Viernes, 28 de enero de 2011 | Hoy
COSAS MARAVILLOSAS
En la animación Una Princesa en Apuros, ilustrada por Isol y realizada por el área educativa de Flacso, el villano del cuento es el calentamiento global y los niños y las niñas quienes pueden salvar al mundo con conciencia ecológica.
Por Luciana Peker
El cuento de la noche es uno de los rituales más bellos entre madres, padres, hijos e hijas. Es una caricia para que cierren las pestañas con la voz que acaricia el inicio del sueño y propone nuevos mundos aunque el cuerpo se acurruque entre las sábanas. Pero también es una forma de ahuyentar a los miedos. Esos que tienen los chicos y las chicas por la oscuridad y los monstruos y pueden ser tan irreales como temer por dragones o tan ciertos –y tan clásicos– como preguntar por la muerte. Una nueva forma de miedo –y de muerte– es el interés, el terror y la inocencia hecha trinchera de los chicos y chicas frente a la destrucción del planeta.
Desde los ojos infantiles es inentendible la guerra de seres humanos contra seres humanos y por eso son los chicos y las chicas los que nos retan si el agua corre sin uso, las luces quedan encendidas o se deja una botella en un pic nic playero. Ese potencial de la infancia sumado al imbatible efecto de la lucha romántica es usado en el video Una Princesa en apuros para concientizar a niños y niñas acerca del calentamiento global.
El trabajo fue realizado por la ilustradora y guionista –creadora de nuevos y mágicos libros infantiles– Isol, animado por Caramba Estudio, tuvo la dirección pedagógica de Inés Dussel y pensado y producido por Sonia Jalfín y Patricia Ferrante. Con el auspicio de la embajada Británica y la producción del área educación de Flacso el corto muestra cómo la contaminación arruina las bellas –y también clásicas– historias de amor entre una princesa y un príncipe y propone medidas muy concretas para cambiar el primer final del cuento y poder elegir la propia aventura.
La doncella Adelaida quiere ir al baile del rey de la Comarca de Hielo. Con humor, Isol retrata a la chica haciendo malabares con su pelo y su vestido por el exceso de basura y sus impedimentos por no poder llamar a ninguna hada madrina (por los incendios que la incomunican) o por las sequías que ya no dejan –ni siquiera– una calabaza disponible para convertirla en carruaje. Y es ahí donde aparecen en escena un padre y una hija que no acepta ese final de cuento. “Yo quiero que el príncipe se case con Adelaida”, dice ella ilusionada y decidida.
¿El fin justifica los medios y la ecología justifica la reivindicación del modelo de niña que quiere ser princesa para casarse y ver florcitas a su alrededor? Isol resuelve la mixtura de fuerza y felicidad poniéndole a la chica que quiere su cuento de amor un casco y una espada y la saca (con esa batalla) del viejo paradigma de bella durmiente para permitirle sus anhelos amorosos pero con herramientas para luchar y no sólo esperar a que pase la carroza (que, como vimos, ya ni siquiera viene en forma de calabaza).
“El calentamiento global es el monstruo”, le revela el padre a la hija la identidad del malo de la película. Entonces, se proponen juntos usar menos la electricidad, generar poca basura y reciclarla, no andar tanto en el auto porque contamina mucho, exigir leyes que cuiden al planeta y a sus habitantes y andar más en bicicleta.
Isol cuenta sobre el proyecto: “Estaba claro que había una intención didáctica, pero también queríamos hacer una historia original a nivel creativo y estético. Y no quedarnos en algo desesperanzado o solemne, sino inspirar para pensar un cambio posible”. Y destaca: “Si la aspirante a princesa no tiene agua para bañarse, ni zapallo para carruaje, ni hada... la cosa se complica. Así es que a partir de una historia divertida que se va convirtiendo en un lío terrible pasamos a hablar de las posibilidades efectivas de salvar nuestro mundo real sabiendo que el monstruo del cuento está siendo generado por nosotros mismos”. ¤
Más información: http://www.flacso.org.ar/educacion/producciones/unaprincesaenapuros
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