MONDO FISHION
› Por Victoria Lescano
Sábado de festejos bicentenarios, mientras los estilos de las provincias y las comparsas se alistan para desfilar por la gran pasarela popular y festiva de la 9 de Julio –el cuartetazo, los trajes de frutas como emblema federal, la fanfarrias–, en Palermo ese día luce casi desierto, y entre las escasas paseantes se destaca a modo de estandarte fashionista una bolsa con print de gallito y la consigna “This is bully”.
Me remito a la inauguración de la tienda en cuestión, situada en la calle Guatemala y hace algunas semanas. La fachada estaba iluminada de rojo sangre cual cresta de algún gallo. Puertas adentro de una casa antigua devenida tienda y con patio lindante a varias habitaciones, los integrantes del estudio de arte y marketing Furia habían trasladado la iconografía de gallo al que alude la marca en su anglicismo; los trazos de gallitos se reprodujeron en superficies de almohadones, de las sillas y las secuencias de banderas que flameaban en la antesala. En el salón exhibidor de prendas desfilaban los hits de la firma que exalta el cachemir –léase lana obtenida de las cabras de Mongolia–: un suéter llamado Arlequín en azul marino y con estampa de gallito en violeta, el petit cardigan y el chal denominados “Isabel”, en tonos de camel y gris. Se sumaban a ellos tricots con lunares para niños y para adultos.
La tienda estaba atiborrada de público fashionista. Allí Iván de Pineda, uno de los creadores del proyecto (también modelo de pasarelas y de campañas desde los 16, icono en las gráficas y los desfiles de Versace y en las pasarelas europeas de mediados de 1990, hizo además un cameo para el clip de The Pet Shop Boys, dirigido por Mario Testino), ahora en sus treintas confesó como disparador del proyecto de moda su veneración por el cachemir. Sus socias María Montalembert y Leonor Tanoira, dos expertas en comercialización de moda y en marketing, se refirieron al manual de estilo de la firma: “This is Bully tienen una moldería clásica, no obstante hace foco en los detalles, de bordados a rayas o lunares. Pero nuestra consigna es entablar un juego de opuestos: lo masculino y lo femenino, lo viejo contrastado con lo nuevo. Proponemos mezclar un cardigan de cachemir con un vestido de noche o un viejo y raído jean con un clásico suéter de cachemir”. Acerca del modus operandi, señalan: “Creamos y producimos en Mongolia central, la cuna de este textil; allí se realiza tanto el proceso de compra del hilado como el teñido y la confección de las prendas y las mantas”.
La historia de esa lana remite al siglo catorce, pero fue en el diecinueve cuando comenzó su apogeo en Europa, tanto para atuendos infantiles como para desarrollos del placard femenino.
El cine clásico, y especialmente Alfred Hitchcock, inmortalizó a los twinsets de este material en el film Rebecca –1940 y en la figura de Joan Fontaine– motivo por el cual en España al modelo de dos suéteres complementarios se lo llama Rebecca. La firma Pringle of Scotland fue y continúa siendo uno de los referentes para adoradores de esa textura. Así como en 1930 inventó el twinset –cuyo manual de estilo indicaba llevarlo con collar de perlas– y en 1950 dedicó una barra para la venta de esos ítem en la tienda Harvey Nichols, con nuevo y remozado equipo creativo y apariciones en pasarelas de las capitales de la moda, su gesto más extravagante fue convocar a la actriz Tilda Swinton, como modelo de campaña de la colección masculina del invierno 2010.
Pero los creadores de la firma del gallito local destacaron como fuente de inspiración el modus operandi contemporáneo de la firma francesa Zadig & Voltaire –cuyas realizaciones suman estampas de calaveras y slongs afines a la cultura del rock– y destacaron: “La moda actual propone innovaciones sobre el uso del cachemir, y su trama se usa también para enfundar bolsas de agua caliente. Somos tres fanáticos del cachemir y creemos que hay mercado para desarrollarlo. Hasta hace unos años era considerado solo un producto de lujo y de tradición que pasaba de generación en generación como una reliquia familiar. Hoy el cachemir atraviesa un proceso de democratización; tanto en Estados Unidos como en Europa se presenta como un producto accesible y de moda”.
Mientras ellos enunciaban su elogio a las cabras de Mongolia, tanto en el living puertas adentro como en otro saloncito improvisado en el patio, con radiadores para outdoors, los invitados se cobijaban del frío imperante con sopas, con cócteles, con cava rosée y con vino. Hubo clima de efervescencia abc 1 (la expresión: ¡boludo, qué buena onda! se repite casi como un mantra y a modo de enunciación afectiva). Hubo además diseñadores invitados y amigos entre los invitados. También brindaron los artistas que participaron con sus intervenciones sobre un hipotético club del gallo, en las varias habitaciones que emergen del patio. Sus obras alusivas al logo de la marca admitieron un imaginario que enfatizó trazos sobre la anatomía, un gallo ciego y con el cuerpo estampado con lunares rojos sumados a la estampa con cuerpo de ese animal presumido, digna de remera rocker con slogan “Cocorita rules”.
El precio promedio de las prendas ronda los 750 pesos. Por galería de imágenes remitirse a www.thisisbully.net.
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