Viernes, 12 de octubre de 2012 | Hoy
Internacionales Pocos días antes de ganar las elecciones generales en Venezuela, Hugo Chávez se reunió con representantes de un centenar de organizaciones de mujeres que pudieron exponer en voz alta diversos reclamos sobre lo que falta conseguir en un país que logró cambiar el modo en que se distribuyen los recursos públicos y donde el propio presidente afirmó que “no se puede ser revolucionario sin ser feminista”.
Por Roxana Sandá
La amplia mayoría de las mujeres venezolanas volvió a elegir a Hugo Chávez Frías. Así, sin más. Y el artífice de la victoria electoral les dedicó a ellas, únicas y en primer lugar, su triunfo. “La batalla, pues, continúa. Después vienen las elecciones de gobernaciones, de alcaldías, y el inicio del nuevo período constitucional en enero del 2013. En todo eso, en todas esas batallas, las mujeres venezolanas sigan jugando el papel fundamental, grandioso, extraordinario que ustedes han venido jugando.” Lo reeligieron porque, desde su condición de mujeres, saben de paradojas. Si tuvieron que salir a las calles para defenderlo de aquel golpe de Estado del 13 de abril de 2002. A él, justamente, que sacó a los venezolanos de la miseria. Vaya paradoja. “Si en 1996, antes de que llegara al gobierno”, recuerda la dirigente Blanca Eekhout, del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), “el 70,8 por ciento de los venezolanos vivía por debajo del umbral de pobreza”. Por ese entonces, el 20 por ciento de la población más pobre recibía el 3,6 por ciento de los ingresos de Venezuela y el 20 por ciento más rico, el 54,4 por ciento. Casi catorce años después, el gobierno de Hugo Chávez dedica el 43,2 por ciento del presupuesto a políticas sociales; erradicó el analfabetismo, redujo notablemente la tasa de mortalidad materno-infantil; las misiones sociales bolivarianas creadas en 2003 mejoran las áreas de salud, educación, alimentación, energía y vivienda. Al frente de todo eso están las mujeres, dirá Eekhout, “con una nueva hegemonía de valores distintos, donde lo humano está en primer lugar; la hegemonía del feminismo, de la justicia, del amor. Esa es la propuesta de la Revolución del Siglo XXI, construyendo de manera colectiva con las mujeres el segundo Plan Socialista Simón Bolívar”. La lista es extensa: Diana Ovalles en Ciencia y Tecnología; Nerysa Aguilera en el Consejo Científico Tecnológico; las ministras: para la Mujer e Igualdad de Género, Nancy Pérez; para la Juventud, Maripili Hernández; para la Educación Básica, Maryann Hanson; para los Pueblos Indígenas, Nicia Maldonado; del Comercio, Edmée Betancourt; de la Educación Universitaria, Yadira Córdova, y la de Asuntos Penitenciarios, Iris Varela. No faltan la jefa de Gobierno de Caracas, Jacqueline Farías, “¡y por allá unas guerrilleras que gritan bien duro!”, les festejó el candidato durante su último Encuentro Nacional con las Mujeres “En defensa de la patria”, en el teatro Teresa Carreño de Caracas, días antes de las elecciones. Y las voceras de todos los colectivos populares del país le respondieron con proyectos, reclamos y banderas por alzar. Melissa Orellana, en nombre del Frente Nacional Comunal Simón Bolívar y de las mujeres campesinas de la tierra de Barinas, “igual que nuestro Presidente”, le pidió “declarar a Venezuela territorio libre de violencia de género en los próximos siete años de su mandato, comandante Presidente”. Orellana propuso “transformar el sistema de Justicia mediante la formación de funcionarias y funcionarios, y la desburocratización de procesos; realizar una masiva campaña comunicacional por el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia; mejorar la atención en salud para las mujeres campesinas y mujeres que habitan en zonas de difícil acceso, y desarrollar una amplia campaña de difusión y distribución de los diferentes métodos anticonceptivos”. A Maibelys Meléan le costó siete años de su vida construir el Cimarrón, un colectivo de jóvenes del estado de Zulia, “rodilla en tierra con la Revolución”, como suele relatar. Llegó al Encuentro presentando credenciales “de ecosocialismo y equidad”, para proponerle a Chávez la incorporación de la perspectiva de género “transversalmente en todos los niveles del sistema educativo, y el desarrollo de políticas educativas que combatan los prejuicios hacia la diversidad de género. Queremos resignificar la maternidad y la paternidad con escuelas de formación integral para las familias con visión de género, que involucre la salud y la educación en el hogar, y creando programas nacionales y comunitarios de maternidad voluntaria y segura, con la distribución de anticonceptivos masivos, masculinos y femeninos en todos los sectores de la salud pública”. En representación de las mujeres de los barrios más empobrecidos “y como madre que soy, le pedimos que se amplíe la creación de centros de atención infantil en espacios comunitarios, de donde provenimos la mayoría de las que estamos aquí”. Del comité Alianza de Mujeres Revolucionarias y desde el grupo Madres del Barrio, Vanesa Armas, habitante de los Valles del Tuy, impulsó “la vocería de las mujeres en la defensa de Venezuela como territorio de paz anticapitalista y antiimperialista”. Entendiendo que para eso “mi comandante debería apoyar y fortalecer las organizaciones de base de mujeres, y promover la participación de las mujeres en las milicias y en las fuerzas armadas. Tenemos la condición y la capacidad de asumir cualquier reto como revolucionarias que somos”.
