EL MEGáFONO
› Por Lakshmi Puri *
No pasa un día sin que nos llegue información sobre alguna violación a los derechos de las mujeres. Episodios de violencia atroz contra mujeres y niñas ocurridos desde Nueva Delhi hasta Johannesburgo y Cleveland y de San Pablo a Ciudad de Guatemala.
En el año 2000, los líderes mundiales firmaron la visionaria Declaración del Milenio (2000-2015) y reconocieron la abrumadora discriminación y violencia contra las mujeres y las niñas. Por esto incluyeron entre los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) uno que se refiere a promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Estamos en una carrera final para cumplirlos, pero también en el medio de un diálogo mundial para proponer nuevas metas.
El objetivo de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres ha logrado avances evidentes en la matriculación escolar, en la participación de las mujeres en el empleo remunerado y en el porcentaje de mujeres en los parlamentos.
Pero hay omisiones notorias como la falta de referencias concretas a la erradicación de la violencia contra las mujeres y las niñas, o el derecho de las mujeres a ser propietarias de bienes y la división desigual de las responsabilidades domésticas y de cuidado de la familia.
Hay tres áreas que requieren medidas urgentes. En primer lugar, poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas. Desde la violencia sexual en Haití, Siria, la República Democrática del Congo o la violencia a manos de un compañero sentimental en otros países, que produce daños físicos y psicológicos incalculables.
En segundo lugar, las mujeres y los hombres deben tener igualdad de oportunidades, recursos y responsabilidades. Es urgente abordar la paridad del acceso a la tierra y el crédito, a los recursos naturales, la educación, los servicios de salud, incluidos los de salud sexual y reproductiva y la igualdad de remuneración.
Y en tercer lugar es preciso escuchar las voces de las mujeres. Es hora de que las mujeres participen en pie de igualdad en la toma de decisiones en el hogar, en el sector privado y en las instituciones de gobierno. Las mujeres ocupan sólo el 20 por ciento de los escaños parlamentarios y el 27 por ciento de los cargos judiciales.
Toda nueva agenda para el desarrollo debe apoyarse en los siguientes acuerdos de derechos humanos firmados por los gobiernos: la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, la Plataforma de Acción de Beijing de 1995 y las resoluciones de la ONU.
La Agenda para el Desarrollo Post-2015 es una auténtica oportunidad para impulsar cambios duraderos en la igualdad de las mujeres. Debemos ir hacia un objetivo sólido global de rechazo social de la violencia y la discriminación contra las mujeres y las niñas, de despliegue del potencial de la mitad de la población, para lograr un mundo más pacífico, justo y generoso, y un planeta sostenible.
* Jefa de la ONU Mujeres y subsecretaria general de las Naciones Unidas.
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