VIOLENCIAS
Siete de cada diez adolescentes que se van de su casa son mujeres. La mayoría de las veces porque sufren violencia física o simbólica de sus padres o madres. El machismo hace que sean controladas o coartadas mucho más que sus hermanos varones y que busquen el escape como salida. Desde los medios se suelen minimizar estas historias como fugas similares a una travesura que debe ser castigada, aunque en realidad están poniendo en acto mecanismos de autoprotección.
› Por Luciana Peker
En los primeros nueve meses del año el Estado recibió 2300 denuncias de menores de edad perdidos: el 83 por ciento de esos casos era de adolescentes –de entre 13 y 18 años– y el 70 por ciento de esa franja etaria lo componían mujeres. “Es un porcentaje mayoritario. Las razones para esta diferencia de género tiene que ver con violencia física. Por ejemplo, en un caso verificamos que la abuela golpeaba a la mamá y la nena, frente a ese círculo de violencia, se fue porque no quería ser partícipe. También hay violencia simbólica (límites arbitrarios puesto sobre las hijas mujeres y no sobre los varones como no permitirles salir o tener una sexualidad activa), abusos de poder de los padres sobre las hijas y, frente a esto, las chicas abandonan voluntariamente el hogar”, relata Cristina Fernández, coordinadora nacional del Registro Nacional de Información de Personas Menores Extraviadas.
–Cualquier adolescente que se va de la casa es porque sufre, pero hay un 70 por ciento de mujeres y un 30 por ciento de varones. Esto nos está diciendo algo. Cuando no las dejan tener su proyecto de vida ellas eligen irse de la casa y muchos jueces las devuelven a sus casas sin escucharlas. El patriarcado es más viejo que el capitalismo y requiere un trabajo con una mirada de género.
–Algunos medios ponen una carga de amarillismo cuando, en realidad, es un mecanismo de salud mental de las chicas. Obviamente, su lugar no puede ser la calle. Hay que ver –con los organismos de protección de derechos– como se revinculan con la familia o si tienen que ir a una familia de abrigo –cercana a ellas– que pueda garantizar sus derechos.
–Se le pone esa carga cuando el primer derecho de niños, niñas y adolescentes es el derecho de la intimidad. Una constante es que una adolescente, pobre y mujer, si tiene una carga de connotación sexual es “manchada” y después es complejo devolverla a su vida cuando vuelven a su escuela, a su barrio, a su medio.
–Los chicos no aparecen por difusión de foto sino cuando se hace lo que se tiene que hacer.
–Las chicas que son víctimas de trata llegan por engaños: les ofrecen un trabajo y finalmente son explotadas sexualmente.
Más información: Registro Nacional de Información de Personas Menores Extraviadas 08001222442 / las 24 horas, los 365 días del año /
email: [email protected] web: www.jus.gov.ar/juschicos/
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