Viernes, 17 de abril de 2009 | Hoy
PANTALLA PLANA
Champs 12, la telenovela que intenta captar la atención del público adolescente se empantana en los clichés y ni siquiera se asoma a la industria del fútbol, que es su tema...
Por Natali Schejtman
Hay programas de televisión que aportan algo para que no toda la representación del mundo que se ve en pantalla –la ficcional y la no tanto– sea una versión tan desalentadora de la humanidad. Hay otros que, en cambio, toman los peores prejuicios y los exageran para regurgitarlos bajo la forma de una tira juvenil.
Algo más cercano a este último ejemplo viene de la mano de Champs 12, una novela de ricos, mandones y carismáticos enfrentados con humildes, trabajadores y carismáticos.
El espacio que cada grupo elige como pertenencia y escenario de sus conversaciones (parecidísimas, desde ya) es más que sutil: la universidad privada (la UPI), vigilada por seguridad ídem, carísima y cuyos contenidos académicos desconocemos por completo (claro, si son tan irrelevantes... Lo importante es que tiene todas las luces de neón haciendo titilar la palabra RICOS). El lugar de los humildes y trabajadores (todo con pinzas) es un club barrial llamado Los Apaches, al que todos adoran y por el cual luchan. Ambos tienen su equipo de fútbol y su muy diferente escala de valores. Simplifiquemos. Simplificaron, digamos.
Pero entre estos dos grupos está la protagonista. Mujer inalcanzable si las hay, aparece aquí como más inalcanzable. Charlotte es hermosa, Charlotte es millonaria, Charlotte es simpática, pizpireta e irresistible. Pero Charlotte guarda en su retina la imagen de la humillación: cuando era una nena, aunque era millonaria como ahora, era GORDA. Gonzalo, líder de Los Apaches, le negó un beso, y muchos la jodieron más de una vez por su redondez. Ahora es su momento, otra que el conde de Montecristo: vuelve de Nueva York hecha una diosa rubia y longilínea y va a vengarse de Gonzalo y sus Apaches, por medio de su dinero y su belleza, los dos valores que compiten como ganadores indiscutidos. Pero algo se escapa de su plan.
La “rebeldía” de la tira consiste en definir muy bien los campos clasistas de pertenencia para establecer cruces libidinosos que expresen que el amor es más fuerte y que el dinero no es todo. El rico encuentra en la chica barrial la libertad corporal que su novia rica no tiene, la rica encuentra en el chico delivery –antes su pobre enemigo– la espontaneidad y la vida real que a la suya le falta. Todo es en vano: más allá de que en algún momento querrán decirnos que el dinero es lo de menos, la circulación de bienes (autos, vestidos, tragos) y el desfile de cuerpos bien lookeados lo ocupa todo. El dinero y la belleza, otra vez.
Y más, hace poco, quisieron hablar y aleccionar sobre el HPV, y la forma que encontraron como disparador para que una doctora hable fue mostrar al chico rico que engañó a su novia sufriendo picazón hueval y preocupación por haberse contagiado (como acotó su amigo UPI: haberse contagiado de esa “groncha de cuarta”, en referencia a la chica apache). Final feliz: no tenía nada, fue todo bluff.
Es curioso que el fútbol lo atraviese todo, más allá de la sucesión de lugares comunes que en varios momentos caen en una incorrección política inquietante (la rica se hace pasar por la hija de su mucama, y viceversa, para que una pueda estudiar en la universidad privada y la otra demostrarle a su pretendiente futbolista que ella es una más). El fútbol es justamente el mejor representante de la mitología (maradoniana) del sueño argentino y viene mostrando una vinculación muy poco romántica con el dinero, el ascenso social y las mujeres.
Porque además, fantaseemos con un ejemplo: un empresario cualquiera pudo haber tenido una educación a la UPI, para después de un derrotero meterse en un gran club de fútbol negociando contratos millonarios de jugadores que, quizá, nacieron en Fuerte Apache. Chicos que empiezan a tener su séquito de admiradoras y sus billeteras prominentes, aunque su saber nazca del potrero. Este tráfico de saberes, experiencias y poderes, esos cruces dentro de lo que ahora es la industria del fútbol son los que podrían hacer acaso más interesante a una tira como Champs 12. Por ahora la tira, ni siquiera arrima el bochín.
Champs 12, con Liz Solarí y Tomás de las Heras, se emite de lunes a viernes a las 20. Por América TV.
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