COSAS MARAVILLOSAS
› Por Clarisa Ercolano
“Ni Dios, ni amo, ni marido.” Un mensaje corto, claro, sin vueltas y con gancho. El gancho que posibilita que se lleve casi como un accesorio a primeras luces inocente, plasmado en un pin o prendedor, si se quiere recurrir al lenguaje de la abuela. Una idea de Daniela García, integrante de la red Nosotras en el Mundo, que junto a su esposo Maxi –no sabemos si se quejó o no, pero la ayuda– craneó Afrika pin’s. “Queríamos expresarnos, hacer militancia desde casa y hacia afuera, para tod@s, con esto nos divertimos, disfrutamos y difundimos lo que pensamos y lo que piensan much@s. Desde un primer momento no quisimos hacer pins comunes, sino poder utilizarlos como un medio para expresarnos a través de ellos, de hecho uno de los primeros que hicimos es uno que dice: “Este Pin apoya la libertad de expresión”, y otro que dice: “Si la prensa se calla, que hablen los Pin’s”. Nos encanta la idea de poner en un objeto que se lo puede llevar a todos lados todo el peso de un mensaje”.
Una mujer con el puño en alto al grito de “Venceremos”, la imagen sola y potente de Frida Kahlo, “Yo aborto, tú abortas, todas callamos”. La lista y los diseños parecen inagotables. El objeto y el diseño ayudan a la difusión de los mensajes que se plasman de un modo casi artesanal, pero con imágenes y tipografías que nada le envidian a la industrialización. “Creemos en la construcción colectiva de las ideas y en su libre circulación. Por eso los pins son parte de esta cadena de apropiación de imágenes y consignas de movimientos sociales, feministas, de mujeres, de gays, lesbianas y travestis, anarquistas, okupas, revolucionarias, etc”, cuenta Daniela desde su Córdoba natal.
Y avisa, por si acaso, que la reflexión, el entendimiento o el desentendimiento, la apuesta y la lucha por los cambios sociales corre por cuenta de quien se los apropia y hace suya la consigna. “Es algo que se lleva con cierto orgullo o convicción de llevar con él la idea, el mensaje o la imagen que en ellos aparece, aunque algunos gozan de una enorme ironía o sarcasmo”, explica.
De los más de 400 diseños, porque en la variedad dicen que está el gusto, Daniela y Maxi aseguran que todos se venden. Pero los preferidos son los que reivindican consignas feministas o de visibilidad lesbiana. “Sin lugar a dudas ‘las estrellas’ hasta ahora han sido los de ‘Nadie es normal’ o ‘Luchemos por una educación sin prejuicios’. ‘Lo sorprendente es ver cómo estas consignas han sido apropiadas en banderas, remeras, marchas y hasta fueron citadas en algún seminario. Nosotros solos no somos los únicos en difundirlos y venderlos, de la mano de amig@s y compañer@s han llegado a distintos puntos del país y de Latinoamérica. Los vendemos también en recitales, festivales, marchas, etc. No tenemos un lugar fijo, ni determinado temporalmente, pero el boca en boca y l@s amig@s nos conectan”, cuenta la creadora, que apuesta por un marketing directo y efectivo.
Todo es fuente de creación, desde la cultura del stencil, el graffiti, la música, un libro, la fotografía, las pancartas, el cine, personas y/o personajes que representan una idea o una ideología y que solo su imagen, para quien la entiende, vale más que mil palabras.
No me mientas, que no me gusta.
Gabriela Gabelich vive haciendo arte, incluso en su propio cuerpo, donde se tatuó en el medio del brazo una frase que reza, “Los cuerpos no mienten”. Gabriela es rosarina, saca fotos, hace instalaciones, da clases bajo el patrocinio de una conocida marca de lápices, participa del proyecto Cultura Pasajera, expuso en el Macro, el Castagnino, el Recoleta y fue parte del Salón Nacional de Rosario. Además, es mamá de Valentino y cree en el arte portátil, siempre tiene en su cartera una postal o un pin listo para salir a la calle. Y tuvo que volverse con la obra bajo el brazo, cuando hace unos meses, un casino se inauguró en Rosario y quería “poner algo de arte”. La obra de Gabriela decía “Me beberé tu sangre”. Y a alguien o a algun@s, no le gustó para nada el mensaje.
“No me mientas”, dice Gabriela en sus prendedores grandotes, negros con letras blancas y grandes, para que no quede margen de duda. “Es una suerte de súplica, pedido y arenga que se multiplicó en prendedores y calcomanías y que fue creciendo, tod@s l@s amig@s y l@s que no lo son, portan esta mini obra”, relata. Arte y herramienta de defensa, en un mundo donde quienes dicen verdades a medias o son amig@s de los ocultamientos, están a la orden del día.
“No me mientas es una propuesta con trasfondo político, es directa y llana, la negación se construye como el máximo de la afirmación, como una circulación conceptual inamovible, no mentir es construir otro admisible, una idea de credibilidad, una relación sana de decir y hacer, de creer y cimentar’. ‘Así, si no me mienten, creo, y si creo, aspiro a cierta felicidad’”, resume esta creadora constante, que siempre encuentra excusas para seguir.
Buscar qué decir, qué gritar. Tanto Daniela como Gabriela saben que muchas personas se sienten identificadas, que decir lo que se piensa genera cuestionamientos, dispara ideas, discusiones, debates y críticas, y ahí reside el aprendizaje. “Hacemos los pin’s, los mostramos y gustan, algunos más, otros menos, pero todos en algún momento se van y caminan junto a otr@s. Los cruzamos por la calle y de eso disfrutamos”, dice Daniela, satisfecha. Y su pin que rechaza dioses, patrones, esposos resalta abrochado, colorido y reluciente, en el cruce de su pollera de jean celeste.
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