismo”.

Fan confesa de Salvatore Ferragamo, el eximio zapatero italiano que vistió los pies de Gloria Swanson, Pola Negri, Greta Garbo y cuyos inventos más geniales –los tacos con cortezas de árboles, adornos de plumas de colibrí, papeles de caramelo para ornamentar y por sobre todas las cosas, las plataformas de corcho– hacen un paralelismo con la escasez de recursos como disparador de nuevos diseños. “Todo el tiempo me encuentro con limitaciones, desde que los proveedores de cuero no suelen abastecer en pequeña cantidades, de ahí que los materiales son el primer escollo con que se encuentra una diseñadora a escala artesanal. En mi escala de producción todos los pasos de realización pasan por el pequeño taller, desde el armador que corta cada una de las plataformas, el aparador, el picador y en la cadena de labores yo hago de empaquista. En mis plataformas hay citas a los años 40 y una búsqueda de la comodidad, porque mis modelos nunca son tan extravagantes como los de Carmen Miranda.”

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