Viernes, 27 de abril de 2012 | Hoy
EL MEGáFONO)))
Por Mariana Berlanga *
En lo que concierne a México fue solamente el año pasado cuando logramos la tipificación del feminicidio que implica un castigo hasta de 60 años de cárcel para quien asesine de forma dolosa a una mujer. El antecedente fue la Ley de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (2007) que ya incorporaba la categoría de violencia feminicida, es decir, un concepto que incluía toda esa serie de prácticas violentas (que pueden ir desde las miradas, las palabras, hasta el abuso sexual) y que pudieran derivar en un asesinato.
El problema es que a pesar de contar con una tipificación seguimos teniendo instituciones que son misóginas, abogados de oficio que no tienen una perspectiva de género y un sistema penal que se hace cómplice de los asesinos de mujeres. Existe toda una serie de códigos culturales que apuntan a justificar a los hombres que matan a las mujeres y a criminalizar a las mujeres que fueron asesinadas. Por si fuera poco, imponer un castigo concreto (que es lo que hace una la ley) deja fuera toda esa violencia estructural que atenta contra la vida de las mujeres y que va desde las condiciones económicas hasta la vulnerabilidad de los cuerpos tan susceptibles a ser violados.
Sin embargo, creo que el hecho de que este crimen específico esté enunciado en una ley puede ayudar a que vayan cambiando las mentalidades, la percepción, los prejuicios, los estigmas. Sin duda, es un proceso que tomará mucho tiempo, pero, por lo menos a nivel simbólico, el hecho de que esté contemplado en una ley crea un efecto. No olvidemos que a finales de los años ’90 ni siquiera se reconocía el término feminicidio. Para la mayoría de las personas se trataba de una palabra que utilizaban sólo las feministas que estábamos exagerando el problema. Lentamente fue legitimando el término.
En síntesis, creo que la inclusión del feminicidio en el Código Penal es importante, pero no es la solución del problema. Si éste no se atiende desde otras perspectivas puede derivar en que la ley se convierta en letra muerta, como ha sucedido con otras leyes. En el caso de México, el panorama, en estos momentos, es todavía más complicado si tomamos en cuenta que en este contexto de “guerra contra el narcotráfico”, la mayoría de asesinatos contra mujeres, pero también contra hombres jóvenes y pobres, no se investigan, ¿cómo vamos a hacer?
En mi caso, y después de haberle dado seguimiento a este tema, tengo más bien cierto pesimismo. No solamente porque he visto cómo incrementan año con año los índices de mujeres asesinadas, sino porque ahora también son eliminadas las mujeres que claman justicia por sus hijas y familiares. Creo que el asesinato de mujeres es político y el problema tiene una profundidad que rebasa a los propios códigos penales. Sin embargo, el hecho de que exista toda una fuerza social (feministas, periodistas, abogadas y hasta diputadas) que han venido empujando este proceso, al punto de tener ahora una categoría penal (cuando en años anteriores lo creíamos imposible) sí es un dato esperanzador.
* Periodista feminista. Profesora e investigadora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y especialista en feminicidio.
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