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Viernes, 16 de septiembre de 2011

PANTALLA PLANA

Todo mal

Larry David está de regreso, fiel a sí mismo y a su radical escepticismo, en la 8ª temporada de Curb your Enthusiasm, esa sitcom que pone agudamente de manifiesto aspectos ridículos, vanos, hipócritas de la condición humana.

 Por Moira Soto

Cuando parecía que, luego de siete temporadas de mofas sin límites, ya no quedaba nada ni nadie para practicar ese humor auténticamente trasgresor que lo caracteriza en la serie Curb your Enthusiasm, Larry David regresa. Como siempre, en zapatillas y a la pantalla de HBO, con sus travesuras a contrapelo que conducen siempre a pequeñas calamidades que culminan al cabo de cada capítulo en naufragio total. Esa es la naturaleza del personaje que lleva el nombre de su autor y que, como el alacrán de la fábula aunque sin efectos mortales, no puede dejar de clavar su aguijón –corrosivamente humorístico– en todos aquellos temas que se supone que no pueden ser objeto de chanza, o que se consideran directamente tabú. Desde luego, sin dejar de lado trivialidades como el irritante uso de la sigla L.O.L (laughing out loud) llevada al habla cotidiana, para evitar soltar la risa...

Aunque hay especialistas que la han considerado entre las 15 o 20 mejores series de la historia, Curb... no suele figura entre las producciones cum laude onda The Wire, The Sopranos, Mad Men (objeto de ensayos, usadas en universidades de todo el mundo para enseñar determinadas materias...), quizá porque la comedia, a pesar del culto posmo a la ironía, sigue teniendo menos prestigio que el drama en el mundo del espectáculo. De todos modos, inconmovible, idéntico a sí mismo en la sitcom que mantiene su aire de documental casual, Larry Davis continúa explorando las fronteras de su humor ácido, seco, de una incómoda misantropía, casi siempre dirigido por Robert Weide. El ex stand–up que era muy capaz de enojarse con el público y abandonar el escenario en medio de un show sigue conquistando fans con su sinceridad brutal, poniendo al descubierto lo que el común de la gente se guarda o reprime. Y siempre se anima a ir más lejos en su atrevimiento apelando –como el humorista crítico e inteligente que es– a la ambivalencia, la contradicción, el equívoco, el absurdo.

En uno de los capítulos más desopilantes de la actual temporada, el judío Larry no puede resistir la tentación de ir a comer el delicioso “pollo palestino” que cocinan en el restorán Al Abbas, en compañía de su agente y amigo (Jeff Garlin, quien también se interpreta a sí mismo en este presunto reality), ambos levemente culposos, o más bien temerosos de ser descubiertos por gente de su colectividad. Larry no puede con su genio y comenta: “Es un sitio fantástico para que los judíos infieles vengan con sus amantes: nadie los descubrirá”. Acto seguido mira hacia una mesa donde hay una morocha incendiaria que ha reparado en él. Larry –que terminó de cerrar su divorcio en el primer capítulo de este año– le dice a Jeff: “Siempre nos atraen las que no nos quieren. Ella me desea destruir: eso me excita”. Por cierto, la segunda vez que va a Al Abbas se topan con un amigo común que llega en actitud galante con la mujer de otro amigo. El tipo pescado in fraganti se enoja: “¿De todos los restoranes árabes del mundo tuvieron que venir al mío?”. Bueno, la morocha se levanta a Larry, van a la casa de él y ella, ya en la cama, lo trata de “cerdo sionista”, “maldito invasor”... Marty Funkhouser (a cargo del impagable Bob Einstein), otro amigo judío que se ha vuelto practicante, entra en la casa, oye ruidos inequívocos, se sienta a esperar y no puede creer los improperios que escucha. Cuando la chica se va, Marty le hace un reproche a Larry, quien le retruca: “Dejame explicarte algo: al pene no le importa la raza, el credo o el color. El pene quiere volver a la tierra natal, a su hogar...”. En este mismo capítulo –aparte de otra historia paralela relativa a un partido de golf– hay más sucesos en torno del lugar de comidas árabe que inaugura una sucursal frente a un Delicatessen de especialidades judías, y se organizan dos pequeñas manifestaciones enfrentadas. Larry llega por el medio de la calle, los suyos lo reclaman de un lado, la chica palestina –con promesas eróticas– del otro. Larry, tironeado, duda. Fin del episodio.

En esta 8ª entrega ya hubo situaciones embarazosas con un negro, una obesa que adelgazó, una bailarina de burlesque a la que Larry le descubre un lunar sospechoso en un pecho y hasta con un grupo de mujeres golpeadas que están en un refugio (el protagonista es invitado a dar una disculpa y cuando llega al confortable lugar no puede menos que verbalizar su malicia: “No sé cómo estaría antes cada una, pero se sacaron la lotería con esta casa”). En los seis episodios que restan, está anunciada la presencia de estrellas invitadas como Wanda Sykes, Ricky Gervais, Rosie O’Donnell, Michael J. Fox. Toda gente que comulga con el humor desencantado e irreverente de LR, alguien a quien nada de lo políticamente incorrecto le es ajeno.

Curb your Enthusiasm, los lunes a las 21.20, los miércoles a la 0.30 y los jueves a las 19.35 por HBO

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