Hay leyendas, estudios y certezas alrededor de su figura. Cuenta el mito, por ejemplo, que la emperatriz china Wu Zetian (625-705 d.C.) había establecido –por ley– que todo dignatario que visitaba su reino debía rendirle pleitesía practicándole sexo oral, amén de aplacar su entusiasmo inagotable (entusiasmo que ni su harén de muchachos pacificaba). Se dice también, acorde a una –muy objetable y bastante ridícula– investigación publicada por el Journal of Evolutionary Psychology el año pasado, que los hombres sólo practican cunnilingus en su dama para minimizar el riesgo de infidelidad, estrategia tipo canje que intercambia “placer por lealtad” (concepto ridículo, objetable y, dicho sea de paso, bastante ofensivo). Por otra parte, a menudo se señalan maniobras “adecuadas” para que el gesto sea efectivo y, por supuesto, placentero. Pero, por sobre todo, se sabe que encontrar una media naranja capaz de llevar adelante una performance acabada sí que es tarea complicada.

De allí que, con afán de servicio, una nueva aplicación pretenda finiquitar los años de mala praxis. Sí, como suena: una aplicación. ¿Tecnología utilitaria? Así parece. Porque Lick This –tal es el nombre del programa– promete perfeccionar las habilidades lingüísticas de los/as usuarios/as si ellos/as se comprometen a... lamer concienzudamente sus smartphones, en ejercicios sencillos que buscan mejorar la capacidad amatoria de la lengua. “Creemos que es una manera interesante de discutir la interacción entre personas y computadoras, de lograr que la gente piense en su sexualidad y de generar un debate”, aseveran desde las filas de Club Sexy Time, la compañía responsable, con base en San Francisco. Para quienes quieran intentarlo –tras desinfectar los teléfonos, de más está sugerir–, ni siquiera es necesario downlodear la app: alcanza con ingresar a lickthisapp.com desde el navegador del móvil y poner la lengua en movimiento. En tres estilos diferentes: hacia arriba y abajo, en círculos y hora libre. Pronto, avisan, habrá más versiones. ¡Qué gloria! Bah... ¿Qué gloria?