Viernes, 9 de marzo de 2012 | Hoy
ITINERARIOS
En San Telmo, la filósofa feminista Diana Maffía materializó un sueño común a quienes vienen trabajando por los derechos y los placeres de las mujeres: una biblioteca feminista y un centro cultural donde el violeta todo lo tiñe y la amistad entre mujeres es un vínculo tan personal como político.
Por Paula Jimenez
Cuando se abre la puerta del viejo galpón de la calle Tacuarí 538, hoy remodelado, se impone un salón amplio de color terracota y amarillo que invita a pasar. Y que invita, es que invita. Cuenta Diana Maffía, la directora de este centro cultural, que las personas que hasta ahora lo han visitado se sienten rápidamente cómodas en él, como en su propia casa. Hacia el fondo, un altísimo ventanal deja entrar la luz que viene de un patio interno y cae sobre una mesa. Alrededor, libros. En los estantes que revisten las paredes, en el piso, adentro de las cajas, apilados en un escritorio. En todas partes hay libros. La mayoría sellados. En la primera hoja, algunos dicen Biblioteca Personal Lea Fletcher, otros Biblioteca Personal Lili Soza de Newton, Biblioteca Católica por el Derecho a Decidir o, finalmente, Biblioteca Diana Maffía. Son los nombres de quienes han puesto a disposición su propia colección de libros para que pueda ser consultada en la sala de lectura de la Biblioteca Feminaria, ubicada en el primer piso de este espacio que Maffía llamó Tierra Violeta. A la lista actual de colecciones se sumarán otras, como la de la feminista Mabel Bellucci, quien donará próximamente la suya sobre aborto.
El sueño de este lenguaje común empezó 20 años atrás. Era el tiempo en que Diana y Lea hacían la revista Feminaria, dirigida por Fletcher. Cuenta Diana –mientras revisa con sus grandes ojos claros escenas que parecían haber quedado en el recuerdo– que en ese entonces ambas imaginaban concretar esto que ella misma bautizó “Consorcio de Bibliotecas”: “Esta es una figura que se me ocurrió a mí y que antes no existía. La idea es que una no pierde la propiedad de sus libros sino que los pone a disposición del público consultante. El origen queda sellado en el libro. Lea y yo teníamos una cantidad tan inmensa que se nos caían encima, y pensábamos que era una pena no hacer algo con todo eso. Para nosotras era absurdo que fueran sólo personales y que cada vez que alguien tenía que investigar tuviera que venir a nuestras casas. Juntas empezamos a especular sobre el apego que sentíamos por esos libros y al mismo tiempo sobre esa necesidad de compartirlos”.
A lo largo de estos 20 años pasó de todo. Lea Fletcher se volvió a su país, EE.UU., y le dejó a Diana, en custodia, su completísima biblioteca. Por otra parte, el editor José Luis Mangieri murió y la hizo a Diana heredera de un arsenal de libros de poesía escritos por mujeres. Mientras tanto, el fondo editorial de la revista Feminaria permaneció intacto, guardado dentro de cajas de cartón perfectamente embaladas. Pero, afortunadamente, esos ejemplares ya salieron de su encierro y pasaron a formar parte de un complot anticapitalista que le hace brillar los ojos a Maffía de sólo nombrarlo: el trueque. Esta feria de intercambio, donde se pudo retirar un libro a contra entrega de material literario para seguir nutriendo la biblioteca, fue una de las actividades realizadas ayer, el Día Internacional de la Mujer, en Tierra Violeta. También hubo proyección de fotografías de activismo del movimiento de mujeres, a cargo de Pao Raffetta y un show acústico de la joven música Paula Maffía.
Alrededor de esta construcción solidaria y común es, justamente, sobre lo que versa el primer seminario dictado en este centro cultural, cuyo tema será, ni más ni menos, que la amistad entre mujeres. El primer encuentro tuvo lugar el 5 de marzo, se llamó “La amistad entre mujeres: lo indecidible” y estuvo a cargo de Eva Giberti; el siguiente será el 13 de marzo y expondrá Lea Fletcher, su tema será “La amistad entre mujeres: su significado para el feminismo”; del 20 de marzo estará a cargo Dora Barrancos y llevará por nombre “La amistad entre mujeres: refugio de un mundo sin piedad”. Por último, el 27 de marzo, la misma Diana Maffía cerrará el ciclo: “En mi caso, voy a tomar el aspecto político. De qué maneras este lazo, tradicionalmente, ha sido un factor de coherencia social necesario para constituir una sociedad. Ahora bien, ¿qué pasa cuando las mujeres quedamos fuera de ese aspecto público de la construcción del Estado, individualizadas en nuestras tareas domésticas y separadas entre nosotras? ¿Cómo podemos recuperar esa cohesión social y darle un valor político? Y a la vez intentar pensar nuestra crítica feminista a esa cohesión social, que en realidad es patriarcal y de intereses misóginos, donde el lugar de las mujeres era el lugar de lo apropiado y no el lugar de sujeto amoroso en una sociedad”.
Además de estimular el pensamiento y el debate, el proyecto de Tierra Violeta parece tener que ver con propiciar y estimular la alianza entre mujeres a través de los hechos. El ejemplo es clarísimo: Dora, Eva, Lea y Diana no son sólo cuatro históricas y pasionales feministas sino también íntimas amigas entre sí, y el seminario no sólo rinde homenaje a esas sólidas relaciones sino que predica en contra de los consabidos embates desvincularizantes que han puesto a la competitividad como modelo vincular femenino.
En Tierra Violeta funcionarán tres áreas diferentes. Una es la parte del centro cultural, donde habrá una sala de teatro independiente y se llevarán a cabo actividades de distinto tipo: seminarios, talleres, shows, piezas teatrales, presentaciones de libros. Otra es la biblioteca y los talleres literarios. Y la tercer área estará dedicada al estudio y formación feminista y de políticas públicas, como también a los cursos de capacitación sobre feminismo y política. Es que este espacio cultural ha sido pensado para que el arte, el pensamiento político y la investigación teórica puedan convivir y ser entendidos como diferentes ópticas de un mismo universo. Una vez más, cumplir el sueño de un lenguaje común.
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