A su turno, la karateca Yohana Sánchez, una de las protagonistas de la “generación de oro” del deporte venezolano, de las “atletas madres y mujeres que paren y siguen dándole medallas a nuestro país”, planteó que se estudie “la posibilidad de crear un mecanismo de control para que las federaciones asignen la misma cantidad de recursos a la preparación tanto masculina como femenina”, sobre todo en deportes de conjunto. “Además de incorporar al equipo médico del Ministerio del Poder Popular para el Deporte a una especialista gineco-obstetra para aquellas atletas que estén en período de gestación y luego en su posnatal.” Y la creación de un salón de la fama, “pero sólo para mujeres, Presidente”.
Hugo Chávez fija la vista en ellas, les grita, devuelve aplausos, las chicanea divertido y se ensombrece. “Es de (el músico, compositor y poeta) Alí Primera aquel verso tan bonito de ‘Flora y Ceferino’, cuando dice ‘Los dolores del mundo/Son mayores en la hembra...’. Es verdad, yo lo vi desde niño (...). Sólo que los dolores son mayores no sólo en la hembra, sino en la hembra de las clases populares. Ahí el dolor es infinitamente mayor. Por eso alguien dijo que Cristo debería ser Crista, Crista en vez de Cristo, porque si Cristo cargó una cruz, cuántas cruces cargan las mujeres pobres de esta tierra, todos los días, todas las noches. Yo por eso digo: un verdadero revolucionario socialista debe ser verdaderamente feminista.”
Tras la victoria del domingo, Chávez apremió a su vicepresidente, el sociólogo Elías Jaua, y a sus ministras, en la urgencia de diseñar para el próximo ciclo 2013-2019 un conjunto de nuevas políticas que priorice “uno de los aspectos donde tenemos que obtener avances más notables, el logro de la igualdad del género: ahí tenemos una batalla muy dura que dar todavía, porque es una batalla cultural, en primer lugar, pero también es política, social y económica. Ahora bien, ¿de dónde debe surgir ese conjunto de políticas? De las mismas mujeres, de las bases populares, de las mujeres organizadas, de los movimientos de las mujeres”.
Benedicta Asís comparte esa mirada. Es una veterana lideresa de la Gran Sabana venezolana, conocedora de la cultura del pueblo indígena Pemón, de su medicina tradicional, y una artesana de las piezas en hilo empecinada en hacer llamados a las autoridades venezolanas “a escuchar la voz de las mujeres inspirada en el respeto por nuestra Madre Tierra y por todos los seres con los que compartimos este planeta”. Advierte a Hugo Chávez como “el candidato del amor”, y lo hizo público en un spot de campaña. En el sur del continente, otra mujer, Cristina Fernández de Kirchner, lo felicitó escribiendo: “El amor es más fuerte que el odio”. Es improbable que Cristina y Benedicta se conozcan. Es dable imaginar, sin embargo, que además de la mirada amorosa ambas dedicarían por igual al reelecto presidente y, por creencia, un pensamiento de Simón Bolívar: “El tiempo. Yo espero mucho del tiempo. Su inmenso vientre contiene más esperanzas que sucesos pasados”.
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