ENTREVISTA
Mientras los resultados del referéndum constitucional favorables a la reforma propuesta por Evo Morales azuzan (y asustan) a los sectores opositores, la vida cotidiana de las mujeres en Bolivia va atravesando transformaciones notables. Se nota en el aire y en los hechos el empoderamiento, sostiene la periodista e investigadora Stella Calloni, quien se encuentra preparando un libro sobre los últimos años bolivianos.
› Por Soledad Vallejos
¿Cómo leer realidades ajenas con parámetros –anche prejuicios– propios y siempre distantes? Señalar claramente esa brecha fue lo que –en medio de tormentas políticas regionales que también hicieron pie en Bolivia– dio contundencia, en los ’70, a la voz de Domitila Barrios de Chungara. Ella llegaba a la Tribuna del Año Internacional de la Mujer (organizada por la ONU, México 1975) con la formación política cotidiana que se había dado a sí misma como esposa de un minero, y como tal aclaró que si hablaba allí de injusticias sociales y violencias económicas de su país era porque resultaba pertinente. Esa vez, Domitila dijo a la presidenta de la delegación mexicana: “Señora, hace una semana que yo la conozco a usted. Cada mañana usted llega con un traje diferente; y sin embargo, yo no. Cada día llega usted pintada y peinada como quien tiene tiempo de pasar en una peluquería bien elegante y puede gastar buena plata en eso; y, sin embargo, yo no. Yo veo que usted tiene cada tarde un chofer en un carro esperándola a la puerta de este local para recogerla a su casa; y, sin embargo, yo no. Y para presentarse aquí como se presenta, estoy segura de que usted vive en una vivienda bien elegante. Nosotras las mujeres de los mineros, tenemos solamente una pequeña vivienda prestada y cuando se muere nuestro esposo o se enferma o lo retiran de la empresa, tenemos noventa días para abandonar la vivienda y estamos en la calle. Ahora, señora, dígame; ¿tiene usted algo semejante a mi situación? ¿Tengo yo algo semejante a su situación de usted? Entonces, ¿de qué igualdad vamos a hablar entre nosotras? ¿Si usted y yo no nos parecemos, si usted y yo somos tan diferentes? Nosotras no podemos, en este momento, ser iguales, aun como mujeres, ¿no le parece?”. (La escena, y el relato de la propia Domitila, puede encontrarse en “Si me permiten hablar...” Testimonio de Domitila. Una mujer de las minas de Bolivia, editado a fines de los ’70.)
Mientras prepara un libro sobre Bolivia, que la lleva a viajar allí con frecuencia, la periodista (corresponsal del mexicano La Jornada en Argentina) e investigadora (autora de Operación Cóndor. Pacto criminal) Stella Calloni afirma que es precisamente ese mundo de mujeres como Chungara uno de los factores a considerar si se intenta comprender el proceso político boliviano de los últimos años, y el mismo referéndum que acaba de realizarse.
–Es muy importante el papel de esas mujeres. Ellas, como dice Evo Morales, fueron el sustento de la lucha por el agua, la guerra del gas: todo lo que hubo de rebelión en Bolivia, que llevó a crear el MAS y otros movimientos similares que se unieron, las mujeres son pedestales de esa lucha, porque donde no podían caminar los hombres, caminaban ellas. Yo pude entrevistar a Domitila Chunga-ra, que fue famosa porque era esposa de un minero, las rebeliones mineras hicieron historia. Ella fue una mujer tan excepcional, fue perseguida por los dictadores bolivianos, pero luchó, siguió, y hoy tiene 72 años y tiene una mirada extraordinaria. Domitila actualmente apoya a Evo, pero está más bien en base, hace sus trabajos en barrios, sobre las necesidades que ella cree que hay en las bases, en la organización. Porque ella dice que sólo se puede pelear contra ese poder tan duro, racista, brutal contra el que está peleando Evo, con una gran organización popular... Primero ayudó a crear una universidad en una zona minera, ahora está ayudando en las campañas de alfabetización. También hay mujeres muy interesantes en las nuevas dirigencias, mujeres con mucha entereza que, por ejemplo, cuando sucedió lo de Pando (el 11 de septiembre del año pasado, cuando una emboscada aparentemente alentada por el prefecto provincial se convirtió en una masacre que los sectores de derecha intentaron ocultar) salieron a denunciarlo, pero sin caer en la respuesta violenta, que era lo que procuraba la oposición. Cuando estás allá y hablás con ellas, tenés la sensación de que esas mujeres han tomado conciencia de que no pueden volver atrás. También están involucradas muchas jóvenes, de 30, 40 años. Como ellas, como Domitila, también está Leonilda Zurita, por ejemplo, la senadora que también se forjó una mirada política a partir de su realidad, su vida y su lucha, su aprendizaje, por decirlo así, en medio de las carreteras.
