Viernes, 4 de junio de 2010 | Hoy
EL MEGáFONO)))
Por Carolina Isola *
Históricamente las mujeres han atravesado sus partos rodeadas de otras mujeres experimentadas. Al igual que una gran comunidad, donde la mayoría tenía la vocación de la maternidad, la intuición y la sabiduría femenina eran las que guiaban su camino.
El término doula procedería de la antigua Grecia, donde significa esclava o sierva. Otros autores sitúan su origen en lengua india, en la que doula era sinónimo de una mujer experimentada que ayudaba a las futuras madres en la crianza de sus bebés.
Actualmente, la empatía es una de las características más relevantes de una doula. Eso implica poder y saber ponerse en los zapatos de otra mujer en el momento de su gestación, parto y puerperio. Si hay acompañamiento humano amoroso el parto puede ser –igualmente– doloroso, complejo o largo, pero se atraviesa desde otro lugar: la fortaleza y el amparo. Esa energía es la que luego brindará a la mujer puérpera el resto emocional necesario para ocuparse del bebé y de su vínculo con él.
La doula favorece la humanización del parto, del nacimiento y de la crianza de niños pequeños, acompañando a las mujeres para que puedan empoderarse de su maternidad, porque provee información con evidencia científica, aclara cualquier duda y temor, complementa la información recibida en el curso de preparación al parto, informa sobre el proceso del parto y el dolor, provee consejos sobre un plan de parto a consultar con el médico o partera, acompaña en el parto brindando soporte emocional, sugiere maneras para soportar el dolor y facilitar el parto, está atenta a los deseos de la madre durante el proceso del parto frente a intervenciones rutinarias innecesarias o no deseadas, ayuda creando un entorno adecuado para la madre (reduciendo el nivel de ruido y luz, poniendo música, regulando el frío o calor, respondiendo al teléfono), colabora en un parto vaginal o en una cesárea (si fuera el caso), respeta la privacidad de la mujer, facilita el establecimiento temprano de la lactancia materna.
Mientras que, durante el puerperio, mantiene el contacto por teléfono para cualquier consulta que tenga la mujer, colabora para tranquilizar a la nueva madre y liberarla de cargas. Una doula hace la diferencia y algunas estadísticas lo demuestran: se produce un 50 por ciento de reducción en cesáreas, un 25 por ciento de partos más cortos, un 60 por ciento de menos pedidos de epidural, un 40 por ciento menos de uso de oxitocina sintética, un 30 por ciento menos de uso de analgésicos, un 40 por ciento menos de utilización de fórceps. Y, además, mejora el vínculo de los padres con el bebé, se disminuyen los problemas con la lactancia y se genera menor incidencia de depresión posparto.
Se ha demostrado que las mujeres que eligen atravesar su historia de maternidad con una doula empática se sienten aún más cuidadas, escuchadas, comprendidas y avaladas. Su empoderamiento femenino les facilita la ardua tarea de la maternidad, ya que un espacio de conciencia se abre para siempre.
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