PANTALLA PLANA
La mucama, un personaje típico de las telenovelas pero que aquí emerge sin los clichés del género, se puede ver en Bien de familia, por la televisión pública.
› Por Rosario Bléfari
Esta familia, aparentemente una familia “de bien”, conformada por padre-madre-hijo-hija incluye la quinta integrante que, en la categoría “tipo” de las familias tradicionales, pone la marca de clase: la empleada doméstica. Se trata, entonces, de uno de esos hogares con dos mamás, una es la profesional –en este caso una psicóloga con pocos pacientes–, la biológica; otra es la afectiva y cuidadora, la asalariada en negro. La segunda “madre”, como suele ocurrir en estos casos, sabe mejor que los padres lo que necesitan los hijos, es la intermediaria a la fuerza, capaz de comunicarse con ellos de una manera más directa que una madre psicóloga, que puede resultar demasiado escudriñadora o balbuceante cuando trata de acercarse. El marido –César Bordón– de Flora –Susana Pampín– es financista. Se avecina la fiesta de aniversario de la pareja y eso los ocupa y pone sus idas y vueltas en escena. Rosa, la empleada doméstica que interpreta con soltura Rossana Vezzoni, vive y trabaja en la misma casa desde hace muchos años y tiene su propia vida tan separada como entretejida con la de la familia que atiende. Ella pudo reservar parte de su historia y no todo es del conocimiento de sus patrones; sin embargo la vida y las relaciones de la familia son presenciadas casi por completo por Rosa, testigo involuntaria que no se queda al margen. Después de tanto tiempo, un vínculo de confianza y afecto, claro, la habilita a actuar, a aconsejar y a opinar. Sin embargo está cansada y reclamará por irregularidades en el pago de su salario, un clásico de la vida real, detalle siempre omitido en las ficciones: los patrones que pagan como quieren y cuando quieren y que creen que una invitación a sentarse con ellos a la mesa borra el descuido o lo permite. La exigencia de ser puesta al día en la cuestión de sus aportes nunca hechos también es parte del conflicto familiar, aunque sus patrones eviten darle el lugar que le corresponde, otro lugar común de la realidad en el que nunca se caía en las novelas de la tarde, donde las domésticas se solían quedar en el tiempo y parecían salidas de una película argentina con Mirtha Legrand, o de uno de sus almuerzos donde solían aparecer con uniforme, incluido delantal y cofia blanca. Para bien, mientras por este lado hay una innovación, una actualización apropiada que le da verosimilitud y permite un mayor acercamiento al personaje “empleada doméstica”, otros aspectos rescatan una tradición de esta representación: la de la muchacha o la sirvienta –puede ser algún personaje de Niní Marshall o la Ramona de Lino Palacios–, porque todas tienen en común la capacidad y el valor de decir a sus patrones lo que piensan, suelen tener la mirada más despejada, justamente por estar en medio de los integrantes de la familia pero sin pertenecer a ella del todo, luchando por tener su propia vida, sus secretos, sus valores. Rosa no tiene, sin embargo, esa ingenuidad que hacía que las de antes hablaran sin pelos en la lengua de una manera un tanto caricaturizada o simplificada. Rosa no sigue ningún estereotipo. Tiene su nobleza y también sus caprichos, sus incongruencias. No sería adecuado develar lo que irá ocurriendo a lo largo de los capítulos para no romper la administración de los conflictos, señalo solamente que se van poniendo cada vez mejor, que es trabajo del espectador también el de darles tiempo a posibles nuevos ritmos televisivos, a actuaciones diferentes –con momentos geniales–, al aprecio del trabajo de la miniserie, que permite desarrollar los personajes extendiéndolos en una línea de tiempo suficiente como para verlos en un abanico más amplio de su humanidad. Los temas: los vínculos familiares, el papel del dinero, las fronteras de clase punteadas, las versiones de los hechos según cada uno de sus protagonistas, el egoísmo, el trabajo, las vocaciones, las distintas formas del amor. Los temas están muy cerca.
Bien de familia, guión y dirección, Jorge Gaggero. Actores: Susana Pampín, Rossana Vezzoni, César Bordón, Sofía Palomino, Sofía Bertolotto y Julián Larquier. Jueves 22.30 por TV Pública. Para ponerse al día antes de seguirla o si se pierde algún capítulo, está en Contenidos Digitales Abiertos: www.cda.gob.ar
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