Viernes, 13 de septiembre de 2013 | Hoy
MúSICA
Dejándose llevar por el vaivén de la vida de migrante, un tiempo acá en la Argentina, un tiempo allá en Puerto Rico, Midnerely Acevedo o Mimi Maura –-su nombre de frontwoman– ha plantado bandera en una tercera patria: la música. Ese es su lugar seguro, ahí es donde crió a su hijo y alimentó el amor con su compañero, Sergio Rotman, entre colecciones de vinilos, boleros heredados de su padre y fusiones de estilos que saben ponerse oscuros o brillar como lo hace el reggae en las mañanas de domingo. En este encuentro con otra música, Miss Bolivia se cuece una canción, una comida y el show que se podrá disfrutar este sábado.
Por Miss Bolivia
Hacía ya casi un año que estaba pendiente el encuentro y nos habíamos propuesto dos cosas: hacer la nota y grabar un tema. A veces resulta difícil cuando la agenda es apretada y la residencia, part-time.
Pero lo logramos. Línea 71 directo a Puente Saavedra y caminar ocho cuadras para adentro. Vicente López, planta alta, re tranqui. Ring. Mimí con sonrisa gigante y un abrazo cálido. Un té y primero, la nota.
Ya desde el principio le mecieron la cuna con cadencia de bolero. A Midnerely Acevedo, la cantante boricua más conocida como Mimi Maura, que germinó y floreció inspirándose y en compañía de la música de su padre, el popular cantante y compositor Mike Acevedo, fabricante de baladas y los boleros más cortavenas que sonaran en la escena radial y de clubes en los ’50 y ’60, tanto en Puerto Rico como en el continente. Y a su madre, una cantora de su casa, que naturalmente cantaba en el hogar como parte de la vida cotidiana. Y lo que sus padres escuchaban, ella también.
Con una infancia golondrina, Mimí creció entre Chicago y México, con rutas y destinos mapeados por la carrera artística caliente de Mike, que llevaría a migrar a toda la familia. La postal del nido de origen es casi musical. Vinilos y grabaciones, plena, cha cha cha y trova. Melodías y letras románticas intensas e inmensas, como input de su riquísimo capital.
–No fui a muchos shows de papá. Recuerdo haber ido a dos. Pero de niña, cuando vivíamos en Chicago, mi padre tenía un local nocturno, un club para socios pegadito a la casa. Entonces, durante el día mi madre ayudaba con la limpieza y acicalamiento del lugar e íbamos con ella junto a mis hermanos, y jugábamos bailando y cantando con la música y el sonido alto de la discoteca.
Cuando tenía 14 años, Mimi y su familia se establecieron en San Juan de Puerto Rico, y un par años más tarde con su hermano formaron Rencor, una de las primeras bandas de rock en español del país. Pisó el escenario, y batió alas. Recuerda que su principal actividad adolescente era cantar en festivales de la playa y recitales con amigos. Ya en 1991, a los 20, mientras estudiaba Artes Plásticas en la Escuela de Artes, se incorporó como cantante líder al grupo Alarma, la primera banda de rock y heavy metal femenina de Puerto Rico. Agitaron mucho, giraron por Estados Unidos y en su tierra, tocaron en festivales compartiendo tarima con bandas latinoamericanas como Maldita Vecindad, 2 Minutos, Fito Páez y Los Fabulosos Cadillacs.
Y fue en uno de esos shows que conoció a Sergio, su compañero de banda, de vida, el padre de su hijo. Sergio Rotman, el guitarrista de los Cadillacs y Cienfuegos.
Hubo flechazo de una. Pero cada cual tenía compromiso. Entonces empezó como amistad, pero el lazo se tornó cada vez más fuerte e inevitable. Los unía, además, la enorme pasión por la música.
“Yo era fan de los Cadillacs, pero no los conocía porque lo que llegaba a Puerto Rico eran casetes piratas sin las fotos ni las caras. Pero cuando nos vimos hubo algo. Nos linkeó la música. Intercambiamos demos y nos hicimos amigos. Luego nos empezamos a escribir, nos enviábamos muchas cartas (todavía no se usaba el mail) y escribíamos canciones... Había una que llevaba mi nombre. Las tengo guardadas. Y empecé a viajar para encontrarnos en alguna gira de Sergio. Nos reunimos en Colombia, en Canarias; a veces nos veíamos cada seis meses.”
