Viernes, 10 de julio de 2009 | Hoy
MUESTRAS
Una muestra de fotos que articula las modelos más plásticas y modernas con una técnica artesanal, del siglo pasado.
Por Dolores Curia
Ojos y pechos sobredimensionados, en trajes futuristas, posan con actitud desafiante en parajes naturales. Muchas de ellas son bravas mujeres de armas tomar. Aunque sean guerreras plásticas exponentes de la industria nipona. “Mis preferidas son las muñequitas de manga por la estética, siempre me llamó mucho la atención la figura femenina más que la masculina. Pero, específicamente, estas muñequitas a mí me sugieren una actitud de heroínas que siguen siendo sensuales, sugerentes, dulces, etcétera”, confiesa Laura sobre su obsesión por estas asiáticas articuladas.
Antes de dedicarse de lleno a la fotografía Laura Martínez era azafata. Pero un día se cansó de visualizar los paisajes desde arriba y decidió empezar a crear los propios. De ahí surgen los microclimas que podemos ver en esta muestra: la fotógrafa empezó a programar sus propios tours, un poco más gasoleros que los de otrora. Siempre con un séquito de muñequitos de plástico a cuestas, en su mochila, Laura encontraba paisajes que le sugerían la foto. Otras veces, los seres de manga le inspiraban algún tipo de fondo natural, y la ella iba en su búsqueda. Eso es lo que declara cuando se le pregunta sobre la elección de las locaciones en sus fotografías: “Son viajes que yo he hecho aprovechando vacaciones, días libres, etc. En general, llevo a mis muñequitos. La mayoría de las veces no voy especialmente a sacar las fotos pero se me ocurre en el momento.”
Quizá lo más curioso del caso sea la técnica. Laura trabaja con fotografía estenopeica, una de las prácticas más primitivas en este campo, con una cámara de cartón que creó con sus propias manos. Y explica las particularidades de este tipo de cámara frente a la analógica: “Se opone al principio regular de las cámaras de sistema óptico. Funciona como una cámara oscura, los haces de luz ingresan por un pequeño agujerito y eso hace que la profundidad de campo sea infinita.”
“Se puede jugar mucho porque la apertura de la cámara la hacés vos, el tiempo de exposición también lo regulás vos. Obviamente, hay cálculos pero, en general, es todo muy incierto. No podés proyectar la imagen tal cual va a quedar porque no tenés visor como en una caja analógica. Podés tener alguna idea en base a la experiencia pero lo que encontrás en el revelado es siempre una sorpresa”, comenta Laura para explicar cómo el zar es un componente primordial en esta técnica. La foto estenopeica también propone otra relación con el tiempo, menos vertiginosa que la fotografía analógica o digital: “Tenés que encontrar el momento preciso con la luz justa (siempre en exteriores) y calcular el tiempo justo porque siempre necesitás un tiempo de exposición mucho mayor que con una cámara analógica. El tiempo puede variar de unos segundos hasta una hora.”
La técnica estenopeica puede multiplicar las posibilidades de acceso al arte y a la creación, un elemento tan poco suntuoso como el cartón puede convertirse en el punto de partida de una obra. “La cámara estenopeica te da miles de posibilidades, imaginate que hay cámaras hechas hasta con una caja de fósforos. Yo, por ejemplo, tengo otra cámara estenopeica que es de papel, el material sensible –la película– no es un negativo sino también papel.”
“Utopía”, de Laura Martínez, hasta el 27 de julio en Pabellón 4 Arte Contemporáneo (Uriarte 1332), de lunes a sábado de 16 a 20 hs. Para más información: 4772-8745 / 4779-2654.
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