JUSTICIA
La situación de Karina Germano, militante de la agrupación H.I.J.O.S, es una suma de arbitrariedades: condenada en Brasil por un secuestro extorsivo que tanto ella como sus compañeros de causa dicen que no cometió, fue trasladada a Ezeiza desde el penal de Carandirú porque se temía por su vida y perdió el beneficio de las salidas transitorias que estaba a punto de conseguir. Después de cinco años de reclamos, la Corte Suprema ordenó que se le otorgara ese beneficio mínimo que le permite empezar a sentir el olor que más desea, el de la calle.
› Por Claudia Korol
El 2 de febrero Karina Germano cumplió 10 años de prisión. La Galle pasó los primeros cinco años en la cárcel brasileña de Carandirú, y los cinco años siguientes en la cárcel de Ezeiza, donde se encuentra actualmente. Su detención es una suma de arbitrariedades que fueron y son denunciadas por organismos de Derechos Humanos y otras agrupaciones políticas. Condenada por un secuestro sin pruebas, fue trasladada a Buenos Aires a 40 días de que se le otorguen las salidas transitorias. A pesar de los tratados bilaterales con Brasil –que hablan de que no se pueden endurecer las condiciones de detención a causa del traslado–, aquí se le negó ese beneficio durante cinco años. La semana pasada, por fin, la Corte Suprema de Justicia autorizó las salidas transitorias.
La Galle conoce las injusticias desde muy pequeña, cuando fue detenida junto a su hermano y su papá, y escuchó llena de impotencia las torturas a su viejo, Rodolfo “Rocco” Germano. Rocco, militante montonero, nos mira ahora desde una foto colocada por sus compañeros/as en el Juicio de Campo de Mayo. Tiene la mirada clara como Karina. Tiene el gesto joven, como todxs los compas rebeldes que están a su lado, en otras fotos, que los aparecen en el momento de reclamar justicia.
Rocco desapareció en los primeros meses de la dictadura, y reconstruir esta parte de la historia es uno de los objetivos que tenía la Galle cuando regresó al país, y comenzó su militancia en H.I.J.O.S. Karina vivió el exilio en Europa junto a Hilda, su mamá, y a Iván, su hermano (fallecido trágicamente este año). En la agitada Barcelona se le pegó el acento que al regresar al país le ha valido que los amigos y amigas, la llamaran Galle. También ese exilio dejó sus huellas. Ligada al movimiento punk, solidaria con los Okupas, partícipe en diferentes acciones libertarias, hoy sus compañeros y compañeras de aquellos tiempos organizan recitales en distintos barrios de Barcelona, y frente al Consulado argentino, reclamando su libertad.
Karina conoce las injusticias en todos sus colores. Al ser detenida en Brasil, y torturada junto a sus compañeros chilenos y colombianos, acusada –sin haberse podido demostrar– de participar en el secuestro de un empresario paulista, la condenaron como al resto del grupo a 30 años de prisión. Una condena gigantesca, mayor que la que tienen la mayoría de los responsables de crímenes de lesa humanidad. Una condena salvaje, revanchista, alentada por la burguesía paulista.
La Galle conoce las injusticias de la dictadura y también las de la impunidad. Al llegar a la Argentina, cinco años atrás, cuando de acuerdo con la ejecución de pena de la ley brasileña por la que fue juzgada le correspondían las salidas transitorias, éstas le fueron negadas por funcionarios del sistema judicial, como el fiscal Hermelo o el juez Mitchell, ligados claramente a la dictadura.
La Galle es una de las animadoras permanentes de sus compañeras, invitándolas a estudiar, a defender sus derechos y su dignidad. Ella misma está estudiando dos carreras: Sociología y Letras, que se dicta dentro del penal de la Universidad de Buenos Aires.
La Galle muchas veces no tiene tiempo. Estudia. Trabaja. Pinta. Escribe poesía. Cultiva rosas en el jardín de la cárcel. Cultiva con el mismo cuidado la amistad. Atiende llamadas de medios de comunicación, que poco a poco han ido dando noticias de esta situación. Da clases de apoyo para las compañeras. Organiza junto a ellas el Centro Universitario Ezeiza. Propone talleres, habla con los docentes, coordina con los centros de estudiantes que existen en otros penales.
Sabe que la criminalización de la pobreza ha vuelto a las cárceles depósitos de pobres. Y ella va codo con codo con lxs condenadxs de la tierra y de la vida. Denuncia sistemáticamente la política de muerte que sigue siendo el día a día de los penales. Demanda la desmilitarización del Servicio Penitenciario. Trabaja con sus compañeras para humanizar las relaciones entre ellas, frente a un sistema que tiende a desintegrar a las personas. Llama la atención a la militancia solidaria, para que no terminen sus reclamos de libertad, en la lucha por los presos/as políticos/as. Para que puedan hacerse también responsables de enfrentar las violaciones a los derechos humanos de las personas privadas de su libertad.
La Galle impulsa la revista Oasis, que desde el Centro Universitario Ezeiza se publica para toda la población del penal. Es militante de todas las horas. Organiza. Resiste. Piensa. Sueña. Escribe Karina: “Sueño con la libertad. Con mi libertad, con la libertad de todos/as. Me veo pisando las calles de cualquier ciudad, nadando en ríos, mares, lagos o pantanos. Me siento amar y ser amada. Cierro los ojos y degusto un buen vino o una simple cerveza. Me veo vibrar de las risas que resuenan en mi interior. Camino viendo un horizonte de naturaleza, vagando como tantas veces por alguna porción montañosa, sintiendo la lluvia o el sol acariciar mi piel. Sueño con la presencia maravillosa de los/as compañeros/as con los que a lo largo de mi vida he compartido tantas cosas. Mis ilusiones son que sigamos aprendiendo, que de a poco logremos erradicar la crueldad con la que debemos convivir a diario. Que no haya más presos/as, que no exista la miseria, que podamos decidir todo por nosotros mismos, que nos dejen vivir en paz, que la ternura invada las ganas de vivir de cada persona, generando la amplitud de pensamiento y la conciencia colectiva nos genere esa ideal calidad de vida”.
La Galle promueve entre sus compañeras el valor de lo colectivo. Pareciera que desde sus tripas, rechaza el individualismo, el consumismo, tan propios de este tiempo. Fuma y fuma, mientras inventa nuevas acciones libertarias. Mientras pregunta qué pasa en Grecia. Mientras averigua por la situación de sus compañeros de causa. Tiene en la sangre, en la piel, en la memoria, y en la mirada, la marcha de todxs por todxs.
Karina Germano termina su carta: “El valor insospechado de toda la solidaridad que vengo recibiendo en esta década de encierro ha sido increíble. Nos debe servir de estímulo colectivo, ver en hechos lo que la voluntad popular puede lograr. Continuar batallando por las injusticias que nos rodean, solidarixs, unidxs, hace que todo sea modificable... Mi agradecimiento a cada palabra, pintada, presencia, canción, gesto, colaboración, hecho o dicho por mi causa, estará siempre en mi memoria y en mi corazón”.
La Galle sueña con la libertad. Yo sueño con la Libertad de la Galle. Creo que el día que se concrete, todas y todos sentiremos que la solidaridad es un camino que abre puertas y ventanas. Tendremos más razones entonces para seguir luchando, con la alegría de andar con la Galle por las calles que hace tantos años dejó, y que la esperan. Para decirle a Rocco: “Compa, aquí estamos... te seguimos buscando, en cada batalla por la justicia y por la libertad”.
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