Viernes, 21 de junio de 2013 | Hoy
Por Victoria Lescano
Hace algunas temporadas, al ingresar en una habitación del Hotel Alvear, donde transcurrió una entrevista con el zapatero francés Christian Louboutin, irrumpió en mí la tentación de atiborrar mi cartera de algunas piezas ajenas –varios de esos zapatos– y largarme a la fuga cual la protagonista cleptómana de Marnie, el film de Alfred Hitchcock. Pumps y peep toes, con tacones de quince centímetros de alto en remixes de cuero y encaje blancos y negros denominados “frutifruti”; scarpines con pavè de strass en rojo y plata acuñados “Lady Lynch”; tacones de vértigo designados Fetilo, tramados en mallas de cuero símil medias de red, serían parte del botín, pero en cambio me obsequiaron una preciosa carpeta roja con su biografía y un corto en DVD llamado Psychologic.
En el siglo XVIII y en París el uso del taco rojo fue exclusivo de la nobleza. Louboutin resignificó y democratizó el gesto asociándolo con una imagen que durante su infancia vio en el Museo de Arte Africano. Un ardid del cual se considera el inventor y llevó a litigios con otras firmas del mercado del lujo, hasta que en septiembre de 2012 un tribunal federal de apelaciones de Estados Unidos consideró que las suelas lacadas en rojo de los zapatos del fabricante francés son características de una marca registrada y como tal merecen protección.
Otra analogía con el universo onírico remite a sus colaboraciones con el cineasta americano David Lynch –director de Blue Velvet, Twin Peaks, Lost Highway y Wild at Heart– a quien llamó para participar de Fetish, una muestra realizada en la galerie Pierre Passebon de París. Para tal ocasión, Louboutin ideó una edición especial de zapatos tan altos y rara avis en sus modos de sostener el pie como sólo podrían llevar las perversas femmes fatales de Lynch para transitar escenarios y situaciones oníricas. Y la única condición de Lynch para hacer las tomas fue que en lugar de desgarbadas modelos participaran mujeres con curvas y de ahí que las mannequins para lucir tales zapatos fueran dos strippers del cabaret Crazy Horse llamadas Nouka y Baby.
Los tacones de Louboutin –que las celebridades de Hollywood veneran– recuerdan a una versión oficial de los clubes clandestinos de adoradoras de los tacos altos que fueron moneda corriente en 1950. Consultado acerca de si la publicación clandestina Bizarre, que fuese rescatada en dos tomos por la editorial Taschen, oficiaba de disparador de diseños, el zapatero aseguró desconocerla. John Willie, el creador de Bizarre, comenzó fotografiando a su esposa en tomas caseras y provista de artilugios eróticos (corsés, arneses, velos y rigurosos tacos altos). Pero también predicó un curioso método para captar modelos: acostumbraba quedarse observando a las mujeres provistas de tacones que se acercaban a comprar la publicación en las escasas tiendas que la exhibían y luego les ofrecía posar. Willie logró fotografiar a Bettie Page, la santa patrona del estilo Pin up y de las caminatas con pavoneos sobre tacos de 15 centímetros de alto. Y Bettie posó para él apenas vestida con un par de guantes negros, así como muchas de las cartas de lectores eran firmadas por “Tacos Altos Franceses”.
Los cimientos del imaginario de diseño de Louboutin veneran a Bettie Page pero también a la estética del cabaret Foliés Bergere. En su adolescencia el zapatero, que hoy vive entre un apartamento en París y una casa en Egipto, comenzó a trabajar allí como asistente y luego de jornadas de servir café, empezó a crear zapatos para las bailarinas. A su compulsión por el burlesque se sumarían las máximas de alta costura en zapatos pregonadas por el célebre zapatero parisino Roger Vivier sobre la modalidad de diseñar zapatos de vértigo: “Es importante volar sobre los zapatos, de ese modo los sueños se transportan y luego se hacen realidad”. Las últimas noticias de la casa zapatera remiten a un corto difundido por Net à porter (la gran boutique online) donde proliferan recursos de cartoons para resumir su recorrido en la moda y las novedades de la firma. Los zapatos que diseñaba cuando niño, sus visitas a clubes de la escena nocturna parisina, la apertura de su primera tienda (donde Carolina de Mónaco fue una de la primeras clientas) pero también una campaña editorial para el actual verano europeo 2013 donde las usuarias de sus zapatos proclaman: “Cualquier mujer puede pescar un hombre guapo cuando lleva zapatos hechos por Louboutin”. La foto que ilustra la campaña es literal. Tales pescadoras que cuelgan de los barcos cual peces y desnudos lucen botas de goma a los nuevos modelos de la colección que, curiosamente, hizo lugar a una reversión de la alpargata y el zapato náutico.
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