Viernes, 15 de noviembre de 2013 | Hoy
EL MEGáFONO
Por Ruth Zurbriggen *
“Fui a una salita y le dije al médico: no puedo seguir con este embarazo, si no me ayudás me tiro abajo de un auto y seguro aborto. El médico me dijo que me quedara tranquila, que iba a buscar un número de teléfono de unas mujeres. Yo estaba con un ataque de nervios, no lo conocía, se lo dije porque estaba desesperada y dispuesta a hacerlo. Tomé de todo al enterarme: té de ruda, de perejil, comí apio hasta el hartazgo, hice abdominales, anduve en bici... nada. Consiguió el número y me lo pasó. Así llegué a ustedes. Me dijo que ustedes iban a ayudarme y que él quisiera que esto fuera en el hospital pero que no se puede todavía. Me dijo que volviera, que él me va a hacer el control después y que todo iba a estar bien.”
Partecitas del relato de Alicia, 36 años, cursaba un atraso de ocho semanas. Nos conocimos el 5 de noviembre, en la terminal de Neuquén. Me esperaba en el lugar pautado. Una silla la separaba de Sofía, otra chica con la que pronto se reconocerían en la misma urgencia: la de abortar.
Unos minutos después llegó Marcela. Las invité al bar. En el trayecto empezábamos a conocernos. Repasé sus nombres y les pregunté cómo habían dado con nosotras. Sofía, la más joven, hablaba sin parar.
Un nuevo evento socorrista empezaba a suceder. Fue un encuentro de alta densidad, todas (más que otras veces) hablaron de una parte de sus vidas. De la dolorosa, por supuesto. Marcela contó sobre su primer aborto, hace unos siete años usó misoprostol, en soledad aquella vez. Abortó en el baño del hotel donde trabajaba de mucama. No podía darse el lujo de faltar.
Me enteré de que Alicia es de la Ciudad de Buenos Aires, en abril se vino a vivir a Cipolletti con su hermana. Consiguió trabajo en una pollería, contratada pero con perspectivas de estabilidad. Cursó hasta segundo año del secundario. En agosto “creí que de verdad él había cambiado y lo seguí a Bariloche. Dejé todo lo que estaba empezando a armar, porque soy una estúpida. Creo que ese tipo me volvió loca. Ahora estoy de nuevo acá, en la casa de mi hermana, no tengo trabajo todavía y hace un mes me enteré de que estaba embarazada, me quiero morir”. Su ingreso actual: la Asignación Universal por Hijo.
Desde la 1.30 am del 6 de noviembre seguí el derrotero del aborto de Alicia. Usó misoprostol por la vagina. Mensajes de texto fueron y vinieron, el tercero llegó a las 6.15 am: “Perdón por la hora. Me despertó el dolor y ya empecé a sangrar”.
Esperé a la mañana para llamarla. Respondía con evasivas. Más tarde entendí: “Es que estaba mi cuñado, si se entera me mata”.
Los acompañamientos socorristas están siendo prácticas micropolíticas de sororidad; un programa de acción y relación con las mujeres y sus prácticas de abortar; modos de resistencia y combate contra las crueldades de un sistema que parece no darnos tregua.
Que sea legal, seguro y gratuito resulta una urgencia. Las y los responsables de resolverla están en el Congreso Nacional.
* Activista feminista abortera de la Colectiva La Revuelta y Socorristas en Red, Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Más información: http://socorristasen red.blogspot.com.ar/
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