Vie 03.12.2010
las12

TENDENCIAS

Todo lo que dure

La sueca Erika Lust se siente una abanderada. Una militante en la lucha por la conquista de la mirada cargada de libido. Una cruzada dispuesta a volver disponibles y en imágenes el trabajo y el sudor que cuestan el placer y el orgasmo femenino. Ella se dedica al cine porno, una industria que describe como misógina y homogénea, pero en la que ya otras han metido su cuña, que Lust está dispuesta a ensanchar hasta que todas las miradas puedan colarse. Lo mejor: todas sus películas se consiguen en Internet y son todo lo explícitas que una quiere cuando pone una porno.

› Por Irupe Tentorio

Por unas cuantas velas es alumbrada la escena en donde Lara recibe unos masajes tántricos de Lola, que usa sus manos para desparramar aceite, deslizarse por la espalda de quien recibe sus caricias, rozar sus brazos, sus piernas y también por sus pechos. En la boca no se besan, en el resto del cuerpo, sí. Las palabras están de más, sólo la respiración y los gemidos. La escena, llamada “Lujuria”, dura 20 minutos, los suficientes para lograr llevar la libido al tope, como suele suceder con las películas de Erika Lust, quien explica a Las12, desde Barcelona, que “la duración de mis películas en total es igual a la de un largometraje, pero cada escena está filmada lo que dura un acto sexual. Creo que es mucho mejor una buena historia en poco tiempo que estar viendo una hora de penetraciones y mamadas que no dicen nada”. Sin pelos en la lengua esta directora de cine porno femenino y politóloga, que hace semanas dio a luz, supo poner nervioso a más de un director de cine del rubro con sus dos películas Cinco historias para chicas, galardonada como mejor película del año en los Feminist Porn Awards de Toronto en 2008, y su último y reciente film Vida lujuria amor y una especie de documental sobre seis personajes con sus masturbaciones: Barcelona ex project, un género completamente denostado teniendo en cuenta que la masturbación es el sexo más habitual que cualquiera puede tener.

“Estas son historias de ficción que cuando el sexo empieza la cámara no se apaga”, insiste Lust para diferenciarse del resto de la industria que produce 14 mil películas por año.

¿Cómo es el cine porno femenino?

–Al porno femenino pertenecen aquellas películas que están focalizadas desde una visión sexual femenina. Orientadas hacia el placer y el erotismo femenino. Esto no quiere decir que si hacemos películas para mujeres la audiencia masculina está excluida, sino que están pensadas en primer lugar para un público femenino, con todas las diferencias que esto implica. Yo siempre digo que el discurso feminista surge a partir de las diferencias existentes entre hombres y mujeres y de las desigualdades que se hicieron presentes durante la historia sociocultural que nos enmarca. Ser feminista significa que reconoces esta diferencia y que te parece que debería cambiar, y en esto estoy.

¿Cómo fue tu primer contacto con el porno?

–Antes de pensar en montar Lust films, nuestra productora en Barcelona, trabajé en diferentes producciones audiovisuales, tanto en publicidad como cine, incluido cine X. Mi primer paso lo di en una enorme distribuidora y productora que quería iniciar una nueva línea para mujeres, sin embargo tuvieron la brillante idea de darle la responsabilidad de la línea a un hombre, por ende el proyecto fracasó. Luego de esto me di cuenta de que este terreno estaba dominado por hombres bastante poco profesionales y fue ahí cuando sentí que había muchísimo que decir y aportar por gente moderna y joven, sobre todo por nosotras. Pese a lo crítica que soy con el género, reconozco que aunque no me gustaba lo que veía, algo dentro de mí me empujó a investigar y descubrí que muchas intelectuales feministas no se limitaban simplemente a odiar el porno, sino que lo analizaban como un fenómeno cultural contemporáneo. Linda William, con sus libros Hard core y Porn Studies, fue parte de esta inspiración, tras su lectura decidí convertirme en productora y directora.

¿Por qué creés que faltan mujeres en este género?

–Cuando decidí empezar a hacer cine erótico y explícito para las mujeres, los hombres de la industria me acusaron de ser antigua y retrógrada. Me dijeron que hacer películas para mujeres era discriminatorio, que las que filmaban ellos ya estaban dirigidas para todo el mundo ¡y eso no era cierto! Lo que ocurre es que lo varonil es el estándar universal en este mundo donde vivimos, por eso mucha gente no entiende que hace falta otra perspectiva. Consideran el deseo y placer masculino como el general para todos los seres humanos. Es como cuando en las escuelas convocan una reunión de “padres” donde en verdad sólo hay madres. En las películas sexuales comerciales destinadas al público masculino a la mujer se la muestra casi siempre como un objeto, como una víctima, y si bien la cámara se recrea morosamente en la eyaculación masculina, casi nunca le dedican la misma atención al placer femenino. Necesitamos un cine X donde nos sintamos representadas, que sea capaz de mostrar el placer femenino y podamos ver a otras mujeres tener un orgasmo verdadero y no una mera simulación.

¿Creés que está siendo visible, que hay futuro para el porno que proponés?

