ENTREVISTA Las revistas femeninas muestran a mujeres amas de casa o profesionales que tienen que conquistar a los varones, negociar con ellos una ayuda en las tareas domésticas y retenerlos para que no se vayan del hogar. ¿Y cómo muestran a los varones? En la mayoría de los casos de manera estereotipada, príncipes azules, guapos o proveedores. El periodista e investigador Alfredo Dillon analizó Para Ti y Mujeres & Compañía y dice que las publicaciones son una máquina de construir estereotipos que generan infelicidad.
› Por Luciana Peker
Cómo ser una ama de casa que festeja con una mousse de chocolate un aniversario o una súper emprendedora que se viste con porte sin perder el estilo a pesar de una jornada atareada, cómo soñar con conquistar al galán de cine o armar un departamento divino para desparramarse a la vuelta de un día agitado, cómo lograr entender al marido y conquistarlo para que no piense en cruzar la puerta más que para traer dinero o cómo animarse a armar una empresa propia. Las revistas femeninas pueden aggiornar el modelo de mujer a la que le hablan. Pero, generalmente, le hablan a ella y casi le susurran al oído indicaciones para saber qué hacer para ser feliz (y no dejar de leer en el intento). Aunque en esa felicidad casi siempre incluyen a un varón al lado. ¿Y cómo lo muestran a él y a ellos? Esa pregunta se formuló el periodista y licenciado en Letras Alfredo Dillon, que actualmente trabaja en la sección Educación del diario Clarín en el trabajo “Las representaciones de lo masculino en dos revistas femeninas argentinas”, que fue parte de un proyecto de investigación de las revistas Para Ti y Mujeres & Compañía, desde 1995 hasta 1997, dirigido por la socióloga Lidia de la Torre, del Instituto de Comunicación Social de la Universidad Católica Argentina (UCA).
La mirada crítica no apunta sólo a discursos antiguos o remixados pero con nuevos mandamientos, sino a que se promueven formatos de género que terminan devolviendo infelicidad. “Todavía es muy estrecho el abanico de masculinidades y feminidades que pueden aparecer en ese tipo de publicaciones. Hay muchísimas maneras de ser mujer y de ser varón que siguen siendo invisibles para el discurso de las revistas femeninas, que contienen una carga muy fuerte de idealización. No se deshicieron de estereotipos mutilados y mutilantes de cómo es una relación de pareja y cómo construir relaciones más libres y más felices. Es un discurso muy atado al deber ser, que es algo inherente al producto revista femenina, que es muy instructiva. Toda esa forma de difundir estereotipos es una máquina de infelicidad porque sepulta a los varones y a las mujeres reales debajo de construcciones artificiales que son híper exigentes tanto para las mujeres como para los varones. La mujer tiene que ser sexy, atractiva y exitosa en lo profesional. Pero las anteriores demandas siguen estando, y ahora encima tienen que ser gerentas de una empresa y convencer a su marido de que planche”, describe Dillon.
¿Cómo se te ocurrió mirar a los varones en las páginas de las revistas femeninas?
–Yo tenía una beca de investigación en la UCA y había surgido la idea de un estudio comparativo entre Para Ti y Mujeres & Compañía, que era una revista que se publicó desde 1995 hasta 1997, dirigida por María Eugenia Estenssoro y Norma Morandini y tenía la intención de discutir el reparto de las tareas domésticas, el derecho a usar el apellido de soltera y reivindicaba que la mujer ganara su dinero. La idea del proyecto original era comparar una revista tradicional que mostraba una modelo posando en bikini con otra que mostraba a una abogada con su ropa de trabajo. Pero a mí el objeto revista femenina me resultaba extraño. Me pareció más interesante comparar las miradas sobre lo masculino.
¿Con qué te encontraste? ¿Hubo sorpresas?
