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Con lanzamiento oficial en los salones del Faena Hotel, sus lounges con sillones níveos y clima de efervescencia, ya en las copas burbujeantes, las rosas rojas, los candelabros a lo Baccarat, los guiños celebratorios a la moda de algunos asistentes, el jueves 26, como correlato del lanzamiento de Harper’s Bazaar aconteció una pasarela festiva: allí confluyeron los diseñadores Martín Churba, Pablo Ramírez, Jessica Trosman, Rosa Benedit, Laura Valenzuela, Mariana Dappiano, Valeria Pesqueira, Delia Cancela, Mario del Grosso de Varanasi, Laurencio Adot, plus el dúo de ropa masculina LiTorres, algunos referentes de la industria, CEO de las marcas y organizadores de los ciclos y las semanas de la moda plus el staff local de Harper’s Bazaar oficiando de anfitriones.

En su primera edición (mayo 2011) hecha en Argentina y como resultado de una alianza de Televisa con Hearst, sus voceros se pronunciaron desde un escenario que rato después cobijó a un trío de mujeres rockers. HB ostentó en su portada a la modelo argentina Naomi Preizler (rubia y cara rara avis), quien pasó de protagonizar campañas de Complot, Trosman o Tramando a desfilar para Lagerfeld, Balenciaga y Gaultier. Desde sus páginas, la editora general Claudia Pasquini narra la cautivante historia del magazine y destaca algunos hitos: “La cara de asombro de la traductora literaria Mary Louise Booth cuando en 1867 los hermanos Harper’s la convocaron para dirigir el primer semanario femenino de gran tirada y para divulgar su almacén de moda, placer y enseñanza. También el momento en que Randolph Hearst –léase el magnate que inspiró a Orson Wells para el film Citizen Kane– la compró para sumar a su holding e invirtió en primicias del nuevo modelo de Chanel y toda la alta costura, en contratar a la experta en modas Carmel Snow (quien, entre otras cosas, acuñó el “New Look de Dior”), al ilustrador Erté y al art director Alexey Brodovitch, quien convocó a la vanguardia del arte y de la fotografía: de Man Ray y Brassai a Warhol. Pero también exalta la figura de Diana Vreeland y sus enunciados sobre moda: “¿Por qué no lavás a tu hijo el pelo con champagne para volvérselo dorado como hacen en Francia?” Existe además un apartado para “Lo último” y también editoriales de moda de Josefina Bugallo, Mariana Schurink, fotografías de Battellini, Santiago Albanell, Gustavo Di Mario y Cecilia Glik.

La directora editorial Ana Torrejón, con vasta experiencia en la industria –ideó los inicios de la revista Elle y continuó allí por más de una década y también es galerista– responde sobre el modus operandi y el oficio de comunicar moda.

¿Cómo abordaron una publicación acerca de la moda con la tradición de Harper’s Bazaar para la industria, la cosmética y los seguidores de moda de la escena local?

–Considero que los 144 años de historia de Harper’s Bazaar significan respeto y conocimiento. Hemos estudiado la fórmula lo más profundamente posible para rescatar los valores que sirven como ejes de un contrato de lectura y un contrato visual con identidad propia. Creemos que hay necesidad de un medio que técnica y culturalmente aborde la moda, estamos en esa búsqueda. En lo particular, Claudia Pasquini y yo nos dedicamos hace muchos años a los desarrollos de medios y el último año realizamos seminarios sobre el tema. Mucho material de estudio hoy forma parte de la dinámica de la nueva redacción.

¿Consideran que HB Argentina tiene o va en vías de un tono localista?

–HB es un una revista argentina hecha por argentinos. La aspiración es asimilarse a un concepto “global”, vale decir noticias globales de incidencia en el medio local y luego, noticias propias. Desde los textos hasta las imágenes están pensados para un lector argentino.

¿Cómo se construye la identidad de una publicación interactuando con los modismos de sus hermanas de Estados Unidos, España, Australia, etc. y una tradición ya cimentada?

–Cuando hay una historia fuerte por detrás hay dónde abrevar... El proceso de lanzamiento de la revista es muy reflexivo. Fuimos paso a paso. Primero los valores, luego las experiencias diversas, la observación de las 24 ediciones y, por último, lo que es lo primero: la edición propia. Encontramos coincidencias culturales, económicas, hasta históricas con algunos países en cuanto al enfoque del tema moda. En otros, la barrera idiomática –China, por ejemplo– nos dificulta las operaciones. Pero Bazaar tiene la sana costumbre de realizar seminarios internacionales y se ponen en el tapete tanto objetivos como contenidos, por lo que hay una filosofía que todo el tiempo se está revisando.

¿Qué cambios destacan acerca de la moda argentina actual y de las lectoras en relación a cuando trabajaron en la revista Elle?

–Ya no pensamos en Elle. Me alejé a fines del 2007 y todo el transcurrir hasta hoy fue entre la docencia, mi galería de arte, diferentes experiencias. HB es una revista que desde la primera a la última página aborda la moda, y su particularidad es la búsqueda de diálogos con la cultura. En cuanto a la moda argentina, es evidente que ya no existen las coordenadas 2002-2007, con explosión y visibilidad de nuevos creadores, pero sí hay mucho desarrollo de marcas, nuevos actores en escena, crecimiento de la industria nacional, en especial marroquinería y afines. Volvemos a poner la lupa en la trama: para nosotros hablar de moda no sólo es un ejercicio crítico, es desarrollar una visión periodística.

Antes del lanzamiento oficial hicieron una presentación destinada a bloggers. ¿Eso habla de vuestra miradas sobre cómo las redes interactúan con los medios?

–Estamos enamoradas del papel y abordamos lo impreso casi con deleite fetichista, pero informamos en todos los soportes. Hoy pueden seguirnos por Twitter @bazaarargentina, pueden postear en nuestro facebook y en breve trabajaremos la plataforma del blog. Nuestro encuentro con bloggers de Argentina y de Uruguay tuvo que ver con una mirada fresca acerca de los fenómenos de comunicación.

¿Qué exclamaría Diana Vreeland acerca del estilo argentino en alguna de sus provocadoras y arbitrarias afirmaciones?

–Una dama tan genial y tan iluminada vaya a saber qué diría. Puedo sí compartir con ustedes mi lema de cabecera: Excéntrica siempre, burguesa jamás.