Viernes, 2 de marzo de 2012 | Hoy
MúSICA
La cantautora Julieta Rimoldi estrena su segundo disco, Voy, en clave orgánica y optimista, con una frescura que se trasluce en diez temas y un bonus track.
Por Guadalupe Treibel
“Voy celebra el andar liviano, acepta el movimiento continuo, siempre cree, es acción”, enumera el acta de principios del recién-salido-del-horno Voy, segundo larga duración de la cantante y compositora Julieta Rimoldi. Acompañada en banda por guitarras, batería, bajo, piano, cuerdas y vientos, el disco retoma el imaginario orgánico de Tierra (2008) pero, lejos de regodearse en la nostalgia de las raíces perdidas, el temario asume una identidad fresca, con melodías y letras aireadas. “Antes, la música era un escape; ahora es una celebración”, resume la oriunda de la Ushuaia austral que, de beba, se paseaba en pañales por el patio nevado de su casa, que llegó a Capital a los 15 años, que desde entonces busca lo orgánico en la canción.
La búsqueda germinó y, ahora, el resultado se pasea por frases repletas de piedras, flores, aves, árboles, vientos y sirenas. Y, sí, una humilde acta de principios: “Voy a intuir, no tanto pensar; tengo mucho que escuchar. Voy a mezclar, no etiquetar; dejar de criticar. Voy a vencer; todo puede ser.”, ofrece en el track “El amor es el poder”, de cuyos lyrics se desprende el título del álbum. “Uno está muy acostumbrado a decirle al otro lo que tiene que hacer en lugar de mirar para adentro. Me gusta cantar en lo que creo, en apropiarme y recodarme mis propias convicciones”, ofrece la treintañera que, entre 1999 y 2002, integrase el grupo Experimental Noise Operation (E.N.O.).
Después de barajar distintas opciones independientes a la hora de materializar las canciones (que también están disponibles para downlodear vía Bandcamp), a Julieta se le ocurrió una manera particular: la de editar artesanalmente con los chicos de la imprenta análoga de tipos móviles Supeabundans Haut. “Ellos nunca lo habían hecho; fue un desafío para todos. Hicimos la experiencia de los grabados en su imprenta de 1905, así que ningún disco es exactamente igual al otro”, explica la artista que, para la nueva etapa, desarmó la banda que la venía acompañando, Las Buenas Semillas, y se reagrupó en compañía de músicos amigos e invitados.
Así, las tropas que le alinean para batallar por las cuidadas orquestaciones pop folk, con sus sonidos luminosos, felizmente lúdicos, y el mensaje positivamente natural, incluyen en sus líneas a Pablo Dacal y el dúo Vecina en voces, a Andrés Ravioli en trompeta, Pablo Romagnoli en flauta traversa, Pablo Carreras en viola y un todoterreno Marcos Rocca (en pandereta, shakers, bajo, banjo, sintes, viola, platos china crash, etc), entre otros.
Destaca, en el resultado, lo que Rimoldi llama “el broche de oro”, un bonus track en clave (de melodía) medieval titulado “Encanto de Sirena”, con letra de Tálata Rodríguez y piano de Laura Ventemiglia. “El marinero por mí cambiará el rumbo de sus estrellas, destino trazado en el mar. Pena de la sirena, encantar al amar”, entona sobre el alma del agua y en franca tensión dramática la cantora, que se refiere a la pista como “un tema muy femenino”. Es aquí donde la artista admite tremendo despliegue vocal: “Me desaforé y dije: acá tiro la chancleta”.
Es que, para la decena de canciones restantes, la muchacha que estudiase en la Escuela de Música Popular de Avellaneda y canto de manera particular se distancia de las piruetas en voz que definiera el tono de Tierra, su primer larga duración. “Hay menos delirio, menos vuelo, porque era lo que los temas requerían. Llegada la instancia de grabar, me di cuenta de que necesitaba ser lo más relajada posible, estar entre lo hablado y lo cantado. En muchos casos, de hecho, canto en el mismo tono en el que hablo. O, incluso, un poco más grave. Tiene que ver con querer decir las cosas desde un lugar más simple, no querer ser la gran cantante del universo”, explica una Rimoldi capaz de darles a las canciones lo que las canciones necesitan.
Como el contrapunto ideal que brinda la voz de Dacal en “Dar”, tema que adapta extractos de Cabaret Místico, de Alejandro Jodorowsky, para regalar una preciosa cadencia que da el ritmo preciso a líneas como “Los pájaros levantan vuelo cuando se termina el delirio intelectual. Sólo resta contemplar; no hay nada más que hablar” o “Todo lo que te doy ya me lo estoy dando”.
Ahora, mientras prepara su fecha presentación en No Avestruz, Julieta hace las valijas. A fines de marzo, se embarcará en una viajecito de por lo menos ocho meses por Latinoamérica, armada de ukelele, grabadora y disco, paseándose por escuelas de Bolivia, Perú, Ecuador (entre otros) ¿El objetivo? “Registrar y recopilar música infantil autóctona, ofrecer un intercambio y, quién sabe, volver en caravana”.
Julieta Rimoldi presentará Voy el jueves 22 de marzo a las 21.30 en No Avestruz, Humboldt 1857.
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