Pintó el amor y se acompañaban mucho. Ella viajaba, él también; pero ella más, bastante más. Y eso le costó una apurada de la banda. Sus viajes se tornaron incompatibles con el proyecto Alarma. Y Midnerely se hizo cargo y se mudó a Buenos Aires, a vivir con Sergio. Llegó, y junto a otros colegas músicos y amantes de los ritmos jamaiquinos como el reggae, el ska y el rock steady, formaron la banda Mimi Maura.
“Me botaron de Alarma porque viajaba mucho. Y Sergio me dijo: ‘Venite para acá, que armamos la banda’. Yo venía del rock, pero escuchaba reggae. Y la unión musical entre nosotros fue el estilo rocksteady. Siempre pienso que lo que pasó, me regaló la oportunidad especial de hacer algo nuevo y distinto. Y así fue que llegué a Buenos Aires, y casi al día siguiente ya estaba grabando demos.”
Mimi en la delantera; Sergio, el DT. Y con jugadores de Primera, en un mezcladito proveniente de los Cadillacs y Cienfuegos, salieron a la cancha con su primer disco homónimo, en 1999. Se inauguró así: una temporada intensa de trabajo, con shows en vivo y un apreciable crecimiento artístico. Música ska con sabores de la isla, boleros con arreglos infernales de vientos, canciones profundamente románticas en clave rocksteady, y la inevitable fusión de la raíz sensual caribeña con el pulso madre del reggae más una cuota teatral, algo dramática, que amablemente nos remite a Almodóvar.
–Yo ya venía muy activa musicalmente, y el primer show de Mimi Maura lo hice con una panza de siete meses. Cuando Leroy nació, un tiempito nos guardamos. Sergio es un padrazo: me cocinaba y acompañaba al pie del cañón cuando tenía que estar dedicada las 24 horas al niño. Porque ser madre al principio es algo muy intenso, ya tú sabes: el niño no es un juguete al que le puedes retirar la pila cuando te pudre y apagarlo un rato... La maternidad generó cambios, pero siempre busqué adaptar y cinturear para que sea orgánica la convivencia entre “el niño y el show”. De todos modos, en casa desayunamos música y es parte de nuestra vida profesional y familiar, entonces siempre nos integramos y comunicamos los tres a partir de ese lugar que nos resulta tan natural. Cuando mi hijo tenía un mes, fuimos a la presentación del disco de Cienfuegos en La Trastienda y me lo puse en una mochilita adelante: en el primer acorde, se quedó dormido como un ángel. Y a partir de allí siempre me acompañó sin problemas a las pruebas de sonido o a shows, y hemos hecho varios viajes juntos desde pequeño: su primer tour fue a los tres años.
Mimí sonríe: “Recuerdo una gira en Alemania, sin abuelos ni baby-sitter, donde la frase previa al show era: ‘Quédate aquí, toma la pandereta, baila y juega si quieres, pero no te muevas de aquí’. U otros shows donde yo notaba que el público estaba muy encendido y señalaban un sector del escenario, y cuando me daba cuenta... era mi hijo, bailando breakdance a un costado”.
Ahora, Leroy tiene 15 años, toca el piano, compone, viaja y también canta con sus padres, en vivo y puertas adentro.
Hace cuatro años que se instalaron en San Juan de Puerto Rico, y vienen a la Argentina dos o tres veces al año, pero la estadía se extiende cuando es temporada de vacaciones del ciclo lectivo boricua. Durante ese intervalo, Mimi realiza sus presentaciones en Buenos Aires y el resto del país con la banda, y también con El Siempreterno, proyecto paralelo creado por Rotman y Mimi, donde ella despliega su alter ego como frontwoman y ambos son delanteros, en el estilo rock, post-punk, más oscuro.
