Vie 30.01.2009
las12

INTERNACIONALES

Mrs. Robinson

En plena Obamamanía, la madre de Michelle Obama, Marian Robinson, encarna, quizás el “Grandma-power”: la incipiente pero creciente revalorización de los abuelos en la crianza de los nietos. Claro que los logros de esta señora superan, por lejos, a los del jubilado promedio: sin su ayuda, la candidatura de Barack Obama habría sido imposible.

› Por Milagros Belgrano Rawson

En junio pasado, un blog escrito por mujeres publicaba un simpático post sobre un grupo de abuelas afroamericanas. En vez de apoyar la candidatura de Obama, estas sexagenarias no temían identificarse como fans de Hillary Clinton. “¿Quién es más misógino que un hombre blanco?”, preguntaban a la autora del texto. “Un hombre negro”, le respondían. Claro que no era la primera vez que estadounidenses negros –algunos muy prominentes– se negaban a apoyar a Barack Obama simplemente por el color de su piel: incluso la sobrina de Martin Luther King, Alveda C. King, anunció que votaría por John McCain. Pero lo que sorprendía en el blog era el lugar otorgado a un pequeño grupo de jubiladas que hacía malabares para conciliar el cuidado de sus nietos con la campaña de la senadora de Nueva York. A pesar de que en ese país los jubilados poseen el 65% de los bienes del total de hogares, al igual que en el resto de Occidente, allí la voz de los ancianos es frecuentemente ignorada. No fue sino hasta la semana pasada, cuando el matrimonio Obama anunció que la abuela materna, Marian Robinson, se mudaría a la Casa Blanca, que la opinión pública de ese país empezó a hablar del rol de las abuelas en la crianza de los chicos estadounidenses. “Más de 70 millones de abuelos estadounidenses se han detenido a mirar a la mujer que, desde las sombras, ayuda a la pareja presidencial”, indica el sitio de opinión The Huffington Post.

En plena Obamamanía, los medios norteamericanos no sólo dedican párrafos enteros a Marian Robinson, madre de Michelle Obama y “First Grandma” –“Primera Abuelita”– de la Nación. Durante la campaña, Barack Obama también recordó a la prensa el rol que tuvo en su vida su propia abuela, Madelyn Dunham, que lo cuidó cuando éste vivía en Hawai y que murió horas antes de que su nieto fuese elegido presidente de Estados Unidos. Pero en el ranking de agradecimientos, la madre de Michelle Obama se lleva el primer puesto. Sin su ayuda, la candidatura del primer presidente afroamericano no habría sido posible, afirmó la misma Michelle el día del triunfo de su esposo en las urnas. Durante 22 meses, el tiempo que duró la extenuante campaña presidencial, Robinson se mudó a la casa de los Obama para cuidar a Malia, de 10 años, y Sasha, de 7, mientras sus padres viajaban por el país en busca de votos. “Las nenas nunca tuvieron una niñera”, se encargó de decir Michelle, considerada por muchas estadounidenses un ejemplo de profesional exitosa, madre dedicada y esposa cariñosa. Mucho de eso se lo debe a su madre, una viuda de 71 años que hasta hace un par de años solía correr carreras de 100 metros en competencias organizadas para la tercera edad. “Siempre les dije a mis hijos que debían trabajar duro para conseguir cosas y que nunca debían dejar que la gente frenara sus objetivos”, contó Marian en una entrevista.

Marian Shields se casó en los años ‘60 con Fraser Robinson, con quien tuvo dos hijos, Michelle y Craig. Pese a estar parcialmente discapacitado debido a una esclerosis múltiple, su marido trabajaba en la empresa municipal de agua corriente mientras ella cuidaba a sus hijos. Recién cuando su hijo menor terminó la secundaria empezó a trabajar como secretaria, puesto que abandonó en el 2007 para dedicarse a sus nietas durante la campaña, cuando se mudó a la casa de los Obama, en su Chicago natal. “Nunca viví en otro lado”, dijo esta jubilada cuando, durante la campaña, los periodistas le preguntaban si iba a mudarse a la Casa Blanca si su yerno ganaba. Con éste mantiene una relación muy afectuosa: varios diarios publicaron fotos de la noche de las elecciones, donde se veía a Marian tomándole la mano cariñosamente.

En medio de esta especie de “Grandma-power”, la prensa norteamericana se regodea con estudios científicos como el difundido recientemente por la Universidad Johns Hopkins, que afirma que los chicos que quedan al cuidado de sus abuelos tienen la mitad de probabilidades de sufrir heridas o accidentes domésticos. Otros estudios vinculan el cuidado de los abuelos con mejor desempeño escolar y menos problemas de conducta. Mientras que en muchas películas y sit-coms los abuelos son ridiculizados, en medio de la actual crisis económica, millones de padres deben lidiar con la pérdida de sus empleos o tomar un segundo trabajo para llegar a fin de mes. En ese contexto, cada vez más abuelos se hacen cargo de la crianza de sus nietos. Mientras que, durante el boom económico de los ‘90, los padres contrataban niñeras para atender a sus hijos, desde entonces, la cifra de los que recurren al personal doméstico ha descendido al 55%. Hoy se estima que alrededor de 2,4 millones de abuelos estadounidenses cuidan a sus nietos de forma full-time, mientras que un total de 3,6 millones viven con sus hijos adultos, lo que en muchos casos repercute positivamente en la educación de los nietos.

Algunas ONG norteamericanas han comenzado a intentar concienciar a las comunidades sobre la importancia de incrementar los vínculos entre los niños y las personas mayores. La agrupación Generation United ha pedido a Marian Robinson que sea su oradora principal en su próxima conferencia internacional. La abuela más famosa del país todavía no ha aceptado y, mientras, evalúa la posibilidad de alquilarse una casa en Washington para estar cerca de sus nietas y, al mismo tiempo, conservar su independencia. “La Casa Blanca me hace acordar a un museo –dijo a la revista People–. ¿Cómo una puede dormir en un museo?”

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