Viernes, 3 de septiembre de 2010 | Hoy
MONDO FISHION
Por Victoria Lescano
Lejos de estar escondidos y prolijamente doblados en cajoneras de aparadores de amas de casa de antaño pasaron a exhibirse en los escaparates de tiendas de moda con anclaje en el interiorismo. Confieso tener o un modelo con volados, variaciones de lunares y flor de etiqueta “viol raviol” que cuelga de mi cocina y que de tan lindo en ocasiones consideré usarlo como uniforme para asistir a alguna primera fila. Los delantales resignificados ostentan tanto estampas de cuadros vichy y de lunares como patchworks de estampas frutales, pero no reniegan de la elegancia del liberty, ni de arriesgadas variaciones sobre el animal print, como tampoco de citas a la iconografía del diseño escandinavo. De los modelos “Royal o Fan” que la firma Picnic ideó para cocineros chic con molderías ajustables (aptas para guardar el repasador y una carta de prints que admite iconografía de Honolulu, Shanghai, Petit Bateau y Finland) que se aprecian en Nicaragua 6080, a los florales rara avis de “Viol raviol” (se consiguen en las tiendas Cou Cou –Gurruchaga 1783– y Morada –Vicente López 1661, local 9–) a los desarrollos con experimentos textiles que caracterizan a “Mucha Tela” –situada en Costa Rica 4488–. Mientras que desde la web, “Baking Cakes” exhibe una galería de modelos con el valor agregado de que las usuarias y consumidoras son invitadas a posar ataviadas con el delantalcito escogido de su vasto catálogo. Cecilia Vera y Celeste Cerdá, quienes prefieren los apodos “Mirta y Nina” para componer personajes que desarrollan atavios domésticos, con tal etiqueta describen los diseños: “Desde delantales entallados con variaciones sobre animal print y pitón, el clásico vichy hy –tela a cuadritos que puso de moda Brigitte Bardot–, pero además estampas de sandías y frutas exóticas, ensambles de lunares rojos y fucsias. Buscamos devolverles a las tareas del hogar el encanto que realmente tienen. Desde el proceso de diseño, retomamos originales de la década del 50 pero adaptándolos a las siluetas actuales. Nuestra impronta es la confección impecable y los detalles de terminación artesanales, las combinaciones únicas y una producción limitada para cada modelo”, sentencian.
Derivados de la expresión inglesa apron con la cual se designa a los delantales de cocina y de la francesa naperon, que alude a un pequeño mantel, casi una servilleta Símbolo de los oficios y del trabajo, en sus comienzos lo usaron los hombres; documentos del 1200 lo muestran cubriendo y protegiendo cuerpos de artesanos y de cocineros, mientras que en la silueta femenina irrumpieron un siglo más tarde. Hubo referencias literarias al delantal tanto en Mujercitas, de Louise May Alcott (allí, en su hipotético testamento Amy manifiesta legar a su mejor amiga Kitty Ryant su adorado delantal con bolsillos azules) como en David Copperfield, de Charles Dickens –“En la tienda había una linda mujer bailando con un niño pequeño en sus brazos y otro colgado de su delantal”. Pero el más sublime del cine lo lució Judy Garland en su rol de Dorothy en El Mago de Oz; el delantalcito en vichy –cuadros azulados y blancos– devino icono de la moda tanto como los rubby slipper con las cuales ella sentenciaba en la trama “There is no place like home”.
Mientras que el tratado del 1800 The Complete Servant, advirtió a las mujeres “cambiarse el delantal con cierta frecuencia entre una y otra labor”, en su libro celebratorio de la historia de los delantales de cocina Aprons, a celebration (cuya versión en miniatura admite un palo de amasar lúdico), la escritora norteamericana Joyce Cheney rescata dichos populares alrededor de la prenda doméstica: “Una mujer que quema su delantal está muy próxima a casarse”, “para conquistar a un hombre hacerle secar las manos en tu delantal de cocina” . Y como coleccionista de delantales, en 1997 Cheney ideó la muestra de delantales “Apron Strings: Ties to the Past”, que se exhibió en quince ciudades de Estados Unidos.
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