–Me sorprendió que la prensa incorporara reflexiones sobre la perspectiva de género, no con una visión política ni militante, pero sí como nuevas formas de pensar lo masculino y femenino. Los ’90 es la época en que sale Las12 e implica una llegada de las reflexiones vinculadas con el feminismo a la prensa masiva. Después hay otros elementos que no fueron tan sorpresivos: el hombre como amante, marido, pareja. Se lo ve como alguien que hay que entender para poder conquistarlo o retenerlo. También convive la matriz del pensamiento esencialista Marte-Venus aludiendo al libro Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus, que fue un best seller tipo manual, que parte de la idea de que hay una esencia femenina y una esencia masculina que viene de la época de las cavernas, cuando la mujer se quedaba y el hombre salía a buscar el alimento, y supone que eso nos moldeó para siempre, y da consejos como que si el hombre está enojado la mujer lo deje porque necesita treparse a un árbol o, en su versión actual, ver la tele. En Para Ti, hay muchas notas para entender lo que el hombre quiere, como un objeto para decodificar, pero a la vez tiránico, porque lo decodificás para obedecerlo.
¿Se usa la fórmula del qué tenés que hacer?
–El periodismo, con todas las discusiones actuales, implica contar la realidad. En las revistas femeninas hay más de “esto deberías hacer”. También Mujeres & Compañía quería imponer un modelo de mujer trabajadora en una empresa exitosa desde el parámetro de una revista de negocios. Y había una bajada de línea muy fuerte. Por ejemplo, María Laura Santillán, que conducía Causa común, en Canal 13 –y no todavía Telenoche– aparecía como modelo real.
¿Cómo opera el humor?
–En Para Ti, el humor es de Maitena, que se ríe con las mujeres. En Mujeres & Compañía está Ana Von Rebeur y hay una mirada más ácida del hombre que aparece como un tipo primitivo al que sólo le interesan los autos o las motos o es un jefe explotador y machista. En Para Ti, hay una cierta desidealización. Por ejemplo: “Nosotras queríamos el Príncipe Azul pero tenemos a un hombre que engorda, que se queda pelado, que mira fútbol”. Las revistas femeninas muestran la hilacha como las lecturas de Madame Bovary, que es una mujer que se desengaña con la vida como consecuencia de todas las novelas sentimentales que leyó. Es como si los chistes fueran a contramano de toda la revista que siempre busca decir a sus lectoras que se esfuercen por una armonía perfecta y cuando llegás a esa parte se ponen en evidencia las asimetrías entre varones y mujeres. Es como si el humor fuera más realista.
¿La masculinidad aparece como una construcción fija o como un conjunto de rasgos en proceso de cambio?
–Las revistas eran permeables a pensar lo masculino como una construcción, como una cuestión cultural no atada de una manera irremediable a la biología. Hay un correlato de la mayor participación de las mujeres en la esfera pública, por ejemplo, a través de la ley de cupo. Pero un problema con el que me encontré es que no hay tanta bibliografía sobre masculinidades. R. W. Connell sostiene siempre que reflexionar sobre masculinidad es reflexionar sobre las relaciones de poder que se ponen en juego ya, aprovechando las herramientas críticas que había aportado el feminismo con una tradición más larga y sólida. También habla de la erotización del cuerpo masculino y cómo empieza a tener lugar como objeto de deseo en las publicidades, y eso se ve en la Para Ti. El hombre como objeto de deseo aparece como un tipo lindo, soltero y que tiene que haber más de una chica que quiera estar con él. En algún punto es un discurso muy naïf; en cambio, el registro de las revistas masculinas sobre una mujer como objeto de deseo es muy sexual.
¿Por qué se estudió tan poco cómo se representa a los varones en el imaginario de las revistas femeninas?
–Se me ocurre que hay ciertos feminismos que son como más hostiles a la figura del varón. Incluso aparece en Mujeres y Compañía una culpabilización al varón, como si todas las relaciones se dirimieran en la relación uno a uno, y como si un hombre en singular pudiera tener todas las culpas de las desigualdades que padece una mujer.
Pero, en realidad, los varones también son víctimas de las formas de lo masculino y femenino. Ahora hay una mayor conciencia de cómo las mujeres se ven relegadas, sobreexigidas, invisibilizadas por las relaciones de género dominantes, pero quizá no ha sido tan visible cómo los varones también se ven obligados a aceptar modelos de los masculinos limitados, mutilados y empobrecidos. Connell tambien dice que hay masculinidades hegemónicas y masculinidades subalternas que aparecen como menos valiosas o menos masculinas y que responden al patriarcado. En un estudio de la Unesco sobre la importancia de incorporar la perspectiva de género en las escuelas decía que el 90 por ciento de las víctimas de violencia física son varones, y eso también tiene que ver con la obligación de construir una masculinidad fuerte corporalmente, agresiva, y que tiene que demostrar constantemente, frente a los pares, que es más fuerte que el otro. La escuela necesita pensar cómo trabajar con las chicas para prevenir el embarazo adolescente, por ejemplo. Pero también hay problemas específicos de los varones que están invisibilizados.