–Por supuesto. Las mujeres hemos reivindicado muchos derechos en estos últimos años y el porno no se queda atrás. Estamos creciendo porque al público le gusta. Nuestros consumidores ni siquiera son mayoría de mujeres, también hay hombres que no se sienten representados con el otro porno, y sobre todo muchas parejas. Hay que entender que hay públicos diferentes y que todas las minorías deben estar representadas. En el caso del porno, existe muy poco cine para adultas que nos represente, somos ignoradas como si nosotras no viéramos cine X, como si no nos excitáramos con una imagen sugestiva y ni hablar de sexo explícito. Es retrógrado seguir pensando que solamente deseamos tener un novio/a, un marido o un/a amante con quien tener una relación sexual para calmar los ánimos y el deseo. Creo en el potencial del porno para ayudar a las mujeres a seguir desarrollando nuestra revolución sexual, ésta es una batalla que debe estar siempre viva. Y las mujeres que luchan contra la vergüenza, que viven su sexualidad con culpa y represión, pueden llegar a encontrar en la pornografía una herramienta de educación y liberación.

¿Cuál es el cine que proponés en tus películas?

–El cine que propongo es un cine que muestra mujeres reales, habla de nuestra sexualidad, muestra a las mujeres como seres activos dando placer y recibiéndolo. Un cine que toma hombres modernos que comparten nuestros valores, hombres que nos sean atractivos, pero no príncipes azules ni monos de gimnasio. Es sabido que podemos fijarnos en hombres que no son atractivos a primera vista y apreciar otros valores no sólo estéticos, como su personalidad y su espíritu.

¿Quién sería una “masturbadora informada”, como solés decir?

–Alguien que puede elegir qué ver y qué no ver porque tiene diferentes ofertas para ello. Las mujeres quieren ver placer femenino, desean ver que las mujeres disfrutan y disfrutar, explorar, poder encontrar placer en partes del cuerpo que estaban dormidas.

A mí me ocurrió como a la mayoría de las mujeres que cuando vi porno por primera vez no fue amor a primera vista, ni mucho menos. Evidentemente, había algo de las imágenes que me excitaba, pero también muchas cosas que me molestaban. No me sentía representada en esas películas: ni mi estilo de vida, ni mis valores, ni mi sexualidad aparecían por ninguna parte. En esos filmes no estaba retratado el placer femenino y las situaciones sexuales que se planteaban me parecían ridículas. Además para mí es inaceptable la calidad audiovisual que nos plantea el cine adulto, decorados cutres, estilismo y maquillaje horribles, música que no aporta nada, actuaciones malísimas y ridículas, doblajes aun peores, fotografía amateur, en general un producto audiovisual muy pobre.

Cutres o no, la única variación que suele haber en el porno tradicional es la locación: piletas, dormitorio, cocina, aire libre...

–Bueno, he ahí una diferencia. El porno hecho por y para mujeres trata sobre intimidad y relaciones; el de ellos, sobre enculadas y eyaculaciones. Para la industria porno tradicional, estilismo y localizaciones significa hacer una película porno de romanos con túnicas cutres o situar la enculada en una mansión en la Costa Azul. Así es como ellos ven la variación entre una producción y la siguiente. Nosotras podemos rodar en un loft, o simplemente en una cama; no buscamos impresionar con coches lujosos o motos acuáticas, sino con el trabajo de los actores, el guión, el ritmo de la historia y la cantidad de sexo también.

¿Cantidad de sexo?

–En el cine de ellos, las mamadas van hasta el fondo de la garganta provocando hasta arcadas. Nosotras mostramos también una buena práctica oral dedicada a una mujer, porque nuestro placer importa, no somos sólo una garganta profunda. Y les huimos a los estereotipos: en la mayoría de las películas los tipos son mafiosos proxenetas, traficantes, espías, militares, viejos verdes, carceleros, etc. Mientras que nosotras elegimos chicos normales como los que nos rodean todos los días, como el chico del delivery o el que me atiende en la oficia de correos, como el de la oficina de al lado que veo cada mañana desde la ventana, como el que estudia en un banco en la clase de sociología en la universidad. Las mujeres que ellos muestran generalmente son rubias, putas, ninfómanas, lesbianas que follan con tíos, agentes secretas asesinas, adolescentes desviadas... Nosotras mostramos mujeres actuales, trabajadoras, emancipadas, independientes, con sentimientos, como tú, como yo, como las mujeres que nos rodean. En sus películas ellas siempre están dispuestas a todo, en las nuestras el sexo hay que ganárselo, es compartido si hay una relación sexual, y sobre todo es siempre consentido. Para ellos, las mujeres violadas, en el fondo disfrutan. Creo que esto sólo puede disfrutarse desde el imaginario masculino.

Según tu descripción del imaginario masculino se podría decir que ellos son todos iguales, al menos los que se dedican al porno...

–Y sí... No son precisamente modernos, ni feministas ni cultos ni intelectuales. Salvo excepciones, que evidentemente las hay, son todos muy parecidos. A medida que fui conociendo hombres de la industria del cine adulto, entendí por qué las películas porno son tan parecidas entre ellas. Entre productores y directores no hay diversidad racial, sociocultural, de género e intelectual. La gran mayoría son hombres, blancos, de mediana edad, son héteros, y las mujeres les gustan rubias, tetonas, y bien dispuestas. Es lógico que si el grupo es tan homogéneo sus productos lo sean también.

Todas sus películas se pueden conseguir vía Internet en: http://www.lustfilms.com/index.html

(Versión para móviles / versión de escritorio)

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS rss
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux