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Viernes, 6 de julio de 2012

ESCENAS

Títeres remixados

Una nueva versión del clásico infantil de teatro de títeres: Una lágrima de María se reestrena para volver a hablar de la importancia de la justicia y la equidad en el mundo.

 Por Laura Rosso

Una lágrima de María es el primer trabajo de dirección de Ariadna Bufano. Un texto cuyo autor fue su padre, Ariel Bufano, además de intérprete original junto a Adelaida Mangani, su madre. La obra tiene treinta y nueve años. Ariadna la vio y la vivió miles de veces durante su infancia, sentada en la platea. Dice que todavía resuena en su cabeza el tono exacto con el que Juancito y María decían sus textos. “Yo tenía nueve años, mis padres aún no habían formado el Grupo de Titiriteros del San Martín, y me acuerdo de que desde la realización de los títeres hasta la escenografía de la obra se hacían en casa. Lo recuerdo a mi papá modelando las cabezas y a mi mamá cosiendo los trajecitos”, dice.

Para encarar este trabajo, Ariadna cuenta que, lejos de desprenderse de la carga emotiva (“sería imposible”), fue su sostén durante todo el proceso creativo. Pero que tuvo que desprenderse de esas huellas que quedaron inscriptas, como un acontecimiento en su memoria, para dejarse atravesar por sus propias imágenes y resignificarlas. Ese fue el momento clave, “cuando tuve que confrontar, de repente y sin anestesia, con el afuera de mi cabeza”. Fue en el primer encuentro con la escenógrafa y vestuarista de la obra, Julieta Ascar, su “socia procaz”. “Ella me preguntó: ‘¿Qué querés decir con la obra?’. ¡Siempre es la pregunta más difícil! Por eso los teatreros hacemos y contamos lo que queremos decir con imágenes. Lo que quiero decir hoy con esta obra es que la única manera de enfrentarse al odio y a la ambición del mundo desigual en el que vivimos, es luchar por el amor, el trabajo y la libertad.” Ascar agrega: “Hoy, de la puesta que quedó planteada de aquella obra que Ariadna supo tener incrustada en su inconsciente, hay un abismo estético que evoca a la tradición, cosa que ella procuró no desatender nunca. Pero convalidada desde tecnologías y estéticas contemporáneas. Por otro lado, lo valioso o noble de la obra es la técnica para la que fue concebida: guante. El títere de guante lleva un retablo, es la técnica más antigua. Y a mi entender, la más genuina conceptualmente. Es la mano. Y nosotras hicimos hincapié en reivindicar el trabajo, así lo propone la obra en su narrativa. Hasta tiene dejos de antiimperialismo, con los que el lenguaje icónico de la mano –el puño– fue casi el leitmotiv subversivo para nosotras dos”. “Si hablamos de leitmotiv –puntualiza Ariadna–, diría que creo profundamente que es posible un mundo sin hambre, sin guerras y sin dictadores. Y que el amor, la solidaridad, el trabajo y la honestidad son el único camino a recorrer para lograr esos objetivos. Creo que a través del arte nos podemos acercar un poco más a esos ideales. Eso es lo que mis padres me enseñaron.”

El rol de directora le llega en un momento de madurez profesional. “Adelaida siempre me animó a dar pasos importantes en lo profesional, ella ve en mí mis posibilidades, mucho antes de que yo me anime a asumirlo. Un día me dijo: ‘Tenés que dirigir’. Y aquí estoy, dirigiendo con una comodidad que me asombra. Descubrí que tengo mucho sentido del humor (como titiritera soy más cascarrabias) y que siento un profundo amor por los intérpretes.”

Una lágrima de María será el próximo estreno en el Teatro Sarmiento, teatro que fue concebido para obras de títeres y marionetas cuando Buenos Aires recién empezaba. “Fue un lindo camino desandar esos recuerdos, no fue melancólico, al contrario: estuvo lleno de alegría y buen humor”, concluye. l

Una lágrima de María. Estreno: 7 de julio en el Teatro Sarmiento, Av. Sarmiento 2715. Sábados y domingos a las 16. Platea: $ 25.

www.complejoteatral.gov.ar

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Imagen: Constanza Niscovolos
 
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