–Creo en la independencia, y creo que hay que apoyar a los sellos independientes. Desde que comenzamos, editamos los discos por Canary Records, el sello discográfico que fundó y utilizó mi padre para poder realizar sus grabaciones de modo independiente ya desde el año ’50, y nosotros continuamos utilizando esa estructura como plataforma de producción. Hemos trabajado con licencias y distribuciones de alguna compañía, pero siempre comandando el timón de nuestro propio barco. Ahora estamos trabajando de modo conjunto con Oui Oui Records. Por otra parte, lo interesante de la independencia viene acompañado de la gratificación, tanto para el artista como para el público, de poder vender y distribuir el material en los shows, y así también mantener el contacto directo y real, sin tanta tercerización.
A lo largo de su carrera, Mimí fue nominada en tres ocasiones a los premios Carlos Gardel. La primera vez (y lo ganó) fue en 2002 por la placa Raíces de pasión como Mejor Solista Femenina de Rock. Luego, en 2012, por el disco Días de sol versionado en estilo dub, y este año, por el reciente tributo que rindió a su padre, grabando sus canciones con el nombre de La Herida, le valió la nominación como Mejor Album Conceptual.
Mimí acota: “El trabajo de mi padre me acompaña en todo el recorrido. Ya sea en mi escucha desde niña, como en la admiración que siempre sentí por él en su pasión por la música. Cuando falleció en 2004, el dolor por su pérdida también me atravesó la voz. Se me cerró la garganta... y la angustia estaba a la orden del día. El proceso fue largo, y me dio mucha bronca la distancia. Con el tiempo, siento que plasmarlo en mi arte y grabar La Herida es una hermosa manera de transformarlo en homenaje y belleza, como para volver al eje”.
–Hace 10 años que practico Kung Fu en su estilo tibetano: Chuan Fa. Me ayudó mucho espiritual, emocional y energéticamente. Es otro de los grandes aportes que me ayudaron como refugio para atravesar procesos muy intensos de la vida. En esta disciplina interpretamos figuras de animales de modo coreográfico, mezclando danzas que imitan movimientos de lucha. Es muy artístico y pintoresco también. Y por otra parte, la escultura y el dibujo conforman otra de las dimensiones donde me sumerjo y creo.
Las esculturas están en el living y en la cocina de la casa. Buceamos juntas su cuaderno de dibujos: crayón, carbonilla y lápiz. Alta belleza en papel. Y mientras Mimí dejó calentando la cena, escuchamos música en su habitación: algunos CD donde ella colaboró, como Calaveras y Diablitos, otro de Los Telépatas, y más demos de bandas o nuevos solistas que le acercan material a Mimi. Y ella lo escucha.
Más arriba, en un altillo soñado, el tour concluye en el pelotero familiar: un cuarto lleno de vinilos. Otra de las aficiones de Sergio y Mimi: el coleccionismo de discos. Rock, reggae, rocksteady, ska, soul. Y este Edén tiene doble sede: también en Puerto Rico hay otro tanto, con sus bandejas y parlantes en toda la casa, para poder escuchar.
“Me gusta cómo suenan las grandes voces femeninas en vinilo: escucho Nina Simone, Billie Holiday, Marcia Griffiths, Janis Joplin, Ellis Regina, y siempre vuelvo a las clásicas. A lo largo de todos estos años, y más desde que Sergio diyea, hemos coleccionado vinilos de distintas partes del mundo, con ediciones especiales, o hallazgos en tienditas y ferias particulares, donde saqueamos literalmente las cajas de 25 centavos (sonríe). El sonido del vinilo, la calidad y la fidelidad, la belleza de la púa, toda esa estética me fascina y representa. También me interesa la posibilidad de continuar editando mis discos en vinilo, en ediciones limitadas. Siempre es poca cantidad, y mucha calidad. Es como un vicio, y te quedás pegado.”
Apaguemos el grabador. Mimi cocinó una exquisita cena vegetariana, arroz, alcauciles y ensaladas. Sergio y Leroy se fueron al cine. Llueve mucho, planificamos la canción y esta semana la vamos a grabar.
Mimi Maura se presentará en Niceto Club este sábado 14 de septiembre, como cierre de sus presentaciones en Buenos Aires. La banda estará conformada por Sergio Rotman en guitarra y saxo, Hugo Lobo en trompeta, Abel Clementino en bajo, Dani Lozano en trombón, Dante Clementino en teclados, Fernando Ricciardi en batería, Maneco en guitarra y Mimi Maura en la voz.
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