¿Por qué aparece en la agenda la disputa por el dinero y las tareas del hogar?
–En Mujeres & Compañía, en todos los números, se aborda el tema del dinero. En Para Ti, se plantea con más frecuencia cómo hacer para que ellos colaboren, pero como un problema doméstico que cada lectora podría resolver en su casa hablando con su marido sin mostrar la dimensión pública y social que tiene ese problema. Es una deuda pendiente desde lo político y lo económico y no está resuelto. Las mujeres todavía tienen que estudiar más para cobrar lo mismo que un hombre y todavía ganan 36 por ciento menos que un hombre en igualdad de condiciones y es más difícil para ellas llegar a puestos de mando y, en gran medida, eso tiene que ver con la sobrecarga de las tareas domésticas. En un trabajo de 2013, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se mostraba que en Latinoamérica un hogar promedio insume treinta horas de trabajo doméstico y las mujeres aportan veinticuatro horas de su tiempo, y a los hombres les quedan solamente seis. La estrategia que exigen las revistas femeninas es una solución privada a un problema que es público, como si realmente fuera tu marido con el que tenés que resolver las tareas domésticas y no licencias igualitarias por maternidad y paternidad o leyes laborales.
¿Qué se busca con el alerta permanente de no perder al hombre?
–Está todo el tiempo el fantasma de que el hombre se puede ir y tiran estadísticas como que los hombres son más infieles. En este conjunto de normas y obligaciones que se le trasladan a la mujer se dice que hay que mantener al hogar unido y retener al tipo puertas adentro del hogar. Por eso entran una serie de notas sobre cómo entenderlo, qué es lo que él necesita. Por otro lado, hay notas que apuntan a la insatisfacción de la mujer en la pareja, en Mujeres & Compañía, como una responsabilidad propia. Cuesta ver notas en que los problemas conjuntos se resuelven de forma conjunta.
¿Los problemas no se resuelven en la pareja, sino que los tiene que resolver la mujer?
–Sí, hay mayor responsabilidad de la mujer, incluso en entender qué es lo que está pensando el hombre. Funciona ahí cierta infantilización del hombre pensando que siempre es como más básico y la mujer es la que puede ver la situación de manera más integral y puede resolver los problemas. El hombre es más rústico y por eso se puede tejer un plan para retenerlo sin que él se dé cuenta. Siempre está el vínculo de confidencialidad y complicidad femenina con la lectora en donde la lectura es un espacio íntimo donde se pasan consejos sin que los varones se enteren. Por eso son revistas muy apelativas. En periodismo es raro que un titular apele directamente a la lectora, en cambio las revistas femeninas hablan de vos para construir ese vínculo de proximidad.
¿Por qué afirmás como conclusión que las imágenes de los varones son tan sesgadas y estereotipadas como la de las mujeres?
–Sí, ésa es la conclusión más interesante que puedo sacar. Funcionan muchos estereotipos y miradas muy sesgadas sobre qué es un hombre y la idea constante del varón como proveedor. Incluso en Mujeres & Compañía, que pretende tener una mirada más feminista, se discute si casarse o no con el hombre por dinero o por amor. Está implícita la idea de que el varón es el sostén del hogar.
¿Qué cambio te parecería deseable en las revistas femeninas?
–Me da la sensación de que les falta pluralidad. No sé si hay lectoras que tomen el discurso de la revista femenina al pie de la letra, pero en algún punto le están fabricando su infelicidad; porque le exigen tanto, le ponen tantas demandas y le prometen que ella puede resolver todas las asimetrías sociales por su cuenta, si es lo suficientemente comprensiva y negociadora, que es una carga demasiado pesada. Y, como contrapartida, le prometen un hombre que la va a hacer feliz y nunca se va a ir de la casa porque también presuponen que la mujer necesita tener un hombre al lado y dicen que el hombre es bueno si se queda en la casa. Las revistas hacen una educación sentimental. Son pedagógicas. Me cuesta creer que haya lectoras susceptibles de ser educadas en esos modelos de éxito y felicidad que son inalcanzables.
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