Viernes, 9 de agosto de 2013 | Hoy
MONDO FISHION
Por Victoria Lescano
Para quienes investigamos en moda y recurrimos a métodos no académicos para la documentación, las tramas, léase historias de firmas de moda, coleccionismo de etiquetas, el anecdotario, sumado al archivo en papel y las bitácoras constituyen un puzzle que cambia de forma y se reconstruye con el paso del tiempo. Algo así me sucedió ante el encargo de una pequeña muestra para acompañar el homenaje a la trayectoria en la moda de la artista y diseñadora Delia Cancela, celebrado esta semana en Baf Week y en un elegante stand símil chalet ideado por las hermanas Caradonti para La ciudad de moda. La premisa de “Los manifiestos de moda de Delia Cancela” fue intentar llevar a un relato visual con forma de documental de moda algunas de las imágenes del vasto archivo fechado entre comienzos de 1960 y la actualidad, al que nos permitió acceder Delia Cancela. Y que luego pude procesar junto con los documentalistas de BOJ Cine (Leandro Listorti y Francisco Lezama) por cortesía de la artista y bajo su mirada atenta y crítica. Al boceto inicial se sumaron los aportes narrativos de la crítica María José Herrera, experta en la obra de Cancela y autora de una retrospectiva realizada en Rosario a comienzos de 2000, sumados al testimonio de Javier Arroyuelo, escritor de modas desde Vogue Italia y uno de los fundadores del sello Mandioca, actuales alumnos y discípulos de Cancela tanto en el arte como en la moda. Además se hace hincapié en un rescate de la colección invierno 1979, presentada en el teatro parisino Le Palace (allí emerge la modelo Mercedes Robirosa entre muchas otras musas que exaltaban el crisol de razas y de looks y la performance como rasgo). Esa filmación con textura de súper ocho exalta el prefacio de un fashion show y sus bambalinas.
El soporte textil se compone de apenas tres vestidos con la etiqueta “Pablo y Delia”: un vestido de terciopelo y organza en negro y azul que volvió a tomar forma con armazón panier y que pertenece a la colección Impressions (otoño invierno 1979, París), junto con el vestido en chiffon negro, con broderie en oro, sobre base de tafetán azul (de la colección otoño invierno 1978) y un desfile celebrado en el Hotel Meurice. Plus el vestido de encaje y lamé naranja de la colección Think sharp, (primavera-verano 1980) presentado en el teatro Le Palace y que representa una pieza de la última colección conjunta de los diseñadores. Delia los sacó de su archivo privado luego de una conversación sobre su vida y su obra off the record –los únicos espectadores fueron los gatos de su casa y los kitties de su vasta colección de vajilla.
Días más tarde, cámaras de filmación mediante, Cancela se refirió a su método y la importancia de la creación artesanal que rigió el modus operandi de su carrera en la moda. ¿Cómo empezó su interés por la moda? ¿Cómo se vestía de niña? ¿Cómo cimentó los extravagantes looks que construyó junto a Pablo Mesejean? Trascendió que ella prefería y prefiere coser a mano, que el disparador de sus primeros trabajos en cuero pintado a mano fueron resultado de los conocimientos de marroquinería de Pablo (su padre, de origen armenio, había sido zapatero) y el creador con apariencia de Frank Zappa conocía desde niño los secretos para hacer prendas rara avis con el cuero. Ese modus operandi les permitió hacer accesorios pintados en cuero, cruzas de arte y moda, ya para vender a modo de subsistencia para la vida de artistas chic, pero también para engalanar las portadas del Vogue inglés y por encargo de la editora Grace Coddington (corresponde aclarar que hay piezas en cuero by Pablo y Delia que integran la colección permanente del Victoria & Albert Museum) y que una de ellas fue modelada por Coddington en sus días de cover girl, mucho antes de erigirse en creativa del Vogue americano que, según refleja el documental September Issue, es la única persona que no teme confrontar a la editora Anna Wintour.
Se podría afirmar que las vestimentas y los bocetos que componen las obras de moda realizadas por Delia Cancela desde 1960 hasta la actualidad entre Buenos Aires, Londres y París conforman una pasarela con matices del arte pop, de cadencias y recursos de estilos de Sonny and Cher, admiten citas a los iconos de la moda de la escena inglesa de los sixties y del cine. Pero, además, los atavíos realizados para Pablo y Delia se inspiraron tanto en la naturaleza como en la literatura victoriana, las tramas de Lewis Carroll, las siluetas y los paisajes bosquejados en cuadros de James Whistler y de Thomas Gainsborough. En relación con los clásicos de moda que veneraron sus siluetas, es ineludible diseccionar citas a los drapeados de Madame Grès, los cortes al bies de Madeleine Vionnet, las siluetas rigurosas de Cristóbal Balenciaga, construidos desde el libre albedrío de “Pablo y Delia”. Y también que desde los días en que asistió a la Escuela Nacional de Bellas Artes, Delia C. –quien ahora lleva el pelo largo y rojo a lo Westwood y nunca dice su edad– dictaminó estilos a imagen y semejanza de sus extravagancias cotidianas (basta con observar sus atavíos de cuero acicalados con lazos y corazones).
“En 1963 comencé a trabajar con corazones como la representación popular y especialmente femenina del símbolo del amor. A este símbolo lo desarmé, colgándolo de los cuadros con cintas de mercería, lo rodeé con flores de plástico y moños, todos iconos del imaginario popular, tanto de las fiestas como de la devoción”, dice, y este repaso por algunos hitos de su trayectoria nos pide una relectura de su Manifiesto de 1966 y de algunas de sus proclamas amorosas: “Nosotros amamos los días de sol, las plantas, las medias rosas y doradas, las pieles, Saint Laurent, las camisas con prints florales de los Rolling Stones”. El desfile implícito en su vasta obra admite representaciones de la indumentaria en galerías de arte de Buenos Aires y en la “factoría” representada por el Instituto Di Tella. Allí, en “Experiencias visuales” –su proyecto del año 1967–, Cancela esbozó una supuesta colección de uniformes para los trabajadores del Di Tella bocetada desde gigantografías y que exaltaba el azulino, para continuar luego con su proyecto y desfile llamado “Ropas con Riesgo”, con ropas cosidas con la ayuda de la hermana de Delia o su gran ironía hacia el sistema de la moda, un simulacro de revista de modas llamado Yiyisch, fechado en 1968, cuyo único texto expresaba: “La experiencia fue la idea de crear una revista. Hacerla. El material que contiene no intenta ser la finalidad de esta experiencia pero igual nos interesa”. Hay que destacar que los ejemplares de impresión offset realizados en un formato de 43x30 cm apilados sobre una mesa se vendieron todos en el transcurso de la exposición. Y allí el final de mi puzzle: hace más de diez años conocí la obra de Pablo y Delia a través de Rosa Bailón, quien con su enorme generosidad hacia la labor de otros colegas me regaló una copia de esa revista y ahora puedo decir que los bocetos de Pablo y Delia se corporizaron en un relato.
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