Viernes, 14 de marzo de 2014 | Hoy
COSAS VEREDES
Un norteamericano de 25 años lanzó al mercado una Barbie con curvas verdaderas. Y aunque estará lista recién en noviembre ¡ya es un éxito!
Por Guadalupe Treibel
Quien tenga la mirada atenta sabrá que, cada dos por tres, las noticias alrededor de la controvertida Barbie se multiplican. Sólo en los últimos meses se dio a conocer que la icónica muñequita estaba teniendo una crisis de mediana edad: después de cinco décadas de popularidad masiva, sus ventas del último cuarto del año pasado habían caído un 13 por ciento –sintomático de que ¡por fin! el interés de las niñas se le estaba escurriendo entre sus manitas de plástico–. La mayoría apuesta a que se trata de una reacción lógica a partir de la perjudicial y distorsionada imagen física que ofrece para las pequeñas, aunque eso no haya disparado ningún mea culpa de la compañía. Muy por el contrario, sus irreales estándares de belleza han sido reforzados por Mattel hace unas pocas semanas, cuando la vicepresidenta de diseño, Kim Culmone, declaró que “su cuerpo nunca tuvo la intención de ser realista, sino que pudiera ser vestido y desvestido fácilmente”. Mmm, dudas... ¿Cómo facilita al emperifollado sendos senos enormes? En fin, es evidentemente que el estudio de la Universidad de Sussex de 2006 que comprobaba que la cinturita imposible “contribuye al incremento de desórdenes alimentarios y obsesión con el peso de las niñas” no le pareció prueba suficiente.
Tampoco los casos de mujeres como la tal Blondie Bennet, una dama que, después de haber pasado cantidad de veces por el bisturí de su cirujano plástico, ahora está bajando su coeficiente intelectual ¡a propósito! para que la gente la vea como una Barbie por dentro y por fuera. O la archiconocida modelo ucraniana Valeria “Barbie Humana” Lukyanova, que admitió recientemente que su dieta para mantenerse “en forma” está compuesta por aire... y luz. Efectos colaterales injustificados, ¿cierto? Al fin y al cabo, la muñequita siempre enseñó a sus aficionadas a ser más que una cara bonita y las incentivó a convertirse en médicas, abogadas, chefs, etcétera... Pero, ¿cómo? ¿No? La pucha: acorde a un experimento realizado por la psicóloga Aurora Sherman, de la Oregon State University, “las aspiraciones vocacionales de las jovencitas se reducen considerablemente después de jugar con una Barbie cinco minutos”. “Es por el tipo de muñeca, no las características de las participantes”, especificó la especialista.
No hay respiro. Pero, ¡tranquilidad!. Que existe la famosa luz al final del túnel gracias a un muchacho, más atento él a las necesidades de las mocitas que la misma Mattel. Nickolay Lamm es el nombre del artista veinteañero de Pittsburgh que, bajo el lema “ser promedio es hermoso”, ha fundado una línea propia llamada “Lammily”. ¿De qué trata? Pues, básicamente, son versiones más bajas, rellenitas, saludables y “realistas” de la tradicional Barbie. El puntapié inicial fue el año pasado, cuando este hombre creó digitalmente una modelo 3D con las medidas reales de una joven de 19, la sentó al lado de Barbie y luego la photoshopeó para que se pareciera a la imposible chica Mattel. El gesto, además de evidenciar el horror de representatividad femenina que implica el esbelto figurín, entusiasmó al público internetiano, que empezó a enviarle correos preguntando dónde conseguía la muñeca “verdadera”.
De cara a la ilusión de la gente, Lamm decidió convertir su versión 3D en ejemplar de carne y hueso (o plástico, en fin...) y, con la meta entre ceja y ceja, pidió ayuda vía crowfunding. Insólitamente, en menos de 24 horas, su meta de 95 mil dólares fue ampliamente superada. De hecho, la gente sigue contribuyendo y el monto recaudado actualmente escala hasta los... 390 mil dólares. “Si hay al menos una pequeña chance de que Barbie en su forma presente esté influyendo de manera negativa a las chicas, y si una mujer de cuerpo promedio se ve tan bien, ¿qué detiene a Mattel de hacer una así?”, se preguntó el atento entrepreneur que supo canalizar una necesidad y volverla en oportunidad de mercado.
Con diferentes prototipos que ya ha testeado –exitosamente– entre sus primitas y una fecha de salida estipulada para noviembre, las versiones vienen con partes articuladas, promueven un estilo de vida sano (haciendo, por ejemplo, deporte), llevan mínimo maquillaje y están vestidas de forma sencillísima (una camisita floja, shorts, zapatillas). Además se pueden preordenar por valores que arrancan en los 17 dólares. Frente al manantial de solicitudes, el flamante empresario vuelve al signo de interrogación: “Hay cantidad de estudios que sugieren que los modelos que circulan afectan la imagen corporal positiva y llevan a la anorexia. ¿Cómo no crear una alternativa?”. Eso mismo se pregunta muchísima gente desde hace rato. Por lo menos, alguien se ha dispuesto a contestarla.
Curiosamente, no es la primera vez que el chico Lamm es noticia por sus simpáticas ocurrencias: el año pasado, sin ir más lejos, se asoció con un doctor en genómica computacional, Alan Kwan, para hipotetizar acerca de cómo se verá/vería el ser humano en 20 mil, 60 mil y 100 mil años, experimento especulativo ilustrado con seres de ojos ¡enormes! También en 2013, aunque lejos ya del asunto evolutivo, el joven de 25 se hizo una pregunta capital –y punchera–: “¿Qué ven los gatos?”. La respuesta llegó con imágenes comparativas de la visión felina y humana y –como cualquier proyecto bien encauzado que involucra mininos– no tardó en volverse viral. Por lo demás, Nickolay se ha ocupado de los cambios climáticos, la inequidad entre las clases sociales, lograr que veamos... las ondas de wifi, entre otros eclécticos tópicos de interés relativo. Las pistas, por tanto, lo dicen todo: el autodefinido “artista e investigador” tiene la curiosidad a flor de piel. Y ahora, gracias a la ayuda monetaria vía crowfunding, los billetes para capitalizar una Barbie –literalmente– como la gente. De modo que, ¡enhorabuena, mucha suerte, los mejores deseos! Y todo el abanico de saludos que las buenas –y saludables– iniciativas ameritan.
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