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El nombre de la realizadora francesa Marie Losier viene apareciendo hace varias ediciones en las interminables listas de directores programados en el Bafici. Y es una pena que en una agenda tan atiborrada se la pase por alto, porque sus películas no van a estrenarse nunca en cines comerciales, y son de las que hacen foco en historias pequeñas pero muy bien contadas, en registros de la intimidad que pocas veces tuvieron tanta cercanía y complicidad como con su cámara.

Losier, definida por el director canadiense Guy Maddin como “la retratista más efervescente y psicológicamente precisa del cine actual”, nació en Nanterre en 1972, pero vive en Nueva York. Formada en Literatura y Bellas artes, viene haciendo desde 2005, tanto en video como en 16 mm, una serie de retratos experimentales sobre distintos personajes de la cultura, entrometiéndose en algún aspecto de su vida privada, captando instantáneas de la intimidad con un gran despliegue de la curiosidad y un gran respeto. El formato elegido para condensar su producción es el cortometraje: la materia audiovisual más poética y maleable, por fuera de la exhaustividad de los documentales. De lo que se trata, parece insinuar Losier, es de poner en circulación relatos breves, frescos, de gran libertad creativa, que expresen formas de vida diversas, que al registrarse se convierten en experiencias. Además, los cortos le permitieron que su obra no sólo fuera exhibida en el circuito de festivales internacionales sino también en otros contextos, como los museos y galerías, y así llegar a más públicos.

En 2010, el Bafici ya se había ocupado de proyectar gran parte de sus cortos, pero recién en 2011 la invitaron a Buenos Aires para participar de debates y presentaciones en torno de su único largometraje, el hermoso y extraño The Ballad of Genesis and Lady Jaye, un retrato familiar de la vida del músico y artista de vanguardia Genesis P-Orridge y su mujer Jaye, quienes en un acto de amor profundo se sometieron a una serie de cirugías de transformación física para llegar a ser idénticos, en lo que definieron como un nuevo género sexual: la pandroginia. En esta edición 2014, Marie vuelve al festival con otra de músicos, Just a Million Dream, un retrato movedizo sobre Alan Vega, el extravagante líder de la banda Suicide, envejecido y devenido padre de familia.

Pero también sorprende con su nueva producción, Bim Bam Boom. Las Luchas Morenas, en el marco de la sección Sportivo Bafici. Su nuevo corto se mete en la vida y en la práctica de las hermanas Moreno, tres cuarentonas dedicadas a la lucha libre mexicana, ese espectáculo ridículo de dramatizar una pelea en un ring de boxeo, pero ocultando la verdadera identidad con máscaras, disfraces y purpurina, tratando sólo de hacer creer. Las hermanas Moreno –Cynthia, Esther y Rossi–, hiperproducidas para la danza falsa de los golpes y los tumbos, se exponen auténticas y a la vez artificiales ante la cámara, que las sigue, las examina, y las homenajea en un relato barroco y musical, que viene también a poner en escena cómo conviven estas particulares mujeres con el machismo exacerbado de la sociedad mexicana. Tres peleadoras, en todos los sentidos de la palabra, que recibieron a la sensible Loisier y la hicieron sentir como en casa: “Mientras filmaba, recorrimos zonas peligrosas, donde las calles no tenían nombre y la gente estaba armada; pero no tuve miedo, me sentía protegida estando con ellas”, dijo la directora en una entrevista que le hicieron para el estreno en la Berlinale. De la apariencia y lo solapado, de los colores y los mitos, de los roles, los cuerpos y las identidades que se asumen para ser otras en la lucha, de todas estas cosas habla el cine de Marie Losier. Y ella sabe hacerlo en muy pocos minutos.

Función: domingo 13 de abril a las 23.25 en el Village Recoleta www.marielosier.net