MONDO FISHION
› Por Victoria Lescano
Con un fondo de placard regido por una fórmula pop y efímera que combina de morfologías retrofuturistas exaltadas por hombreras de Thierry Mugler, tocados espaciales y vestidos copiados de McQueen y los fulgores de David Bowie en Ziggy Stardust, sumado a un combinado de lingerie, plus medias, plus el pelo artificial con tintes de rubio, blanco o rosa, los tacones de vértigo cual diva de Helmut Newton, las locaciones para clips en decorados ostentoso dignos de campañas de Versace –de cuando Gianni V estaba vivo– y por último los anillos con su nombre abarrotados de strass que compiten con manicura descollante. La descripción barroca, tan intrincada como sus outfits, se corresponde con su enunciación de estilo: “Mi performance es mi vida”. O viceversa.
Las ropas de Lady Gaga fueron otra vez noticia ya no desde los clips de alta rotación, cuando un vestido creado para ella por Miuccia Prada ingresó a una subasta online para recaudar fondos para el Museo de Arte Contemporáneo de Los Angeles –MOCA– y a fines de diciembre alcanzó la cifra de 30 mil dólares. Fue en ese museo donde el artista de moda Francesco Vezolli –un experto en la simulación y las celebridades que ya se metió con perfumes de mentira en un clip protagonizado por Natalie Portman y una campaña con la modelo Eva Mendes emulando a Anita Ekberg en La dolce vita– la escogió como musa para una obra de arte efímera llamada Ballets rusos, estilo italiano. Los musicales más cortos que se hayan visto.
El musical más corto en cuestión, léase un videoclip en vivo de la canción “Speechless”, se representó con la siguiente puesta en escena coreografiada a la mode: en la entrada del museo ideado por el arquitecto Arata Isozaki, Lady Gaga lucía un sombrero ideado por el arquitecto Frank Gehry para la ocasión, junto a un piano Steinway customizado por el artista Damián Hirst con mariposas y maquillaje rosa. Iba vestida con un traje de alta costura de apariencia retro, creado a su medida por Miuccia Prada. La acompañaron bailarines del Bolshoi –también ataviados de Prada–, que emulaban pasos de un musical de 1929 llamado Le Bal.
Afianzando los contenidos de la puesta, se vio además en ese museo de Los Angeles una serie de obras ideadas por Vezolli consagradas a variaciones pop, ejercicios de estilo a partir del rostro de Stefanie Germanota (el verdadero nombre de la diva pop). Caracterizada cual Pierrot, tuvo lágrimas bordadas en punto cruz en la obra Prop-ga-ganda after Rodchenko, luego fue fotografiada con tocado símil nidos y con la estética del constructivismo ruso, o bien fotografiada en un pedestal engalanada cual muñequita de una caja de música y emulando a Julee Cruise en Floating into the Night (la cantante musa del director David Lynch).
Pero mucho más gracioso que las ambiciosas y previsibles coordenadas de moda pregonadas por los snobs del MOCA de LA resultan las instrucciones caseras para vestirse a lo Lady Gaga que difunden en la web algunas de sus fans bajo el título “Cosas que necesitas para ser Lady Gaga”: una peluca rubia larga, un vestido retro ‘80 con estampa de cebra, un delineador negro, una base de maquillaje azul, medias de red, lápiz labial rosa pálido, botas negras con taco stiletto. Y, acto seguido, difunden las siguientes instrucciones:
Paso uno: conseguir una peluca larga, cuanto más platinada, mejor.
Paso dos: trazar la figura de un rayo debajo del ojo derecho y rellenar con maquillaje azul.
Paso tres: para completar el maquillaje retro, delinear las cejas con lápiz negro y aplicar el rouge rosa.
Paso cuatro: ponete el vestido de estampas animal que consigas y transformalo de modo tal que luzca mini.
Paso cinco: calzate las medias caladas o con alguna estampa, porque Lady Gaga nunca usa pantalones.
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