Viernes, 13 de noviembre de 2009 | Hoy
DIEZ PREGUNTAS > A ALEJANDRA CERIANI*
Por Clarisa Ercolano
–A los 5 años comencé a tomar clases de danzas clásicas; pero tengo una fotografía con tres años de edad donde se me ve muy feliz bailando.
–No fue una decisión de momento sino que fue un proceso de larga data. Siempre trabajé con músicos en vivo y dentro de esta propuesta me aportaban distintas tecnologías. Luego apareció un programa que fue la primera experiencia entre lo analógico y lo digital. En el 2005 terminé un seminario en la Universidad de La Plata de programación de imagen y sonido para interactuar en tiempo real y que planteaba cómo suena el cuerpo dentro cuando nos movemos. Por eso, el mensaje tal vez ronde en la relevancia que tiene investigar con el cuerpo, el movimiento desarrollado y la tecnología interactiva escénica desde un lugar en permanente proceso, donde los hallazgos son plataformas que incitan hacia próximas exploraciones.
–Ese film plantea, entre otras cosas y siendo simplificadora, un mundo dominado por las máquinas, donde los cuerpos son fuente de energía y la mente por otro lado, se encuentra en la Matrix. Visto así se lo seguiría focalizando desde un planteo cartesiano, la separación mente-cuerpo es el discurso predominante en nuestra vida diaria. Pero se piensa con el cuerpo y viceversa.
–La faja es un elemento de orden terapéutico... Me operé de la columna y tengo colocado un intervertebrador de siliconas sumado a una escoliosis que sigue su camino... O sea que significan prevención. En cuanto a las vendas, son una derivación posible de esta faja obligada... Me gustó cierta analogía con films de ciencia ficción. Con Graciela Ahumada, básicamente, tratamos de conciliar diseño, necesidad y funcionalidad.
–Respecto de las motivaciones, tenemos acuerdos de estructura general con Fabián Kesler, que se ocupa del diseño sonoro y la música, y Fabrico Costa Alisedo, que se ocupa del diseño visual, video y la captura de movimiento. Al comienzo un mínimo movimiento gesta una imagen que se retroalimenta, el sonido es resonancia entre lo interno y lo externo, lo consideramos un momento intro, embrionario. Al despegar el cuerpo del suelo desprende a la imagen y al sonido de ese origen simultáneo. Ya no es uno, sino tres, que interactúan, que dialogan, que reaccionan, que intentan dominar. El color es la metáfora de la energía necesaria para ese acontecimiento.
–Es absolutamente vivencial y catártico, el cuerpo se va cargando de la fuerza, del ímpetu necesario para interactuar espacial y temporalmente a la par de la imagen y del sonido. Es una pugna y un re-conocimiento de las diferentes materialidades.
–Sí. La individualidad es un concepto potenciado ideológica y culturalmente con fines indeterminados, no siempre de los más propicios, pero en verdad existimos en un magma psicoafectivo, nuestra subjetividad es parte de una malla histórica y memorial. Pero estar conectado no es necesariamente estar atado...
–Jaja... qué intrincado lo que me planteás. En principio, lo que me pasa es puramente energético... como entrar en éxtasis, en la más profunda conexión con el sonido y la imagen, cuerpo, sonido e imagen. Por eso en el final la imagen queda dentro del cuerpo que se recarga para posiblemente iniciar el ciclo otra vez, ser embrión; y así constantemente.
–Lo que hago está en función de interactuar con los programas de sonido y de imagen, con el tipo de captura, de lectura que se hace de los datos y eso no es sólo una acción mecánica, muy por el contrario, es una acción performática y expresa.
–Ellos también son sutiles... y fingen, la cuestión estriba en la combinatoria particular. No creo mucho en esta separación de ficción de realidad, en tal caso pienso en una diferencia que podría plantearse desde lo representacional, la re-presentación cargada de discurso, de temas, hablando desde lo escénico, la mímesis, como diría Susana Tambutti. La performance en general discursea sobre esta frontera ficción-realidad, pero en tiempo real.
* Alejandra Ceriani es bailarina y coreógrafa y docente graduada en la Universidad de La Plata y se dedica a explorar más allá del propósito estético del consumo habitual de lo escénico. Acaba de estrenar Speak 3.0, en el Centro Cultural Borges.
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