¿Creés que esa participación y ese aprendizaje tuvo un correlato en el poder a partir de la llegada de Evo Morales a la presidencia?
–Sí, sin duda. Primero, que él les dio un lugar muy grande en el gobierno. Hay varias mujeres en el gabinete, pero también por donde vas ves que hay una estructura de mujeres en otros cargos impactante, todas ellas en cargos ejecutivos y con capacidad de decisión. Hay una cantidad importante de mujeres encargadas de ejecutar, movilizar, moverse en los distintos departamentos del país, en la parte de salud, en atención social, en investigaciones muy delicadas como la que terminó demostrando el apoyo que la DEA daba a los sectores derechistas. No hablo solamente de mujeres campesinas, sino también de sociólogas, cientistas políticas... Están formando cuadros de mujeres asombrosos.
¿Y en lo cotidiano?
–Bueno, tienen que luchar contra muchas cosas. Sangre de cóndores... vos viste que en los sectores más primitivos hay mucho machismo muy arraigado... Pero esto ha servido para que las mujeres empiecen a tomar voz por ellas mismas, lo puede cambiar la educación, el desarrollo de la misma sociedad, pero claro que cuanto más oprimida estás es menos posible el cambio. Sin embargo, ha habido marchas importantes que protagonizaron las mujeres. Yo estuve en alguna de ellas, una de la Federación de Mujeres, en Cochabamba, y era como un coro maravilloso. El año pasado habían organizado una marcha de apoyo al gobierno. Para esa marcha le pidieron a Evo que fuera, y él se presentó, caminó con ellas, compartió comidas nocturnas en los descansos... Por ese tipo de cosas también es que siguen dándole un apoyo muy fuerte, porque te dicen “¿dónde hay un presidente que llegó después de caminar al frente de las movilizaciones que hicimos?” Por otra parte, a alfabetizarse con estos programas nacionales fueron más mujeres que hombres. La mayoría de las personas alfabetizadas eran mujeres, eso se vio en diciembre, cuando se declaró a Bolivia oficialmente como Territorio Libre de Analfabetismo. Esas formas de movilización las va a ayudar a salir de esa doble vía de la dominación prácticamente colonial que tenían, y lo que eso significara como dominación en la vida cotidiana en su relación con los hombres.
Por otra parte, vos señalaste que es preciso comprender que la estructura de medios de comunicación en Bolivia tiene particularidades notables, que el MAS tiene en grandes diarios, canales y radios una oposición durísima desde el principio, y que eso se ha intentado usar para mentir a gente que no estaba alfabetizada, por ejemplo, durante la campaña previa al referéndum.
–Eso es importante porque tampoco desde fuera de Bolivia el proceso está siendo estudiado a fondo todavía. Mucha gente se queda en la anécdota, en “el presidente indígena”... Pero hay mucho más que eso. Porque a la par del proceso iniciado con Evo y tanta gente joven comprometida y con tanta firmeza, hay situaciones increíbles. En uno de mis últimos viajes, una señora de clase media, clase media baja, en Cochabamba, cuando hablábamos de Evo me dijo: “¡Pero señora, es una dictadura terrible! Y además... ¿cómo cree que un indio puede ser presidente?, ¿cómo cree que nos puede representar? Qué vergüenza ante el mundo. ¿Qué cree usted que tengo que sentir yo? Este hombre ha hecho un daño terrible, ha hecho que los indios crean que son gente.” Así como lo cuento me lo dijo. Quiero decir que también parte del conflicto de Bolivia tiene que ver con que están en el infierno del racismo. Que una persona en el siglo XXI pueda estar diciendo eso... Es un momento muy fuerte el actual, pero a la vez da miedo ver en Santa Cruz la forma del odio, la representación del odio racial en esa clase alta. Cosas como la masacre de Pando han sucedido a lo largo de la historia boliviana sin que nadie las supiera. La diferencia es que ahora eso tiene consecuencias. Por eso, si no se pone el tema del racismo sobre la mesa, Bolivia no puede salir adelante.
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