El artista italiano Alessandro Palombo, autodefinido “padre e inventor de la sátira fashion”, creador de la web Humor Chic, lo hizo de nuevo: tras poner en evidencia los ceñidos patrones de belleza de la factoría Disney y repensar/dibujar a las princesas sin un brazo, una pierna, en silla de ruedas como gesto reivindicatorio de la diferencia y la inclusión, el diseñador e ilustrador –con base en Milán– regresa a la escena viralizada con un trabajo que ha dejado patidifuso a más de un espectador. Y a más de una feminista exultante, agradeciendo la pluma de un hombre que, a esta altura del partido, merecería el título honorífico de aguerrido militante. De allí que, como lo hiciera hace unos meses, Albúmina vuelva a difundir las novedades del concienzudo tano, ducho en concentrar la mirada en temas de peso y relevancia.

En esta oportunidad no son los cánones de beldad los que ha decidido cuestionar Palombo: es la violencia doméstica la que lo ha inquietado/ocupado, dando por resultado ¿Qué clase de hombre eres? (What Kind of Man Are You?), su más reciente seguidilla de ilustraciones temáticas. Allí, el mensaje es fuerte y claro: que la violencia de género es un problemón mundial demasiado extendido (y extendidamente silenciado); que cualquiera puede ser víctima e incluso el personaje menos sospechado, victimario; que muchas parejas que aparentan comer perdices –incluso damas heroicas de perfil incólume– no sobreviven para contar el cuento (de hadas) y, en lo que dura su historia, la fantasía es avasallada por el horror.

¿Cómo habla el artista de esta, tristemente conocida, realidad? Representando a los protagonistas animados más icónicos en escenas de maltrato de género: Marge Simpson, Lois Griffin, Vilma Picapiedra y la Mujer Maravilla, entre otras, posan entonces con su ojo morado, el hilo de sangre corriéndole por la boca, la mirada abatida. Ellos, los Homero, Peter, Popeye y Pedro de la ecuación, con el temple inalterable, piedra en la mano, sonrisa en el rostro. “Caricaturas de difícil digestión”, anotaron medios a lo largo y ancho, y festejaron –una vez más– a Palombo. Merecidas loas.