Viernes, 12 de junio de 2009 | Hoy
VISTO Y LEíDO
Rebecca Miller
Las vidas privadas de Pippa Lee
Anagrama
287 páginas
Amena y amable. Así es la novela, así será también seguramente la película que la misma autora acaba de dirigir basándose en este su primer libro, y así es la vida de la protagonista, una señora de 50 años llamada Pippa Lee. Con elegancia y sobre todo con ritmo, las primeras páginas nos introducen en el mundo de las vanidades y los rictus del mundillo editorial americano. Las salidas ingeniosas, los egos de los autores y las gracias o pequeñas trampas de los editores aseguran una dosis de salidas inteligentes mientras enseñan a los lectores voyeurs cómo se manifiestan las segundas intenciones y lo que queda entre líneas cuando la gente despierta conversa. La mirada alerta de la protagonista consigue desenmascarar un código plagado de sexismo, arribismo, competencia y ansias de status. Las reglas de cortesía y los sobreentendidos adquieren en la primera parte de este texto un lugar preferencial y encantador. Pero hay un punto más que alienta la intriga. La novela ronda un tema que de cara a la nueva longevidad de estos tiempos merece cada vez más atención en la literatura, algo que podríamos llamar “la nueva vejez”, la vejez activa y a la vez consciente de su decadencia. Nuevos ricos, nuevos viejos, nuevo confort es lo que se respira en el barrio cerrado para ancianos de buena posición al que acaba de mudarse Pippa acompañando al gran editor de esta historia, que es su marido y que ronda los ochenta años. De pronto la madura señora de tal se convierte en una joven inquieta, fruto deseable, sonámbula perdida, amiga confidente de señoras mayores, insatisfecha una vez más. Con una intención de mostrar, desenmascarar y conquistar con su pintura burguesa, Rebecca Miller, promediando su novela decide ahondar en los recuerdos de adolescencia y juventud de la señora Pippa. Aquí es donde abandona el escenario que presentaba al comienzo para centrarse en las travesuras de una niña que prometía descontrol, originalidad y un poco más de sexo del que ha tenido. Ocurre que no sorprenden en absoluto las descocadas vidas privadas que esta mujer ha llevado en el pasado, que poco o nada se alejan del estereotipo tan transitado de la muchacha de clase media de los sesenta y setenta del siglo pasado. Miller despliega su relato como pensando en su versión de cine. Se ocupa de pasar de una escena a otra para no aburrir. No aburre, pero no cumple con todas sus promesas. La historia se diluye en estos dos mundos que no necesariamente se oponen. Para cuando vuelva Pippa Lee a concentrarse en su casa nueva y en su viejo marido, una sorpresa la estará esperando. Burgueses exitosos y aburridos empiezan buscando el éxito y los grandes placeres y terminan exactamente así, buscando exactamente lo mismo. Lectores que compartan dichos intereses encontrarán aquí algo de eso que buscan.
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