ESCENAS
La coreógrafa y bailarina Diana Szeinblum, la directora Maricel Alvarez y el dramaturgo y actor Santiago Loza se preguntan sobre el acto físico de caer a partir de la danza misma, diversas historias e imágenes poéticas.
› Por Sonia Jaroslavsky
Todo es muy blanco en Yo te vi caer: un minimalismo casi higiénico parecería incrementar un estado de angustia y desazón que provoca la pieza. En este espectáculo se articulan diferentes disciplinas y soportes para concluir en montaje una investigación que, según la directora Maricel Alvarez, abarcó mucho más que la idea de un cuerpo en situación de caída y se expandió hacia terrenos filosóficos, estéticos, afectivos, formales. En escena, una voz es asumida por la bailarina aquella –voz que narra en tiempo real la caída mientras la misma sucede– y la otra, la voz del autor, que la misma directora le pidió a Loza que asumiera y que funciona como testimonio o comentario: relata en forma de fábula cuatro episodios vinculados con diferentes caídas. Finalmente un epílogo. Un film de archivo de la protagonista niña bailando como lo hace la mujer adulta que da inicio a la obra.
La composición coreográfica es realizada en tiempo real. Transita un mismo registro que no se repite función a función y así permite el riesgo de lo impredecible de la caída. Szeinblum lo describe: “Escuché alguna vez que el movimiento liviano está íntimamente relacionado con lo sublime. Entiendo que el acto de caer lleva estos dos elementos consigo, por lo que trabajé mucho en esas direcciones, calidades y sensaciones”. La bailarina en Yo te vi caer pone el cuerpo al servicio de un estado –ese estado de caer–: una acción que encierra cualidades contradictorias. Para ella hablar de la caída es detener un acto descomunal. “Un segundo que puede albergar todos los segundos de lo que fue tu vida.”
Además, hay varias proyecciones que se emiten desde una pantalla, o bien desde unos monitores. El abordaje que propone Alvarez del montaje es a partir de diferentes disciplinas y soportes (foto, video, música, cuerpo y palabra) con los que le interesa trabajar desde hace tiempo. “Tenía un texto muy poderoso y una bailarina e intérprete muy solvente en escena. Quería ponerlos a dialogar con otros soportes para ver qué tensiones o potencialidades podían surgir de ese vínculo. Para ello convoqué a una artista que adoro y cuyo trabajo me parece verdaderamente superador, Nora Lezano. Con ella pensamos la secuencia que se proyecta en los monitores, además de toda la fotografía del espectáculo.”
En Yo te vi caer además, se proyectan fragmentos del artista holandés Bas Jan Ader. “Todas estas proyecciones funcionan como complemento y –ya en términos visuales o espaciales– refuerzan cierta idea instalativa”, dice Maricel.
Pero lo singular, además de estas proyecciones, es la idea de la letra (en su impresión) y la palabra (en su decir). En dos mesas, al frente, los actores hablan con sus micrófonos. La poesía que emana de sus parlamentos se amplifica. Como el sonido de una máquina de escribir, el sonido de cada tecla y la impresión de esas palabras en la pantalla impregnan aún más las sensaciones, emociones y capacidad reflexiva que propone la pieza. También, se expanden esas pequeñas-grandes historias que se cuentan. La de chinos que mueren colectivamente, de perros que cavan pozos y caen en ellos, o la de obreros rusos que cavan el más profundo del mundo.
Yo te vi caer. Funciones: los martes a las 21 (hasta el 8 de abril) en Ciudad Cultural Konex. Sarmiento 3131, CABA.
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